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Hirai Momo era de aquellas personas que prefería quedarse en casa, disfrutar de toda la tarde jugando su videojuego favorito, leyendo diversos mangas, viendo sus animes favoritos o simplemente quedarse recostada en su cama mientras escuchaba su música favorita e intentaba cantar, pero para su mala suerte tenía que asistir a clases.

La verdad es que ella no odiaba ir a clases, el problema era que no se sentía cómoda en ese lugar. Sus compañeros se encargaban de hacerle la vida imposible, solían ser grosera en todo momento con ella, la hacían sentir mal con sus repetidos insultos o burlas, jamás podían mantener la boca cerrada y para desgracia de la pelinegra, ella solía ser el blanco perfecto para burlas.

Era víctima del acoso por diferentes razones, pero la principal de todas era porque le gustaban las mujeres, aún cuando ella jamás se había declarado homosexual frente a nadie, al parecer todos tenían la habilidad de detectar su atracción por las chicas, a pesar de la pelinegra hacía de todo para intentar ocultarlo o cambiarlo, sabía que estaba mal, que era incorrecto y que debía hacer algo. Aunque había intentando muchas cosas, desde tener constantes citas con chicos para ver si podría enamorarse de alguno y así por fin olvidar su error, para poder cambiar y ser una chica normal, como el resto. 

Otra cosa que había cambiado en ella, era en cuanto a su estilo. Ahora mantenía su cabello largo y brilloso, trataba de vestir todos los días colores claros, brillantes, sobre todo colores pasteles, solía usar faldas más seguido junto a un par de unas molestas zapatillas de tacón, todo con la intención de lucir mucho más femenina, como todos habrían querido que siempre luzca, dejó atrás todo su estilo para ser un poco más aceptada. Tal aceptación no llegó jamás.

Una razón más por la cuál solían molestar, era que había sido muy ingenua al momento de elegir con quien salir, al parecer tenía un imán para elegir a los chicos más idiotas de la universidad, los cuáles se encargaron de esparcir rumores, de que ella se acostaba con cada chico que salía. Que ella tenía la meta de acostarse con cada uno de los chicos de la universidad. Todos la conocían como la zorra.

Cada día era un martirio para ella, siempre estaba rodeada de malos tratos, insultos, burlas, gente susurrando a sus espaldas cada que caminaba por los pasillos, ¿y qué podía hacer? ¿quejarse? No, eso ya no era una opción viable. La única y última vez que lo había intentado, no había terminado como ella esperaba, le había comentado a uno de sus maestros la situación por la cual estaba pasando, pero este lo único que se limitó a decirle fue un comentario estúpido y homofóbico, alegando que todo lo que le pasaba era por una razón y que ellos no podían hacer nada. Así que optó por quedarse callada, ni los maestros querían detener esa situación, era como si estuviesen de acuerdo con que aquello pasará. 

Cansada y con una enorme pesadez terminó de caminar el pequeño tramo hasta su casillero, al abrir este vio un par de notas, en las cuáles habían insinuaciones sexuales, números telefónicos pidiendo una llamada de regreso, un par de insultos, con coraje tomo todas las notas entre sus manos, una de ellas llamó su atención, era la única que estaba escrita en una hoja de papel color rosa, reconoció la letra al instante. 

"Mi Moguri, no puedo creer que te hayas convertido en una cualquiera..."

Ni siquiera terminó de leer, cuando sus ojos recorrieron todo el pasillo en busca de la persona que había escrito la nota, inspeccionaba con detenimiento a todos, hasta que lo logró. Visualizo al fondo del pasillo a la chica de la que estuvo enamorada a sus catorce años, mirándola, juzgándola con la mirada.

 Momo sintió sus piernas fallar, su corazón partirse en dos, la persona que ella creía que la aceptaba y quería, había creído lo que las demás personas decían de ella, demostrando que no confiaba para nada en la pelinegra. Había dejado de escuchar y poner at4ención a su alrededor, solo veía sombras caminar de lado a lado, era como si todo estuviese en cámara rápida y lo único que podía ver con claridad era a NaYeon negar con su cabeza, mientras mantenía una mueca de desgrasado adornando su hermoso rostro.

my darling sana minatozakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora