Capítulo I

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Rachel caminaba tranquilamente a través de la verde hierba y flores de diversos colores.

—¡Hermana! —gritó Jon corriendo hacia ella—. Mamá nos quiere a todos en la casa.

—Bien, vamos. —sonrió Rachel. Ambos corrieron hacia la casa entre risas y pequeños empujones.

Llegaron tomando grandes bocanadas de aire y muy agitados por la carrera que habían hecho.

—Al fin llegaron —Lois sonrió divertida al ver a sus pequeños divertirse—. Saluden al señor Wayne y su hijo, Damian.

Los dos pequeños miraron la imponente figura de Bruce. Estaba con una expresión monótona, al igual que su hijo, pero la expresión de Damian cambió por completo a una de asombro al ver a Rachel.

—¡Damian! ¡Qué gusto verte, amigo! —saludó Jon abriendo los brazos para abrazarlo, pero Damian Lo ignoró olímpicamente, acercándose con la vista fija en Raven.

Jon frunció el ceño confundido. Hasta donde el sabía, Damian nunca había sido amigo de Rachel, es más, ni siquiera se conocían.

El joven tomó la mano de ella y la besó suavemente sin despegar sus ojos de Rachel. Un leve rubor apareció en las mejillas de ella.

—Hola –sonrió Damian arrogantemente dejando su mano—. ¿Cómo te llamas?

—Rachel —murmuró ella avergonzada jugando con sus manitos.

—Creo que deberían ir a jugar. —dijo Lois observandolos con ternura.

Los tres corrieron hacia el campo con risas —aunque Damian solo sonreía—. Llegaron a un hermoso Prado con un árbol que tenía colgado un neumático.

Rachel fue la primera en subirse—¿Quieres que te empuje? —preguntó Damian.

Rachel asintió, pero cuando Damian la iba a empujar, Jon interrumpió—Yo empujaré a mí hermana. —dijo mientras comenzaba a impulsar a su hermana.

La cara de Damian enrojeció se rabia— Ella dijo que yo la empujara. —Damian comenzaba a enojarse.

—¿Y por qué ella le pediría ayuda a un enano? —el arrepentimiento rápidamente llegó al rostro de Jon al ver como los ojos de Damian poco a poco iban oscureciendo con malicia.

Sin previo aviso, Damian se abalanzó contra su compañero muy enojado. Los golpes no se hicieron de esperar y los puños chocaban en el rostro del otro.

—¡Basta! —gritó Rachel con fuerza— ¡Parecen niños pequeños!

Ambos se separaron rápidamente y la miraron con arrepentimiento— Perdón. —dijeron al unísono avergonzados.

—Argh, está bien, pero no vuelvan a pelear —amenazó apuntándoles con su pequeño dedo—. Ahora vamos a jugar.

Risas se escaparon de la tierna niña y comenzaron a correr entre las cosechas de trigo y plantas. El viento chocaba con sus caras, y era refrescante. Sus cabellos se desordenaban a medida que corrían y el cielo azul estaba cubierto con unas pocas nubes solitarias permitiendo el paso de la luz del sol, pero de pronto el pie de Rachel se enredó en una planta y cayó pegándose en la rodilla.

Damian llegó corriendo rápidamente hacia ella. —¿Estás bien? —preguntó preocupado cambiando su semblante serio por un más asustado.

Ella solamente negó con lágrima brotando de sus ojos y sorbeteandose la nariz.

—¡¿Estás bien?! —su hermano llegó corriendo muy asustado.

—¡Claro que no, estúpido! —le respondió Damian enojado.

Hermano celosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora