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Día 5: Nervios.
-Eres tierna.
Aquella afirmación la sorprendió quizás por la situación tan nefasta o porque se lo dice una muy atractiva mujer, sea como sea no podía evitar sentir sus mejillas enrojecer causando que en consecuencia dejara caer el azúcar y torpemente empieza a recoger las pequeñas envolturas de esta.
Todo sucedía ante el brillo de emoción en la mirada de cierta Pelirroja sorprendiendo a los espectadores que no pasaban de ser percibidos al fondo de la cafetería.
-Esto... ¿Necesita algo?
-Tu número y un Capuchino por favor -. Si no fuera porque ellos eran el único grupo que se le ocurría estar tan temprano en la cafetería, serían todos los clientes que estuvieran con la boca abierta ante la confianza que emitía no sólo su imagen o postura sino su voz y aquello la hizo temblar levemente.
No se atrevió a responder pensando que había escuchado mal solo se dio media vuelta y empezó a realizar el pedido en completo silencio sintiendo aún su mirada, Tony sonreía orgulloso de lo sucedido mientras recibía el dinero de Clint quien había perdido en la apuesta. Steve solo los regañaba con la mirada porque no quería interrumpir la situación y Wanda tomaba algo de café sin poder evitar leer tus pensamientos que entre ellos estaba un "Cielos, no hagas algo ridículo, no ahora, no ahora" y no evitó sonreir ante tu ternura.
Se quemó pero no emitió ningún gemido para no realizar el ridículo, solo se preocupo de finalizar el pedido lo más pronto posible toda la situación la ponía demasiado nerviosa y eso lo noto Natasha.
-¿Te encuentras bien? -. Ella no evita que salga su preocupación a flote y ni sabía el porque de su acción si nunca había sido así.
-Me encuentro bien, gracias.
Al finalizar el pedido se lo entregó con una resplandeciente sonrisa que dejó boba a la Natasha Romanoff tanto así que regreso con el grupo media tambaleante con una estúpida sonrisa, Clint solo gruño pasándole más dinero al Millonario y el Capitán sonrió orgulloso al notar el número anotado en el vaso.
No sabía si había escuchado bien o no, pero tomo el riesgo porque sabía perfectamente que nadie podía mentirle.
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