Prólogo

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Narra Eira: Ser una princesa... ¿Qué significa? Significa tener que aguantar a idiotas completos que vienen a hacerse amigos del rey para pedir mi mano, a mi no me gusta ser así, arrogante, no me gusta fanfarronear por ser de la realeza, me siento como un pájaro encerrado en una jaula, yo no quiero esto, yo quiero conocer el exterior.
Me dirijo a mi cama, me tumbo en ella mirando al techo, el colchón es grande pero muy cómodo, me acomodo poniéndome boca abajo, entonces la veo, un cachorro de lobo blanco como la nieve, con cola peluda, de ojos grandes y de un azul vivo, ésta me lame la frente suave.

— Oye, no te pongas así — me dice mientras se sienta en la cama.

— Winter, esto es una cárcel, no lo aguanto, quiero conocer mundo, quiero valerme por mi misma, odio ser como soy, no quiero tener sangre azul...

— Eira, sé que no quieres estar aquí, pero tampoco nadie te cubriría para escapar.

La miro de reojo y luego suspiro mirando a la ventana.

— No sé lo que es tener amigos Winter, tengo 15 años y en ningún momento de mi vida he tenido a nadie con quien estar... Es triste, solo he estado con auténticos idiotas que no me conocen de nada y solo quieren mandar sobre este reino, yo tengo una dignidad y no voy a estar con el primero que venga por que me lo dicen mis padres, yo quiero casarme y tener mis hijos con la persona adecuada... -iba a continuar hablando cuando tocaron a la puerta.

— Alteza, sus padres quieren verla en la sala del trono -me avisa un caballero.

— En seguida voy -le contesto y me dirijo al armario.

Me decido por un vestido verde de terciopelo con detalles amarillos, detalles como las cintas de las mangas. Miro a Winter.

— Escóndete detrás de mi pelo -ordeno.

La subo en mi hombro y ella se esconde detrás de mi pelo, entonces salgo dirigiéndome hacia la sala del trono, al llegar toco la puerta, al instante se abre, me adelanto y hago una leve reverencia antes de mirar directamente a mis padres. Mi padre tiene el pelo castaño claro un poco canoso, tiene una barba pequeña y un bigote, sus ojos son de un verde intenso, lleva un traje negro, por la parte de atrás lleva una capa roja, guantes de cuero y unas botas negras también de cuero. En cambio mi madre tiene el pelo rubio, y los ojos azules, su vestido es amarillo con detalles rojos. Ambos me miran serios, entonces entra alguien, al voltear la cabeza veo a un chico alto, tiene el cabello pelirrojo recogido en una coleta baja, sus ojos son de color ámbar, tiene unos labios ni muy gruesos ni muy finos, su nariz es redondeada y tiene una expresión seria en la cara.

— Él es Claude, será el nuevo caballero -explica mi padre.

— ¿Solo por eso me habéis llamado? — pregunto mirándole.

— Vamos a hacer un baile para que busques a tu futuro esposo, será esta noche -dice mi madre.

— Mamá no quiero casarme, es una caca el matrimonio.

— ¡Eira! No seas maleducada -me riñe mi madre.

— Ya está decidido, da igual lo que digas — habla mi padre.

Aprieto los puños y me voy de allí deprisa, no, no me voy a casar, con nadie, me niego. Al llegar al establo me subo a Libertad y me voy de allí galopando.

La búsqueda del dragón bicolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora