La vida es una mierda: séptima parte

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La vida en Finlandia al inicio no fue fácil al inicio ya que las diferencias culturales eran muchos y también había prendido que a diferencia de Japón, los héroes trabajaban en conjunto con las fuerzas policiales y militares, y no había de merito en ser un policía es más eran visto de forma muy respetuosa y casi al mismo nivel que los héroes ya que la formación de los policías y militares no tenía que envidiar a la del héroes profesionales... eran muy curioso cómo había una forma que las peculiaridades que no fueran de combate, como las de análisis y las de tipo de manipulación mental eran pulidas y muy alabadas ya que un oficial con una habilidad de lavado de cerebro podía hacer que una situación de rehenes se solucione fácilmente. También estaba el sistema educativo que era uno de los mejores del mundo, y también el sistema de salud. Y claro que no todo era tan bueno, también habían villanos solo que estos eran más listos para actuar, a comparación de lo que en Japón llaman villanos a los delincuentes que asaltan bancos los verdaderos villanos eran una cosas de temer... respectos a las personas sin peculiaridad pues lo primero que hacían cuando se descubrían era que tanto el niño como familiares tomaban sesiones psicológicas ya que se debía dar todo el apoyo y comprensión posible de la nueva situación y de esa manera intentaban crear un ambiente seguro apara el niño o niña, claro que no habían muchos casos de estos.

Izuku aun esperaba conocer a alguien que como él no hubiera nacido con una peculiaridad pero con la diferencia de que la sociedad no los oprimía o los considerara basura.

Luego de la llegada a Finlandia y que se mudaran a una casa cerca a la que vivían Sam y Patrick, casa que ya había estado preparada desde quien sabe cuánto tiempo, Okawa entro a trabajar como docente en la universidad de Helsinki parece que ya todo estaba planeado desde hace mucho. En cuanto a Izuku pues se presentó como recomendado a la Universidad, ya que tenían sus notas en relativo orden y en los primeros puestos así como recomendación de sus anteriores maestros y una petición de traslado desde su universidad de origen pues lo aceptaron con la condición de tomar clases de fines el cual era el idioma dominante del país.

De puertas para fuera parecía que Izuku era solo un alumno agradable y aplicado en la facultad de medicina, bueno esa era la impresión que término de generar y gracias a su aspecto termino haciendo una buena cantidad de amigos dentro de su clase.

Mientras en casa él y Patrick practicaban el hermoso arte de mantenerse con vida gracias a los espartanos entrenamientos de Sam y a su lado el buen doctor Okawa solo los veía sufrir mientras reía, claro que dentro de todo Sam siempre acababa mejor que el peliverde.

En un inicio Izuku no entendía por qué él también tendría que entrenar ya que él solo será una presa pero Patrick le había dicho que incluso las presas pueden enfrentarse al depredador y que pueden ganarles. Además de que Patrick no quería un compañero débil y asustadizo.

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Pasaron cinco meses en los Izuku daba todo de sí para cumplir con la expectativa de los adultos y de Patrick, cuando de la nada Okawa le pidió que lo acompañara de regreso a Japón. Según él que decían regularizar algunos documentos y también que recoger algunas cosas que no pudo traer consigo y que eran importantes.

(De regreso a Japón)

Llegaron un día lunes muy temprano al primer lugar que fueron fue anterior universidad de Izuku que iba con el disfraza que solía usar antes solo por si ha acaso. Hablaron un rato con el rector sobre algunas cuestiones y luego según el doctor que debía ir a la clínica y que Izuku iba ir al apartamento en el que antes vivían para ir empacando las cosas que no había podido llevar consigo cuando se fueron.

Izuku quería recoger el álbum de fotos de su mamá.

Cuando estaba a unas pocas cuadras de llegar al apartamento alguien lo jala a un silencioso callejón. En primer momento Izuku pensó en defenderse y salir corriendo pero algo que Patrick le había recomendado era primero ver con quien trataba y luego actuar, así que se tranquilizó, todo se detuvo cuando sintió su espalda golpear fuertemente una pared y sentir el frio de un cuchillo su garganta y pudo ver claramente a su atacante.

Doctor MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora