03: Telekinesis

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Telekinesis.

Casi no he dormido.

En mi mente se repite el dolor, las escamas y la serpiente. Y aún que quería convencerme de que solo era una ilusión, no era así. Se sintió real.

Mucho más real de cuando estaba besando a Harry Styles.

Tampoco podía dejar de pensar en Gilbert, la angustia me hacía pensar en él y era horroroso. Sabía eso de que tienes mariposas en la barriga cuando te enamoras, pero yo no tenía mariposas, yo tenía una pelota rara en mi garganta. Repito, era horroroso.

No podía dejar de pensar que me estaba enamorando de Gilbert, y joder, me estaba dando demasiado asco.

Caminaba arrastrando los pies hacia el instituto, ignorando las miradas de desprecio de algunas personas. Odiaba a esa gente con todo mi ser, ¿Que puto problema tienen en escucharme?

Hoy definitivamente tenía que ir a visitar a ese tal Bash y explicarle el problema, se notaba un hombre de buen corazón asi qué igual perdonaba mi despiste, pero una parte de mi no podía dejar de pensar en el rechazo. Y no era por el simple hecho de que me dejaran de molestar, sino que quería dejar claro que no era una persona de ese tipo.

Pero lo tenía bien jodido, por que lo de hablar no era lo mío. Tenía un vocabulario muy amplio y eso, pero la elocuencia no iba en mi descripción.

Empecé a lloviznar un poco así que corrí hasta el instituto. Al correr llegué un poco antes, y pude divisar a esa tal Diana resguardándose debajo del techo del patio de interior. Me quedé viéndola y después de unos segundos ella ladeó la cabeza para mirarme con una sonrisa.

No le di mucha importancia, hasta que sus pasos firmes resonaron por el asfalto, y me decían que iba en mi dirección. Sentí su presencia a mi lado y con un carraspeó se acercó más.

—Hola.

Resoplé,—¿Que quieres tú ahora?

No estaba en el plan perfecto para que se viniera a burlar, no hoy.

Se encogió de hombros,—Hablar... Se que es jodido eso de que nadie... Bueno que no... Ósea,..—Básicamente me estaba intentando decirme que le daba pena porque todo el mundo me odiaba y no tenía amigos.

—Sí, ya se a lo que te refieres. Y no necesito tu compasión.—Dije firme.

Sentí su mano en mi hombro y ladee la cabeza para encontrarme con su sonrisa,—Todo el mundo necesita a alguien, Anne...—Baje la mirada,—Oye...¿Pero entonces... Eres racista?

Negué y la miré a los ojos,—Yo he intentado explicarme, y nadie me ha escuchado. Cada vez que abro la boca lo jodo todo.—Suspiré,—Tan solo quiero hablar con ese tal Sebastian y explicarle todo.

Ella me miró y cogió su mochila para rebuscar en esta, sacó de ella un papel y un bolígrafo y lo apoyó en mi hombro. Empezó a escribir algo y me lo extendió doblado,—Este es el número de teléfono de la casa Blythe-Lacroix. Llámalo por ahí, verás qu-

—¿Diana?

La voz de todos los de su grupo nos hizo girar la cabeza como si fuéramos las niñas del exorcista. Todos mantenían miradas de reproche en ella, y otras de asco en mi.

Anda y que se vayan a tocar la gaita.

—¿Diana? ¿Ahora la defiendes o qué?—Dijo Ruby indignada.

Diana fue a hablar pero yo la interrumpí para salvarle la situación,—No, ella solo me estaba diciendo que tuviera cuidado. Que soy un... Asco.

Tenía que fingir que nos caíamos mal, apenas había hablado con ella pero me había ayudado. Decidí ayudarla ya que la iban a cargar con ella, y a mi me daba igual llevar una reprimenda por parte de unos simios no evolucionados.

𝐆𝐀𝐑𝐑𝐀 | awaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora