A Sanemi no le asusta la oscuridad. No lo hace, porque estar en ella, es una costumbre (al menos, desde que era un infante).
Pese a no ver del todo en ella, sus sentidos se han desarrollado. Algo que tuvo que hacer si es que quería cumplir con sus misiones como cazador.
Y aunque la época de demonios y cazadores de demonios terminó. A veces, Sanemi no puede evitar ponerse en alerta llegada la noche; y es que, aunque el único riesgo era tener un ladrón, él salía a montar guardia alrededor de su casa —que tenía con Giyu, pues eran esposos—.
Dónde empuñaba su katana en su mano buena, y salía al patio a sentarse, atento. Dejando salir un aura amenazante.
Pero...
— Sanemi, ven a dormir — pidió Giyu, a una distancia considerable (pues una vez, Sanemi lo apuntó con la katana al cuello, accidentalmente).
Sanemi se volteó, encontrándose con Giyu, quién sostenía una lámpara de aceite en mano.
(Alumbrando en su oscuridad).
Chasqueó la lengua, volteándose —. Vete a dormir tú — dijo, a sabiendas de que el pelinegro no haría caso.
Cómo en esta ocasión, donde se sentó a su lado, dejando a un lado la lámpara de aceite.
— Eres terco — suspiró el albino.
— Tú más — le respondió, apoyándose, recostando su cabeza en su hombro.
Se mantuvieron en silencio, dónde solamente los grillos se escuchaban junto al sonido de los juncos.
Y en ese silencio, Shinazugawa lo abrazó, pasando su brazo por su cintura.
(Dando gracias, porque Giyu iluminó su oscuridad).
— Hmph, entonces vamos a dormir.
-Traumada Taisho
Yo digo que este libro es la continuación de Eres un idiota, Giyu.
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Entre tus cicatrices [Sanemi/Giyu]
Fiksi Penggemar[Short-fic/Semi-AU] ... Entre ellas estoy yo.