Day 1: Bloom

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Fue aquella tarde, mientras tiraba de la carreta que Mobei-Jun noto algo al costado del camino; era un pequeño capullo de flor, celeste como las túnicas del Ex-Señor del pico Ah Ding; suavemente se mecía con la leve briza de la tarde, el tallo parecía que se ropería en cualquier momento pero no lo hacía, solo se balanceaba de un lado a otro entre las rocas, tierra y pasto de a orilla. No conocía aquella flor, aunque en realidad no conocía muchas flores, pero aquella pequeña cosa atrajo su atención a tal grado que detuvo sus pasos para mirarla más de cerca.

— ¿Qué ocurre Mi Rey?— su pasajero, que hasta el momento creyó estaba dormido; se levantó para ver lo que ocurría. — Oh, es una pequeña flor, pero nunca había visto una como esa; debe de ser originaria de esta región. — Hizo el intento de bajar de la carreta pero el dolor de su pierna se lo impidió. — ¿A caso le gusta esa planta?—.

Mobei-Jun solo un pequeño ´Hmp´ como respuesta y siguió su camino.

—A ti… ¿Te gustan esas plantas? — no volteo a mirarlo, solo hablo mientas avanzaba.

—Supongo que son bonitas. — Las flores eran bonitas, pero no era como si fuese una doncella que las amaba con locura; pero no negaría que si rescribiese un ramo como regalo será bastante feliz.

Mobei-Jun solo siguió avanzando; el Hermano Avion creía escucharlo murmurar en voz baja; no comprendió el porqué de esa pregunta, pero supuso que por el momento no importaba, lo importante era que ahora comería fideos hechos por Su Rey.

Así los días pasaron, y pasaron, y pasaron, hasta que las estaciones cambiaron, o por lo menos lo hicieron fuera del territorio de Mobei-Jun, donde la nieve y el frio eran una realidad perpetua; el pequeño evento de la flor quedo en el olvido y el Señor Demonio del Norte continuo con sus obligaciones comunes; y de igual manera lo hizo su subordinado; pero había un pequeño cambio en su rutina habitual. El gran escritor no podía arrancar de él esa gran rasgo de su naturaleza; por lo cual cuanto tenía tiempo libre se dedicaba a redactar nuevas obras con la libertad que no tenía antes; aunque claro, dando un poco de Fanservice para las doncellas que compraban su trabajo. Fue durante una de esas tardes de escritura; se le había permitido salir del reino del norte por lo cual se hallaba en un pequeño restaurante, en una mesa alejada de los demás comensales había varias de sus notas algo desorganizadas junto con una botella de vino; llevaba un buen rato intentando plasmar una idea en él papel por solo había un montón de palabras sueltas e ideas incompletas junto con dibujitos simples; el olor a llegaba a su nariz junto con él olor a alcohol irritándola un poco; miro por la ventana hacia afuera donde la primavera llegaba a su apogeo; el cálido viento traía consigo el olor de las flores, unas cuantos pétalos y hojas llegaban por la ventana aterrizado sobre sus notas; rindiéndose con su trabajo comenzó a jugar con los pequeños invasores, los pequeños pétalos blancos eran lanzados hacia arriba; los ojos del ex-señor del pico los veía danzar en el aire con delicadeza.
Las flores eran algo hermoso, eran delicadas y trasmitían una sensación cálida al verlas; algo que difícilmente podría encontrar en el reino demoniaco del norte. Recordó aquel día en la carreta, como Mobei-Jun se había detenido para mirar ese capullo de flor; ¿a su Rey le gustaban las flores?  
Era algo extraño, Mobei-jun no se miraba como alguien que gustara de las flores, se miraba como un líder político que podría decidir ejecutarte si lo molestabas si quiera un poco; y aun así mantendría un rostro imperturbable. Imaginar esos rasgos fríos, ese rostro perfilado como una estatua de mármol y ojos como un par de zafiros, concentrados en una flor; pero la idea no era mala; imaginar a su rey de cuclillas sobre el suelo o recostado sobre el césped mientras en su mano había una pequeña flor; examinándola como si se tratase de un objeto raro o poderoso. El hermano avión no podía evitar sonreír con ternura ante esa imagen mental; imaginando quizá una pequeña sonrisa junto con algo de ternura en sus ojos. Le sorprendió lo sencillo que le fue imaginar aquella escena; pues no le era común ver una mirada así en él, pero no hizo nada por alejarla de su mente; y así la pequeña sonrisa se mantuvo durante varias horas hasta que se sintió incapaz de escribir una letra más; ya era tarde por lo cual se quedó a dormir en una pequeña posada; temprano en la mañana tomo su espada y voló de regreso con su Rey, pero lo que no se esperaba era que a los pocos minutos de poner un pie en el palacio uno de los sirvientes le arrastro hasta la habitación de Mobei-Jun comentando que su Rey había solicitado verlo con urgencia; eso logro alterar un poco a Shang QingHua que dejo tirados sus pergaminos y pinceles y se adelantó al sirviente y se adentró en la habitación sin siquiera anunciarse; su sorpresa fue grande al ser recibido con el golpe de un desagradable olor dulzón.

7 Vidas.| OS. |MoShang Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora