Capítulo 3

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— Bien... Ahora nos toca esperar un rato. — Dije al ver la fila que nos esperaba para nuestra consulta algo rara.

— ¿Si te gustó el abrigo, no? — Empezó a hablar él, supongo que para relajar el ambiente entre ambos, puesto que parecía ser algo incómodo hasta tenso.

— Sí, me encanta, aún tiene tu olor, y es muy cómodo.  ㅡDije mirando al brillante suelo del hospital.

—¿Huelo? —Preguntó y no sabia si era en tono de alago o para tomarlo de ofensa.

—No podría decir bien que olor sería... pero es muy bonito.

—Oh... supongo que debe de quedarte cómodo debido a que es de unas talla más grande.

Empece a ver por todos lados el abrigo.

—Dijiste que tiene gran valor emocional ¿no?

— Si, con ese mismo abrigo fui a mí graduación, tuve mi primera novia y a la vez que me rompieron el corazón, siempre estuvo presente, además, es muy bonito. — Dijo a lo último tratando de aligerar lo primero.

Cuando estaba a punto de hablar fué nuestro turno de pasar.

— Tomen asiento. — Dijo el doctor.

— Buen día. — Dijimos a la vez, seguido de una pequeña reverencia.

— Sus problemas tienen que ver con los ojos ¿No? — Nos miró después de leer una hoja que sostenía en sus manos.

— Creemos que podemos tener una infección o algo por el estilo, mi problema es en el ojo izquierdo mientras que el de él es en el ojo derecho. — El médico nos miro a ambos tratando de formular el por qué de nuestra afección.

Posterior, nos hizo unas pruebas, llegando a la conclusión que nada malo pasaba, en el proceso, nos hizo llorar a ambos con un líquido oloroso, ambos lloramos por nuestros respectivos únicos ojos.

Salimos del hospital con aún más intriga, quizá solo por mi parte, por la de Chan no era tanta emoción.

Caminamos hasta llegar a la primera parada de autobuses que había, aunque, en el proceso empezó a nevar más fuertemente.

Mi situación era realmente buena en comparación con la de Bangchan, porque mi departamento quedaba cerca de aquel hospital, entre medias de la parada de autobuses y el hospital, debido al cambio de planes meteorológico, no tuve más opción que arrastrar a Bangchan a mi departamento.

Fue poco, muy poco tiempo y recorrido el nuestro, al llegar, saqué la respectiva llave.

— ¿Usas llave? — Preguntó Chan desde atrás de mí.

— Aún no colocan la cerradura electrónica, aúnque estoy acostumbrada a esto ya. — Dije mientras seguía en mi trabajo de abrir la puerta.

Chan seguía con su actitud tímida a primeras, parecía que siempre terminabamos por entrar en confianza, al llegar a más intimidad volvía a ser tímido, algo adorable pero molesto en parte.

— Wow... — Dió una vuelta completa en la sala viendo la poca decoración que había tenido oportunidad de hacer. — Tu departamento es muy hermoso.

— Gracias... Aunque quisiera decorar más, no me sobra tiempo ni dinero.

— Cualquier día puedes pedirme ayuda, estaré dispuesto.

— Nah, no importa. — Empecé a pensar en que podría hacer para hacer más amena la nevada. Y encontré efectivamente lo que mejoraría la situación. — Iré a la cocina, en un momento regreso.

Fuí, en menos de cinco minutos tenía completada mi especialidad; chocolate caliente.

Llevé las dos tazas con sumo cuidado, tal como si cada una valiera oro puro, aunque, en esa situación, toda bebida caliente valdría oro para cualquiera.

Aún expediendo un poco de calor le dí su taza a Chan, tímidamente la aceptó sin ningún contratiempo.

— ¿Quieres acompañarme? — Me levanté del sofá, pensé en algo que podría ayudar a aligerar la situación.

Alzó su otra mano, instintivamente la tomé y lo ayudé a levantarse, sin soltar su mano le fuí llevando al balcón, abrí la puerta, y aunque, el frío nos pegó de gran manera, puesto que ninguno llevaba su abrigo, quedamos maravillados con aquella escena creada por la madre naturaleza.

Sin pensarlo, nunca solté su mano, y quizá él tampoco lo pensó, porque solo veíamos caer los copos de nieve lentamente.

Aunque el azúl estuviera totalmente eclipsado por aquella nevada y su raíz gris, el cielo era completamente silente, no decía nada, solo nos regalaba lo mejor que sabía.

A pesar de todo, nunca pensaba que me encontraría en una situación así con un amigo del trabajo, tomados de las manos y en la mano sobrante de cada uno una taza de chocolate caliente viendo la primera nevada.

Poco a poco fuimos colocando nuestras miradas en nuestras manos entrecruzadas, al fin y al cabo, las tuvimos así casi un cuarto de hora.

La reacción de ambos fué soltarnos de golpe, viendo la fría realidad. Acomodé mi larga cabellera para tratar de olvidar la incomodidad de la situación.

Poco después, Bangchan se fué, la llegada de la nieve se había calmado.

Unas horas después, justo antes de dormir, quería comprobar por última vez el paisaje urbano, fui de nueva cuenta al balcón.

Cuando llegué estuve varios minutos con la vista pérdida, regresé, de nuevo a la realidad cuando volví a empezar a llorar, y el problema seguía, solo con el ojo izquierdo.

En principio, me estaba empezando a hartar, sobretodo por el hecho de no tener respuesta a tal problema.

Dejé que saliera todo lo que iba a salir, que duró alrededor de cinco minutos, y al final, solo solté un suspiro, en señal de cansancio, y volví a la habitación, envolviendome en el camino el calor acogedor hasta tocar la cama.

Soulmate ℘ BangchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora