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Estados Unidos de América y la Unión Soviética habían dado inicio a la marcable Cold War, terminando por darse un tiempo entre ambos, un tiempo lleno de molestias, aunque en realidad, ese tiempo fue por problemas diplomáticos, no personales, que terminó poniéndolos así. No eran ellos, eran sus jefes los que lo ordenaban. No pudieron avanzar más de lo que había sido su primer beso en su relación algo complicada para la época después de la Segunda Guerra Mundial.  

Comenzando su carrera espacial tuvieron varios choques, ahí lo profesional aparentaba volverse personal, así que iniciando la década de los 60's, USA optó por ir a Moscú, escapando de Kennedy con la excusa de llevar a Alemania Occidental a ver su territorio, aunque en realidad se fugó al Moscú junto con el menor. 

Era medianoche y hacía un terrible frío, el pequeño de descendencia alemana quiso acompañar a su tutor, así que ambos fueron a la plaza roja, a caminar por los alrededores. Había toque de queda, pero nadie se inmutó de la presencia de ambos, cosa que le pareció rara al estadounidense. Con lo helado que hacía optó por darle su saco al más pequeño, a lo que ambos se sentaron en una banca que daba vista a La Catedral de San Basilio, el americano suspiró cansado, con frío, haciendo nacer un silencio algo común entre ambos. 

 — Señor América. — llamó el niño, captando la atención del llamado. — ¿Si, Alemania? — Enunció el dueño de cincuenta estrellas. — ¿Es verdad que hay una especie de Momia en exhibición? — El americano lo miró con notoria confusión, pero no fue que intentó articular la palabra hasta que alguien se sentó al lado de él y optó por contestarle al niño: — Ahora no está expuesto al público por algunos problemas—

La gruesa voz de la USSR provocó que tremendo escalofrío le recorrió  la espalda a USA, qué volteó la cabeza como si fuese el exorcista, demasiado asustado por estar pisando territorio soviético en plena tensión de control mundial.

USA, qué además de temblar por el frío temblaba por el miedo, para después sentir la mano de USSR acariciarle el cabello, inclinándose hacía él para besarle la frente al estadounidense, mientras el niño miraba estupefacto a ambos adultos.

— Fly me to the moon. — Pronunció USSR, dedicándole la mejor sonrisa al estadounidense, haciendo que él sintiera tremendo calor en el pecho que no sentía desde que todo ese asunto había comenzado — And let me play among the stars...— Siguió el estadounidense. Cómo era costumbre hace varios años; la URSS se sacó su gabardina y se la dejó encima a América, a lo que ambos se miraron con esa ternura que solo había entre ellos, y solo ellos se lo provocaban mutuamente....

Quizá... Solo había que organizarse.

Después de ello siguieron viéndose a escondidas del gobierno, pero, raramente el estadounidense tomó de pelear en el ejército contra Vietnam un par de años después. Russia estaba enterado, y de cierta forma le preocupaba de que algo le pasara a su trofeo. Mientras tanto la USSR lo tenía en cuenta, y no le tomó importancia, pues sabía cómo era su americano.

Aunque cierta inquietud se levantó en ambos cuando se enunció que el gran amante del petróleo había perdido contra el asiático. Aunque USSR estaba estupefacto por el poder en el que había influenciado, cómo pudo viajó hasta territorio estadounidense, Russia no, pero envió un espía ruso.

USA estaba bien, hasta que la USSR llegó, dónde por primera vez, esperando un abrazo por parte del soviético recibió tremenda golpiza por parte del socialista, que sí no murió en campo de batalla, casi lo mata.

Así pasaron los años, sin que USA se diera cuenta de las intenciones ni de la URSS ni de la RSFSR, dejándolo pasar y tratar de mantenerse con la USSR pese a terrible tensión entre políticas.

En la actualidad, eso era algo que mantenía pensando a USA acerca de tener una pareja, pensando en lo mucho que se preocupó por su amado e incluso por sus hijos, aunque a final de cuentas acabaron cómo fuego cruzado, con todos.

El estadounidense no sabía sí eso en realidad era su culpa, así que, ahí otra razón por la cuál le carcomía el sueño sin poder consiliarlo. Tremendas bolsas bajo el celeste de sus ojos. Mejor se dejaba los lentes.

El mismo China lo había notado, pero sin saber a qué se asociaba exactamente, pero si relacionando con lo que él supo acerca de la USSR y él. Sí le llegaba a preocupar, sobretodo porque él conoció a su amigo, y sus manías.

Ahora USA estaba sentado ahí, en esa banca, la misma dónde hacia ya muchos años se había reencontrado con la USSR en medio de un conflicto innecesario que pudo haber desatado una Tercera Guerra Mundial, aún recordaba como se sentía y el modo en el que su pequeño Alemania los había visto, claramente sospechando.

Comenzó a sollozar y lagrimear por lo bajo, después de todo el lugar estaba poco habitado por la contingencia, además de que estaba oscureciendo.

— Noches de Moscú... — Habló por lo bajo con las lágrimas bajando por sus mejillas, entablando una sonrisa para sí mismo. Apenas se estaba relajando con sus mejores recuerdos, cuando la USSR le cantaba aquellas canciones soviéticas que tanto le encantaban al de cincuenta estrellas, se quitó las gafas y las enganchó a su chaleco, suspirando mientras sus ojos seguían cristalinos.

Una figura más grande qué él se sentó a su lado, pasando un fuerte brazo por encima de sus hombros. El americano percibió por todo su cuerpo tal escalofrío que solo una persona le podría haber causado, pero ahora, su hijo lo hacía. "¿Realmente se tienen que parecer tanto?" Pasaba por su cabeza, pues juraría qué quién estaba sentado al lado era la misma Unión Soviética.

— Америка— llamó Russia al estadounidense, quién solo se quedó con la mirada baja, sin querer hacer contacto con el más alto. — Can I help you, Russia? — cuestionó amablemente, tratando de que su voz no sonase tan quebrada. El brazo de Russia le hacía sentir una sensación indescriptible, una mezcla de miedo, amor, emoción, molestia y resentimiento, pero no sabía cómo quitarla, era patético. — ¿Tienes tiempo para salir? — preguntó el euroasiático con su marcado acento.

USA cómo pudo se levantó y miró directo los ojos grisáceos del contrario mientras se acomodaba las gafas. Russia no pasó por desapercibido la marca en el rostro del americano.

Russia ya se estaba desesperando del rechazo de él hacía él. Pero aún no sabía de comenzar a tomar más cartas en ese asunto. — Mañana regreso a mi territorio por la mañana, así que me gustaría ir a dormir, Russia. Aún así gracias por tu invitación. — Le contestó al ruso. Sin más comenzó a retirarse, sacando su teléfono celular para iniciar una llamada con quién sabe quién.

Russia solo lo miró queriendo matarlo, cada vez lo toleraba menos, "¿Qué no debe ser él el que me quiera a mi?" Soy igual de fantástico que él" planteaba una y otra vez desde hace veinte años, casi treinta, desde el primer rechazo. Aún recordaba si primer encuentro, y la primera vez que se sintió libre de poder estar cerca de él, de poder tenerlo para él y solo sobre él, e inolvidablemente la vez que se puso hasta el culo y se lo dió, gimiendo el nombre de su padre. Tremenda navidad.







Queridos lectores, aquí una nota; voten culeros, que solo actualizo cuando miro que a gente le está gustando.

Aún no hay títulos, así que acepto sugerencias específicamente en esa zona.

También sé que está un poco corto, pero ya pondré más amor al escribir.

¿Dudas?

Gracias por leer. (ノ◕ヮ◕)ノ*.✧

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