Capítulo I

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Narra Eira: Después de ponerme el vestido me miro al espejo, recojo un mechón de mi cabello castaño claro detrás de mi oreja, noto como un pequeño animalito roza mis piernas, bajo la mirada con una sonrisa, agarro al pequeño lobo blanco y lo acomodo entre mis brazos mientras le hago leves cosquillas en la barriga, en ese instante tocan mi puerta y bajo a Winter al suelo.

— ¿Quién es? —pregunto acomodándome el pelo.

— Princesa, soy Claude, su padre la está buscando —dicen a través de la puerta.

— Dile que voy en seguida, que estoy ocupada —respondo.

Tan pronto escucho los pasos marchándose de Claude, me quito el vestido deprisa y abro el armario y me pongo mi traje de montar para luego ponerme el vestido por encima, espero que no se den cuenta, después de ponerme los zapatos, salgo con Winter en mi hombro, antes de entrar a la sala del trono suspiro levemente, tengo que tener paciencia y no sacar mi lado que quiere que las mujeres sean iguales a los hombres, entro a la sala, después de hacer una leve reverencia me cruzo de brazos mirándolos.

— Eira ponte recta —dice mi madre.

Ruedo los ojos y coloco mis brazos pegados a mi cuerpo mientras les miro.

— ¿Qué querías?

— El príncipe Ricker está de camino —comenta mi padre.

— No quiero, me niego, no me voy a casar.

— Eso lo diré yo —responde mi padre.

Después de que termine, me giro para irme a un paso lento, escucho que me llaman, pero no les hago caso, después de que salgo del castillo me dirijo hacia los establos hasta donde está Libertad, esta relincha al verme, sonrío y le acaricio la cabeza. Le pongo la silla de montar, las cabezadas para luego ponerle la embocadura, me saco los zapatos, quedando descalza, me subo a Libertad con una sonrisa, Winter aún está en mi hombro, tiro un poco de las riendas indicando que camine hasta fuera, me bajo de ella y abro la puerta del campo del establo, cuando sale Libertad la vuelvo a cerrar para luego subir a ella y marcharme al galope. Cuando me alejo lo suficiente, cambio a medio galope, me acerco al oído de la yegua.

— Vamos a ver a Moon —susurro en su oído.

Relincha como respuesta y va más rápido, sonrío acariciando su cuello.

Pasadas unas horas, llegamos a nuestro destino, bajo de la yegua y me dirijo hacia el dragón de dos colores, que sonríe y se dirige hacia mí, acaricio su cabeza con una sonrisa.

— ¿Me echabas de menos? —pregunto mientras le acaricio.

Éste se acurruca en mis brazos, continúo acariciando su cabeza para luego dejar un leve beso en ésta.

— Eira ya está aquí —susurro leve mientras le miro.

En ese instante escucho una voz, al levantar la vista veo al señor Johnson.

— Muchas gracias por cuidarlo —le digo acercándome a él.

— No es nada, es un placer —responde sonriéndome.

Le dedico otra sonrisa leve para luego mirar al pequeño Moon.

— Pronto me lo llevaré a casa conmigo, espero que no le moleste. Ya es un adulto joven y quiero que esté conmigo.

Mis caricias continúan por su cabeza a lo que él me lame la cara, luego me levanto.

— Tenemos que volver —dice Winter.

— Tienes razón, o si no, todos los caballeros me buscarán y no tengo ganas, muchas gracias, señor Johnson.

— Un placer, su majestad.

La búsqueda del dragón bicolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora