5. Encuentro furtivo

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Su olor me hipnotizaba. Su sabor me embriagaba. Sus caricias me enloquecían. Sus besos me obnubilaban.


Estar con ella era casi imposible pero cada segundo merecía la pena.


Nuestros horarios y ritmos de vida eran completamente opuestos y era casi imposible vernos, pero cuando lográbamos quedar saltaban chispas; literalmente, alguna vez besándonos nos había sacudido una ligera descarga, como cuando al abrir la puerta del coche te da un calambrazo de electricidad estática.


Y esta vez no fue diferente. Después de casi dos meses desde nuestra última cita, que había consistido en una cena entre semana con unos besos al despedirnos, el encuentro fue brutal.


Llega a mi casa justo a la hora acordada, le abro nerviosa y excitada y nada más cruzar el umbral de la puerta me besa con fiereza. Me atrae hacia ella cogiéndome por las caderas, agarrando mi culo, apretando sus pechos contra los míos; su beso es largo y salvaje, mordisquea mis labios, consiguiendo arrancarme un suspiro de lo más hondo de mi ser. Se aparta ligeramente, solo para coger mi mano y guiarme a la habitación. Mi cama ya estaba deshecha, no tiene que insistir mucho para que me vuelva a meter en ella. Nos deshacemos de la ropa rápidamente, quedando desnudas una encima de la otra, clavando sus ojos en mí vuelve a besarme, esta vez con más calma, acariciando mi rostro. Yo hundo mis manos entre sus cabellos, intentando que no se interpongan en nuestro beso como tantas otras veces. Cuando ocurre, se enfurruña y asegura que se rapará el pelo, pero sé que no lo hará. Así que para que no se vuelva a enfurruñar, entrelazo con mis dedos su sedoso cabello, mientras profundizo en el beso, apretando mi cuerpo contra el suyo, gimiendo deseosa de tenerla lo más cerca posible de mí.


Su boca baja hasta mi cuello, deposita unos cuantos besos en él y a continuación se dirige a mi oreja, mordisquea mi lóbulo, consiguiendo que me erice. Tomo mi revancha, atrapando uno de sus pechos con la mano, con dos dedos agarro su pezón y jugueteo con él poniéndolo de punta, me lanzo a saborearlo, luego alterno con el otro sin descuidar el primero con mi mano. Ella es más contenida que yo y no suele gemir, pero noto su excitación, arquea su espalda para pegarse más a mí, toda su piel está erizada, sé que si alargo la mano, estará empapada.


Empiezo a besarla desde los tobillos y voy subiendo poco a poco, dejándole un camino de saliva hasta llegar a sus muslos, muy cerquita de su sexo y empiezo a mordisquear alrededor, le chupo un poquito los labios mayores, vuelvo a sus muslos, le pego un lametón en el clítoris y luego le doy un leve soplido y a continuación un pequeño mordisco en los labios otra vez. Se desespera y me pide más, me aprieta la cabeza contra ella.


Y entonces empiezo a lamer y chupar y le meto un dedito y a continuación otro. Empieza a chorrear y yo sigo chupando y bebiendo de ella hasta que se le escapa un gemido y me para.


Pero enseguida quiere seguir y me pregunta qué me apetece. Pienso un poco, le pido probar las tijeras, no nos sale muy bien pero entonces saca un consolador doble de cristal y me dice que probemos así.


Le da un poco de miedo pero quiere probar, primero me lubrica y me lo mete a mí y empieza un mete-saca que me pone loca, luego poco a poco se lo va introduciendo ella por el otro extremo hasta que casi se juntan nuestras vulvas y empezamos las dos a meter y sacar, a chillar, a tocarnos como podemos hasta que ella se corre como en las pelis, soltando un chorro de squirt.


Se lo saca y sigue conmigo, metiendo y sacando mientras me chupa el clítoris hasta que se acuerda del Satisfyer y me lo enchufa y ya... Exploto yo también.


Y entonces se lo pone ella en su sexo, con mis fluidos, asegurando que le da morbo, vuelve a correrse en menos de dos minutos y yo mientras le voy mordiendo los pezones y cuando se corre vuelvo a su vagina a chupar y chupar.


Y acabamos agotadas, sudando a chorro, me abraza y la abrazo y nos besamos.


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