Darksiders one shots + imaginas

Soft Scenario (Furia)

Este relato va a ser un poco distinto ya que está protagonizado por Furia, sobre la que nunca he escrito nada y un humanito masculino :O si si, tal cual. No sé si hay algún chico leyendo esto pero si lo hay, espero que te guste :)
Recomiendo muy fuertemente una bebida caliente, ponerse los auriculares y dale al play a multimedia.

Te ahogabas. Era el único pensamiento que sacudía tu mente. Todo tu cuerpo se puso en estado de alarma y se movía por si solo freneticamente porque tu mente ya no tenía ningún control. Intentaste abrir los ojos bajo el agua de forma también instintiva pero el frío te hizo sentir punzadas y parpadeabas sin poder ver nada más que borroso.
No sabías en qué dirección estaba la superficie hasta que tu codo golpeó algo duro y frío. Era hielo. La superficie estaba sellada por una fría capa de grueso hielo imposible de romper pues la corriente te había arrastrado y ya no sabías en qué dirección se encontraba el agujero que se formó donde caíste.

Pues ya estaría. Tu vida no fue ni larga ni demasiado corta pero algo seguro si que fue: bien vivida. No te arrepentías de nada. Salvo claro, el último incidente.
Ya no llevabas la cuenta de cuántas veces Furia y tú habíais sostenido vuestras interminables riñas causadas por el orgullo de los dos. Había un juego peligroso entre ambos sobre la cuenta de quién tenía la razón, donde los dos y a la vez ninguno perdía nunca. Eso sí, de alguna forma las pequeñas disputas mantenían un constante juego por la dominación y en cierto modo era incluso divertido. Ya ni recordabas el motivo esta vez.
La verdad sea dicha: no eras un tipo orgulloso en extremo, a diferencia de ella. Pero te pisaba los nervios demasiado la injusticia de saber que tenías razón y simplemente por orgullo ella jamás lo reconocía.
Pues ya nada de eso importaba. Tu visión se nubló y finalmente ya no había nada. Ni espacio ni tiempo, ni razón que llevar. Solo nada.

Varios toques en la frente y el cuello te arrancaron de los brazos de la nada. Muy despacio abriste los ojos y te tomó varios segundos para ser consciente de lo que pasaba a tu alrededor. La confusión se disipaba por momentos mientras la realidad se iba haciendo poco a poco menos borrosa.
Furia estaba sentada al borde de la cama, a tu lado, con un paño húmedo en la mano.

-Buenos días bella durmiente. ¿Qué te tomó tanto tiempo para despertar? ¿Te cansaste de esperar un beso? - preguntó irónica - Sigue soñando.

-Yo también te quiero Furia. - hablaste divertido aunque con voz muy quebrada. La garganta te dolía horrores y podías jurar que tenías algunas décimas de fiebre.

Ante tu comentario la viste abrir un poquito los ojos de forma sorprendida aunque nada. Siguió sin inmutarse.

Todavía recordabas cómo le confesaste lo que sentías por ella. En una ocasión la hirieron de mucha gravedad intentando protegerte de Ira, el más mortal de los pecados capitales. Pensaste que no se recuperaría y tras todo lo que habíais pasado juntos, tus sentimientos por ella se hicieron evidentes. Era cierto que la jinete era cuanto menos difícil de tratar y más de querer. Pero no había nada que te encantaba más que esa fiereza que la definía.
Le confesarte con lágrimas en los ojos que te importaba más que nadie y la cuidate hasta que finalmente se recuperó.
'Mala hierba nunca muere'  pensaste. Aunque esta hierba fuese la peor entre las hierbas, por eso mismo era la más resistente también.

Ella no dijo nada. No aceptó ni desechó tus sentimientos. Simplemente no habló del tema y en cierto modo no esperabas que lo hiciera. Aunque observabas sus acciones y eso ya te daba una pista: no se alejó ni te rechazó por una parte. Y, por otra, siempre cuidaba de ti. Como esta vez por ejemplo. Estabas seguro de que hizo añicos todo el hielo del lago para encontrarte, salvándote la vida. Ahora, se encontraba al borde de la cama cuidando tu fiebre. Nunca nada con ella sería normal y lo aceptaste. Estar a su lado era suficiente por ahora.

