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Uno.

Kit miraba a la pizarra con inquietud. ¿De dónde había salido esa Q y por qué estaba al lado del 4,8? ¿Cuándo la gráfica pasó por el -3,7? ¿Por qué las matemáticas tenían que ser tan difíciles? Dejó caer su cabeza en la mesa con frustración. Miró a su derecha, por ahí encontraba comfort en Matthew, pero como era de esperarse este estaba durmiendo sobre las carpetas. Bufó.

En esos momentos extrañaba al sabelotodo de Ash, su primo le hubiera dado los ejercicios hechos. Ash se negaba a explicarle otras dos horas el tema para que después desaprobara con la nota más baja. Pero Ash estaba en clase de biología con James seguramente haciendo algo cool como diseccionar una rana o analizar el corazón de una vaca.Volvió a golpearse la cabeza contra la mesa.

Sin embargo no podía dejar de prestar atención por más que lo quisiera. Su madre siempre le había dicho que no podía dejar de escuchar al profesor quien dedicaba su vida a tratar de ayudarlos con la materia. Era irrespetuoso, Kit podía ser muchas cosas malas, pero nunca irrespetuoso.

El timbre de fin de clases mañaneras sonó, era la hora del almuerzo. Kit lo agradeció, estaba hambriento.

Tocó el hombro de Matthew, dormido parecía tranquilo. Nada que ver con su personalidad extravagante y llamativa. Abrió los ojos y Kit le dijo que lo esperaba fuera.

Al salir hizo lo de siempre, esperar en una pared hasta que sus amigos llegaran y así irse al comedor.

Recordó que se olvidó de hacerse el almuerzo y se maldijo en todos los idiomas que conocía, que no eran muchos.

—Ey, Kit—saludó Livia Blackthorn, que pasaba por el pasillo con las largas piernas bronceadas y una sonrisa.

Kit le devolvió el saludo. Livvy no era alguien ignorable, primero que nada porque transmitía amabilidad. Era una chica graciosa, bonita y amigable. Básicamente por eso casi todo el instituto conocía su nombre. Livvy tenía muchísimos amigos y nunca se encontraba sola. Todos querían estar con ella. Iba a algunas clases con Kit era la única razón por la que se conocían, eso y que Matthew iba a todas las fiestas que ella hacía y comúnmente el grupo completo se veía arrastrado.

No es que le molestara, usualmente terminaba la noche acompañado de una bonita chica con quién pasaría la noche y luego se ignorarían. Aunque las últimas veces siempre era la misma chica, Zara.

Pero Kit le había aclarado que él no quería nada serio porque no se sentía lo suficientemente maduro para estar en una relación y no quería lastimarla. Zara lo entendía, hasta la próxima fiesta. Y ella cada vez estaba más encima de él.

—¡Kit! ¡No sabes lo que el señor Fairchild nos hizo hacer hoy!—James llegó a su lado con Ash pisándole los talones.

—Oh, estoy seguro de que mi padre hizo algo espectacular que merece cada detalle. ¿Por qué no nos cuentan mientras vamos al comedor a tomar una mesa?—dijo Matthew, que salía del salón despeinado, mientras se arreglaba el cuello de la camisa.

James asintió. Sin más palabra comenzaron a caminar por el pasillo mientras Jamie les contaba, Ash de vez en cuando hacía un aporte.

El señor Faichild era el padre de Matt, él era el profesor de química. Su esposa, la madre de Matthew, era la decana. Sin embargo eso no afectaba en lo más mínimo en las decisiones de Matthew.

—Estás muy callado hoy, primo ¿Pasa algo?—preguntó Ash, James y Matthew se habían adelantado unos pasos.

Kit los miró, si bien todo el grupo se llevaba de maravillas, ellos tenían algo especial. Algo más íntimo y poderoso. No se podía imaginar a Matt sin James y así a la inversa. Desde que Kit los conocía estuvieron juntos. Los envidiaba un poco. El único que conocía su situación era su primo y ni siquiera la historia completa.

Call you mine (Ty-Kit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora