¡Extra!

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Dos semanas luego de enterarse sobre la muerte de Taehyung, Yoongi renunció a su trabajo. Se despidió de sus compañeras y de sus jefes. Pese a que todos trataron de convencerlo para que no renuncie, no pudieron hacerlo cambiar de opinión. No podía seguir trabajando en ese lugar. Viviendo con la estúpida e infantil esperanza de que Taehyung llegara en cualquier momento y cruzara esa puerta, como si nada hubiera pasado. Simplemente no podía soportarlo.

Se dedicó a sus estudios. Tratando de mantener su cabeza ocupada. A los pocos meses, se fue a vivir a otra ciudad.

Yoongi nunca volvió a escuchar su canción favorita. Quería mantenerla en su memoria, siendo cantada por él y Taehyung, juntos, tanto como le fuera posible.







Eran comienzos del verano. Temperaturas altas, aves cantando y revoloteando, césped más que verde. Soo ae se encontraba aseando la casa aquella tarde. Terminó de limpiar completamente el living y subió las escaleras. Iba a dirigirse hacia su habitación. Pero se detuvo antes en una puerta de color negro. Seis largos meses habían pasado desde la muerte de Taehyung. Tal vez no era el chico más hablador. Pero la casa se sentía extremadamente sola sin él. Después de todo, él siempre estaba allí. Rose seguía en el extranjero. Había venido para su funeral y había vuelto a marcharse. La casa era muy solitaria y eso no ayudaba en la depresión de Soo ae. No había vuelto a ingresar a la habitación de su hijo desde su fallecimiento, no quería acrecentar el dolor. Pero debía ser valiente. Tendría que hacerlo tarde o temprano. Cuánto más tiempo dejara pasar, más difícil se tornaría todo. Dirigió su mano lentamente hacia la perilla de la puerta y la giró. Se adentró en la habitación con todas las cosas de limpieza.Se mantenía ordenada, tal y como Taehyung la había dejado. Permanecía cerrada, pero la falta de aseo había hecho que se acumulara una fina, no tan fina, capa de polvo en las cosas. A Soo ae se le formó un nudo en la garganta. Todos y cada uno de los objetos de Taehyung le provocaban un dolor inmenso. Pasó un trapo por encima de su radio grabador, quitando el exceso de polvo y encendió la radio. Tal vez algo de música le ayudaría un poco a sobrellevar la soledad mientras limpiaba. Comenzó repasando todos los muebles, los adornos, todo lo que estuviera sucio. Trajo una gran caja de cartón al lugar, abrió el armario y comenzó a depositar parte de la ropa de Taehyung dentro. Ya nadie la usaría, así que donarla a la caridad era la mejor opción. Luego de llevar la caja con las prendas dentro a la entrada de la casa, buscó una escoba y comenzó a barrer la habitación. Comenzó por una de las esquinas y arrastrando todo hacia la puerta que daba al pasillo; pero cuando barrió bajo la cama, la escoba topó con algo. Frunció el ceño y se agachó para ver de qué se trataba. Era una caja. La tomó entre sus manos y sopló el polvo que tenía encima. Se sentó en el piso con la caja en su regazo. Al abrirla se llevó una gran sorpresa.


-Oh Taehyung... -murmuró con dolor.


Eran Casetes. Los reconocía fácilmente. Estaban todos perfectamente envueltos en papel rojo. Intactos. Jamás habían sido abiertos. Comprendió al instante que se trataba de sus excusas para ir al centro comercial cada semana. Cada envoltorio tenía la fecha escrita a mano en la esquina superior izquierda. Soo ae suspiró y abrió el paquete con la fecha más antigua. Sonrió divertida al encontrarse con un Casete de música jazz. Taehyung odiaba el jazz. Prosiguió desenvolviendo el segundo con la fecha más antigua. Negó con su cabeza, mordiendo su labio. Se trataba de una sinta de Pink Floyd, uno que él ya tenía. Al desenvolver el tercero algo llamó su atención. Un pequeño trozo de papel había caído al piso al abrir el paquete. Soo ae lo tomó en su mano y lo leyó. Frunció el ceño. La inscripción estaba hecha a mano y sin ningún cuidado. Como si lo hubieran escrito deprisa.

El chico de los Casetes  「ʏᴏᴏɴᴛᴀᴇ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora