Día 1

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La primavera estaba en su esplendor, los árboles frondosos daban las mejores sombras y en el jardín, las flores exhibían los más variopintos colores.

Para cualquier otra persona, el canto de los pájaros hubiera sido el sonido más cautivador de las mañanas, pero para Clara era insoportable, sobre todo después de que se había dormido pasadas las cinco de la mañana, por aquella famosa frase "Un capítulo más y voy a dormir"

¿Pero quién podría juzgarla?

Netflix era lo único que tenía en esos tiempos de cuarentena.

Una que se había extendido por los últimos seis meses.

Al principio Clara lo había tomado como unas pequeñas vacaciones, en las cuales como tanta gente, descansaría de la rutina del trabajo.

Pero una cuarentena debió durar solo cuarenta días y ahora ya se le hacía pesado. Extrañaba reunirse con amigos, salir a cenar con Ramiro, su vida diaria que tan lejos parecía haber quedado, también comenzaba a extrañar el trabajo.

El confinamiento era tan agobiante, que cualquier excusa era válida para salir de casa de su madre, incluso, hacer las compras.

La puerta de su habitación se abrió de golpe y su madre pasó apurada, desde la sala podía escuchar la música de Alexander Pires - Banda sonora oficial de los días de limpieza general de su madre - ella abrió las ventanas de la habitación y ahora el grito repetitivo de los pájaros se colaba con más intensidad.

- Hay que traer pan y me quedé sin aceite. - comenzó la mujer, mientras que Clara se tapaba con la almohada, dejando apenas un espacio para controlar los movimientos de mamá.

- Si no piensas salir de la cama, puedo decirle a tu hermano que vaya a comprar. - Agregó a sabiendas que era la motivación que necesitaba para que su hija decidiera ponerse en movimiento.

Clara era una mujer atractiva, en la que los rasgos italianos de su difunto padre, estaban muy presentes. Cabello lacio y negro, al igual que sus grandes ojos, una nariz a la cuál siempre comparaban con la de Laura Pausini y su boca de labios carnosos, despertaban las más intimas fantasias en aquellos que la cruzaban. En cuanto a su cuerpo, era más bien delgado y en su metro setenta, solía dar la apariencia de serlo aún más.

- No, voy yo. - Respondió al fin, con la voz somnolienta. - Pero vuelvo a la cama después. - Advertió a sabiendas que su madre querría que la ayudara con la limpieza al regresar y por el contrario, la mujer sonrió.

- Cuando veas el hermoso día que hace hoy, te lo acabarás pensando. - Le dijo señalando a través de la ventana y Clara hizo una mueca de desagrado, pero a decir verdad, le encantaba sentir que había vuelto a ser la adolescente consentida de mamá.

- No, no lo creo. - Respondió siguió en su personaje de caprichosa, al tiempo que salía de la cama y buscaba las crocs que jamás estaban juntas. - ¿No viste la otra? - Preguntó y su madre volvió a sonreír.

- No pierdes esa cabeza porque la llevas pegada. - Bromeó al agacharse para tomar el calzado junto a la silla del escritorio.

- ¿Pan y aceite? - confirmó.

- Y jabón en polvo. - Agregó.

- Vale. - Respondió abandonando la habitación y sin peinarse siquiera.

- ¿No vas a ponerte nada más? - Le preguntó asombrada de que su hija saliera en pijama, el que consistía en un pantalón deportivo y una remera estirada de Aerosmith. Clara volteó a ver a su madre y sonrió por primera vez.

- Como si fuera a haber mucha gente en la calle. - Bromeó.

Bajó las escaleras y vió a su hermano pequeño, sentado en la sala, jugando Fornite con su vaso de leche chocolatada y un plato de cereales. Tomó el cubre bocas de triple paño de tela y se encaminó a la puerta.

- ¡Trae gomitas! - Gritó el mocoso cuando ya estaba saliendo, pero Clara le respondió con un portazo.

En efecto, no había nadie en la calle, excepto por aquellos vecinos que usando sus ropas más cómodas, con manguera en mano, humedecían el césped en sus jardines y ni siquiera se molestaban en saludar cuando Clara levantaba su mano, de todos modos, era algo que le tenía sin cuidado, se puso sus audífonos y reprodujo desde Spotify la lista de éxitos de Analisa Scaronne.

Llegó al MiniMarket de aquel hindú antipático que le recordaba a cierto personaje de serie animada y activó la cámara de instagram para tomarle una foto a la fila de más de diez personas aguardando ser atendidas.

"Mañana ocupadas, vuelva prontos #Apu"

Escribió en su publicación y luego vio una foto en blanco y negro de un florero, que pertenecía a su amigo Ramiro, fue en ese momento que escuchó el fuerte impacto de dos automóviles colisionado. Todos en la fila voltearon a ver el cruce de calles, donde había ocurrido el accidente, inclusive hubo algunos curiosos que se acercaron a ver.

El auto golpeado, recibió el impacto en la puerta trasera del lado del acompañante, mientras que el conductor del auto cuya trompa había sido destruida, tenía el rostro hundido en la bolsa de Airbag.

Un hombre delgado y con ridículos bigotes de motociclista, abrió la puerta, mientras gritaba que llamaran al 911 y que necesitaba aire, por lo que le sacó el cubre bocas. Hubo quien dijera que no había que moverlo, Clara se acercó a la ahora multitud que rodeaba los carros, filmando en directo para Instagram, cuando el sujeto de bigotes sacaba al conductor del auto y lo recostaba en la acera. Otros atendían al dueño del carro golpeado, que pese a unos pocos raspones en el brazo y la frente, no acusaba lesiones más graves.

El hombre se retiró el cubrebocas, procurando respirar mejor y tras su cuarta inhalación profunda de aire, llevó una mano a su pecho, hincando las rodillas en el suelo.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó la mujer a su lado y el hombre simplemente la atacó, saltando sobre ella y descargando golpes y arañazos en su cara, que acabaron por correrle el cubrebocas y en pocos segundos, el hombre saltó sobre un anciano que quiso separarlo, repitiendo el ataque, mientras que la mujer en el sueño, comenzaba a retorcerse, hasta que se puso de pie con sus ojos completamente desorbitados y también atacó a alguien.

Por acto reflejo Clara bajó el celular soltando un grito de terror y alguien más gritó a su espalda, pues el sujeto en el piso también atacó al bigotudo y la gente comenzó a gritar y correr, chocando unos con otros, mientras un coche patrulla llegaba a toda velocidad y en la cámara aún encendida de Clara, se registró como un niño que se había soltado de la mano de su madre en toda aquella confusión, fue arrollado por el coche de la policía.

Clara dió media vuelta para regresar a su casa, mientras a su alrededor aquellos que fueron víctima de esos psicóticos, atacaban a otras personas y mientras ella corría alejándose, podía ver como del interior de las casas, más personas agresivas salían corriendo, atacando a sus propios vecinos que se habían asomado a ver qué estaba ocurriendo , Clara comenzó a retroceder sobre sus pasos y en medio de todo aquel caos, alguien tomó de su brazo.

- Vamos por aquí. - Le dijo el chico encargado de mover los carritos en el estacionamiento del MiniMarket, llevándola al interior del negocio, junto con otro montón de gente asustada que a través de las vidrieras, habían visto como los policías fueron atacados por los infectados.

- Hay que bajar las cortinas metálicas. - Dijo el muchacho y Clara estaba presa del miedo, no era capaz de reaccionar, pues su mente estaba en su madre y hermano a varias calles de allí.

En la televisión, se hablaba de que el brote psicótico se estaba dando en todo el país y el hindú ordenó que nadie se quitara el cubrebocas, porque un rato antes, en televisión lo habían aconsejado.

Los infectados se agolparon contra la cortina metálica sacudiéndola como si quisieran arrancarla de sus guías. Todos estaban asustados y el chico que había salvado a Clara, fue hasta el final del MiniMarket, mientras que el hindú abría una puerta de servicio.

- Tenemos que salir por la puerta trasera. - Propuso el chico.

- Hay que subir a la azotea. - Propuso en cambio el hindú.

¿Qué harás para sobrevivir a esta pandemia?

Tienes tiempo hasta el 23 de Septiembre, la historia se ajusta a las desiciones que tomes.

Zombid 19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora