Metamorfosis

Capitulo 30

Wilbur

La besé.

Nunca supe realmente cómo funcionaba la inercia pero creo que esto era un ejemplo.

Lo hice sin más. Sin pensar en nadie, ni si quiera en mi hermano.

Los labios de Karen eran como tocar algodón de azúcar. Se sentían suaves y frágiles. Tenían un ligero sabor a uva. Una fruta que detesto pero que en sus labios sabía deliciosamente bien.

Cerré los ojos por una milésima de segundo y aunque sabía que este momento no permanecería mucho, me dejé llevar lo poco que lo haría. Quería correr el riesgo y obtener esperanza de que podría durar más de lo que esperaba.

Pero no fue así.

Karen no tardó en reaccionar, y al hacerlo, me miró con rabia y desdén. Una bofetada inesperada llegó poco después.

La chica que me traía loco salió de mi auto casi corriendo, como si estuviera huyendo de mí.

Yo quedé inmóvil, mis ojos aún observaban su asiento y aquel beso que aunque duró poco, lo sentía tatuado en mis labios.

Inconscientemente llevé mi dedo pulgar a mi labio inferior y sonreí.

La había besado, joder.

Pero poco a poco llegó la obscuridad que hace meses no veía.

La soledad empezó a carcomer mis pensamientos. Saber que William tenía a la mujer perfecta, darme cuenta que mi hermano gemelo siempre había tenido aquella felicidad que a mi me faltó.

¿Cómo puedes vivir con algo así?

Saber que te diagnosticaron a los 6 años trastorno ansioso-depresivo y que por más que quieras nunca podrás curarte. A William siempre le he envidiado su felicidad por eso.

Me sentía devastado, solo y sin ser querido.

Llamé a Verónica pero no contestó, así que decidí llamar a Dereck quien contestó a los pocos segundos.

— Dime.

— ¿Estás en Salem?

— Sí ¿por qué?

No me atrevía a hablar. Mi voz empezaba a tornarse ronca y mi cuerpo comenzaba a temblar.

— Hey — baja la voz — ¿estás bien?

Dereck era mi mejor amigo desde pequeños, él sabía que cuando lo llamaba sin mandarle mensaje antes, era porque estaba decayendo.

— No — aclaro la voz — no estoy bien.

— ¿Dónde estás?

— Por el centro.

— Ve a Mercurio, allá te alcanzo. ¿Puedes manejar?

— Sí.

— Bien. Entonces allá te veo.

Cuelga.