◦꒰♡꒱ intro

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Hirai Momo una adorable niña de grandes ojos. Solo era una pequeña niña llena de curiosidad, simplemente era alguien que no se podía quedar quieta ni un solo segundo, en todo momento tenía que estar haciendo algo o se aburría, entre sus actividades favoritas estaba el investigar cualquier cosa o insecto que se encontrará o fuera llamativo a su vista, hasta bombardear a su hermano mayor con preguntas extrañas y aleatorias. 

Su curiosidad era increíblemente grande, su madre insistía en recordarle cada segundo que esto era un poco malo para algunas personas, ya que más allá de verla cómo una chica muy curiosa, la verían como una niña metiche y entrometida. Que era mucho mejor controlar esto y mantenerla solo al momento de leer libros, no llevarla más allá de eso o podría ocasionarle algunos problemas.

Momo hizo caso en medida de lo que podía, nadie podía culparla, ella quería tener conocimiento de todo, quería devorarse el mundo y aprender todo sobre este. Tanto era sí su obsesión y curiosidad que comenzó a molestar mucho más a su hermano. Este se estaba hartando un poco de la actitud de su hermana pequeña, la cual no podía mantener la boca cerrada, pero prefería no hacer ni un comentario al respecto para no herir los sentimientos de la niña.

A la edad de seis años a la pequeña le encantaba jugar futbol con su hermano mayor. El problema era que jugaban dentro de la casa, a pesar de que su madre les decía una y otra vez que salieran, ellos amaban jugar adentro. Momo tenía una razón "secreta" para no querer salir al exterior, eso sumado a que se sentía realmente bien el ser rebeldes, el desobedecer a su madre les hacía sentir grandes y geniales. Siempre jugaban en la sala, hasta que un día de muy mala suerte para los pequeños, el pelinegro pateó con una puntería horrible provocando que el balón fuera directo hacía un hermoso jarrón que tenían como decoración, cosa que los asustó e hizo que ambos huyeran con el miedo de ser regañados.

Su madre era la persona que les advertía de que no debían jugar dentro de la casa, era realmente todo por órdenes del padre, ya que este solía molestarse absolutamente por todo y nada, era un hombre al que le gustaba que todo estuviese perfectamente arreglado y limpio, así que si algo estaba fuera de su lugar todos serían castigados. Aunque los más pequeños de la casa, no conocían en su totalidad esos "castigos" que daba su padre, ya que de alguna u otra forma su madre siempre lograba protegerlos.

—¿Quién fue?—preguntó su madre, su voz sonaba suave. Lo mencionó mientras recogía los últimos pedazos rotos del jarrón mientras miraba de reojo a ambos niños escondidos detrás del sillón.

—Y-yo.—levantó su manita.—Lo siento mami.—habló la pelinegra en voz baja. Ella solía culparse de todos los problemas que provocaba su hermano, ya que él solía ponerse bastante nervioso y ella solo lo estaba protegiendo, aunque eso significara que ella era la que tendría que ser castigada.

—Momi, ¿ahora entiendes por qué no quiero que jueguen aquí?—tiro todo al bote de basura y volteo a ver a la niña, se colocó de cuclillas para estar a su altura.

—Sí, pero es que no me gusta afuera. Hay muchos niños malos.—hizo un puchero mientras apuntaba al exterior. Los vecinos de la zona no eran muy amigables con la pequeña, siempre le decían cosas por jugar fútbol, que esto no era un deporte para una niña, o las repetidas ocasiones en que la compararon con un niño solo por tener el cabello más corto de lo que debería, siempre encontraban algo con que molestarla. Ella no quería salir, no quería oír esos comentarios hirientes.

—Mi niña, lo sé. Pero sabes que a tu papá no le gusta que movamos sus cosas.—acarició sus cabellos y le brindo una cálida sonrisa. JiYoon amaba a sus niños con toda el alma, los protegía constantemente de su esposo. Aunque esto de defenderlos se estaba volviendo muy doloroso, le dolía cada vez más los golpes que recibía por cada travesuras de sus pequeños, los cuales no se podían mantener quietos. Estaba entrando en un gran debate, no sabía si debía seguir protegiéndolos o simplemente desistir, no sabía cuánto tiempo más podría soportar todo aquello.

my darling sana minatozakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora