Soy Sia, una chica de 30 años que lleva una vida bastante sencilla. Vivo en un pueblo pequeño, donde por las mañanas trabajo en la floristería de mi tía y por las tardes en un restaurante.
Hace un par de años me mudé con mi mejor amiga, Ela Arslan.
Ela es de Estambul, pero lleva ya cinco años viviendo en España por temas de estudios y trabajo.
Aunque nuestras carreras no tienen nada que ver, siempre hemos estado muy unidas. Ela estudió arquitectura y yo veterinaria exótica.
Probablemente te estés preguntando por qué, con esa carrera, no trabajo como veterinaria. La respuesta es fácil: el zoo más cercano está a unos 100 kilómetros. No me he podido ir de aquí por mis lazos familiares, especialmente porque los restos de mi madre están en este pueblo. Sé que puede sonar un poco raro, pero no he encontrado otra razón de peso para marcharme.
Un día a principios de junio, Ela llegó a casa completamente enfadada. Me contó que su jefe estaba a punto de despedirla. Mientras hablaba por teléfono con su padre sobre el problema, él le sugirió que volviera a Estambul. Pero Ela le respondió que no quería dejarme colgada con el alquiler del piso. Entonces, su padre le propuso hablar con un contacto a ver si me podían hacer una entrevista para trabajar en un zoológico en Estambul. Ela, mientras me lo contaba, estaba emocionadísima, pero yo no tanto. ¿Cómo me iba a ir? Dejar a mi tía, mis raíces, todo lo que conozco...
—Es una gran oportunidad para las dos, Sia. Aquí tampoco eres feliz, y necesitas encontrar tu camino. Pruébalo unos meses, y si no te gusta, ya veremos cómo se soluciona —me dijo.
—Pero es solo una entrevista, no hay ninguna garantía de que consiga el trabajo —le respondí, dudosa.
—Aquí tampoco tienes nada seguro —me soltó con firmeza—. Perdona que te lo diga, amiga, pero tienes que pasar página de lo que pasó, y aquí no lo vas a lograr.
—¿Por qué me sacas ese tema ahora, Ela? Sabes que no quiero hablar de eso —repliqué, molesta.
—Lo siento, tienes razón. Mira, hagamos una cosa... Haces la entrevista, y si te cogen, genial. Si no, pasas el verano allí y luego decides, ¿vale?
—Primero quiero hablar con mi tía —concedí, aunque aún insegura.
Al día siguiente, cuando llegué a la floristería, no sabía cómo decírselo a mi tía. Me armé de valor y se lo solté todo de golpe. Creo que por poco le da un infarto de la impresión.
Pero luego me miró y me dijo que yo tenía que hacer mi vida, y que pasara lo que pasara, ella siempre estaría conmigo.
Esa noche, después de hablar con Ela, llamamos a sus padres para contarles que nos íbamos a Turquía.
No voy a mentir, me hacía muchísima ilusión el viaje. Mis únicos viajes hasta ahora habían sido por España, y Estambul sonaba a una aventura completamente nueva.
Al día siguiente, Ela decidió no volver al trabajo, y aprovechando que mi tía me dio la mañana libre en la floristería, nos fuimos de compras para ultimar los preparativos del viaje.
El padre de Ela le llamó, y lo único que alcancé a escuchar de la conversación fue...
—¡¿2 días?! —gritó Ela—. Vale, papá, nos vemos pronto. Un beso. —y siguió hablando en turco.
—Vale, creo que no me he enterado bien... ¿has dicho 2 días? ¿Nos vamos en 2 días?
—Evet —confirmó Ela.
—No estaba nerviosa, pero ahora creo que me estoy poniendo un poquito nerviosa —admití.
Los dos días siguientes pasaron entre despedidas de amigos, con mi tía, haciendo maletas y cotilleando cosas sobre Estambul. El jueves por la noche, mientras cenábamos con unos amigos, entre risas y alguna que otra lágrima, me regalaron un álbum de fotos con recuerdos de nuestras salidas, vacaciones y la boda de algún amigo. Solo quería darles besos y abrazos a todos. Los iba a echar mucho de menos.
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DÉJAME SABER QUIEN ERES
Fanfiction¿PUEDE UN CHICO QUE ES EL CENTRO DE ATENCIÓN ENAMORASE SE UNA CHICA NORMAL? ¿QUIEN ES EL CUANDO SE APAGAN LOS FOCOS? ¿PODRÁN SEPARAN LA REALIDAD DE LA FICCIÓN? EL AMOR DELANTE DE LAS CÁMARAS ES MUY FÁCIL TODO ESTA ESCRITO Y SOLO HAY QUE INTERPRETAR...