Era la primera vez que estabas en su habitación. Y en su cama también. Pudiste observar que no era una persona muy dada a la decoración aunque todo lo que había alrededor estaba bien colocado y en su sitio.
Ella se marchó por un rato y te incorporaste despacio para mirar alrededor.
La cama era grande, de sábanas blancas, varias mantas encima y cuatro almohadas de pluma que olían a ella. La estructura de la misma era de madera. Encima había un cuadro del lago donde caíste aunque en primavera, probablemente pintado por ella misma (en alguna ocasión la sorprendiste pintando). Admiraste el cuadro un rato para después pasar tu mirada alrededor de nuevo.
A mano derecha descansaba un sillón grande, negro y a mano izquierda tenías una ventana redonda. Fuera era de noche y había una fiera tormenta. Probablemente el hielo del lago se derretiria con la tardía llegada de la primavera.
Delante de ti las paredes del dormitorio formaban un arco que daba a una pequeña sala de estar. No pudiste ver mucho desde donde te encontrabas así que, despacio, te levantaste para echar un vistazo pues todo tu cuerpo estaba dormido y amortiguado.

¡LA MADRE DE TODOS LOS SANTOS!
Estabas con el torso al aire pero lo curioso eran los pantalones: estaban secos y no eran los mismos que llevabas antes. Preferiste no pensar en ello y seguiste caminando. En la sala contigua habían dos sillones de tapicería lila alrededor de una mesilla redonda de madera. El conjunto estaba muy convenientemente situado delante de la chimenea. Te sentase en uno de los sillones y extendiste las manos frías hacia el fuego.
A ambos lados de la chimenea habían otras dos ventanas redondas y a mano izquierda, pegado a la ventana se hallaba un pequeño armario de madera con vitrina donde ella guardaba sus utensilios de pintura. Encima de la chimenea había un estante de madera con algunas velas a los lados y una figura de un caballo de madera levantado sobre las dos patas traseras. Estaba hecho a mano, seguramente por su hermano Guerra. Encima del caballo, otro cuadro producto de sus manos.
No había mucho más salvo la cómoda de la derecha, una alfombra roja bajo tus pies y una lámpara redonda llena de velas sobre tu cabeza.
El sitio era acogedor y ordenado a la perfección donde la simetría jugaba un papel importante.

Ni bien acabaste de ojear su habitación, Furia entró de nuevo por la puerta llevando una taza de lo que suponías era una bebida caliente que humeaba.

-¿Quién te dio permiso para salir fuera de la cama? - te miró con una ceja ligeramente levantada al poner la bebida delante de ti, sobre la mesilla.

-Tenía el cuerpo entumecido y también algo de frío. Intentaba entrar en calor delante de la chimenea. - respondiste tomando la taza entre las manos. - Gracias, por cierto. - señalaste la taza.

-Cuando acabes vuelve a la cama. - exigió.

No tardaste demasiado en hacer lo que pidió. Sentías el cuerpo cansado y los párpados pesados.

Te llevaste una agradable sorpresa al verla en el sillón del dormitorio, plácidamente dormida. Tomaste una de las mantas de la cama y se la subiste despacio hasta el cuello para no despertarla. Se movió un poco y soltó un suspiro. Agarraste con delicadeza un mechón de su cabello flotante que siempre te había fascinado y la miraste sonriendo.
'Mírala ahí dormida, parece incluso buena'. - pensaste.

Esa noche te quedaste dormido mirándola. Su leve aroma entre las sábanas de su cama te envolvieron en un abrazo hasta que te rendiste al fin, en brazos de Morfeo.

Hasta ahora este relato ha sido el más difícil. Nunca había escrito sobre Furia y sinceramente su personalidad difícil y tajante me hicieron la tarea bastante dura. Es casi imposible crear un escenario Soft con ella manteniéndose fiel a su personalidad. Dios, menuda mujer.
En fin, ha sido divertido y extenuante a la vez. Todo un reto.
Dime qué tal te ha parecido y si te ha gustado, dale a Furia un poco de love con tu pequeña estrellita a ver si le da un poco de cariño a nuestro pobre humanito enamorado.
Ya sólo falta nuestro querido y sasseante Muerte. En breves nos leemos.

Nessa~