El comienzo.

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El día 3 de noviembre había sido mi cumpleaños y le pedí a mi mejor amigo que hiciéramos una fiesta en su casa. Él accedió y nos pusimos a limpiar la casa a lo largo de la semana. La fiesta sería el sábado, e iba a ser mejor de lo que imagimaba.

Eran las 11 el sábado de mi fiesta y había empezado ya la fiesta. Yo reía y bailaba en el salón con mis amigos. Llevaba una o dos copas ya tomadas. Me sentía feliz.

-¡Amira, ha llegado Jordi!-me gritaron.

Bajé corriendo las escaleras. Abrí la puerta. Y cuando me apresuraba a darle un abrazo vi el coche. Ese coche me sonaba, lo había visto antes. Y de repente le vi. Era él. Era Oscar. Y había venido sin yo saber nada. Me puse nerviosa, y fui a saludarle.

-¡Hola, Óscar!- no sé cómo no se asustó. Estaba sonriendo de forma super exagerada.

-Eh... ¡Hola, Amira!- y me dio dos besos.

Subimos los tres. Seguí bebiendo y pasándomelo genial pero no sabía cómo empezar a hablar con él. Estaba en el salón y no le veía, así que fui al balcón. Estaba allí, hablando con los demás. De pronto, se fue la gente hacia dentro y Jordi me miró. Su cara me dijo que haría algo que me haría enfadar. Así fue. Se fue y cerró la puerta desde dentro. Me había dejado con el chico con el que no sabía de qué hablar a solas.

-Bueno, pues nos han encerrado.- dijo.

-Eso parece...

-¿Qué estás, en segundo de bachiller?

-Sí, aunque creo que no será la primera vez que lo haga.

-No, claro que no.- me sentó un poco mal. Qué forma de decirme que iba a repetir, como si necesitra que otra persona me desanimara más.

-¡Gracias!- lo dije de esa forma tan mía de usar el sarcasmo como recurso al enfadarme.

-No, me has entendido mal. Me refiero a que por supuesto que podrás aprobar, y con buenas notas.

Ese comentario me sentó genial. Me pareció adorable pensar que a penas sin conocerme ya creía más en mí que mi propia madre. Desde luego, si lo había dicho para quedar bien, lo había conseguido.

Mi destino estaba escrito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora