capitulo 5: el desierto samurai

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Desde norte a sur de oeste a este, se ha descrito una leyenda, enterrada en las fauces de la arena, la cual cuenta como los terrores más temibles se escondan en un lugar donde la luz derretía cualquiera alma y los rayos de la luna congelaban hasta a el espíritu más fuerte, kilómetros y kilómetros de solo arena y cactus era lo que describen al desierto una zona árida, o eso dicen las malas lenguas, nadie jamás se había intentado aventurar en las calurosas arenas del desierto, ¿que habrá más allá de sus fronteras?.

-Tengo sed- exclamó Jack, con un tono cansado y algo irritante.

-Lo sabemos, todos tenemos sed- exclamó Tamon molesta.

-Llevamos caminando por horas y no hemos visto nada más que cactus y arena por kilómetros, además que mi pelaje no ayuda- reclamó el felino, el cual se había arrodillado en el suelo, jadeando.

-Vamos, no es tan malo, ¿o sí?- dijo Gerardo, tratando de animar a sus compañeros.

Los dos jóvenes cansados y con calor, miraron incrédulos a Gerardo, se preguntaban cómo era posible que en las tres horas que llevaban viajando, él aun con el peso extra de tener que cargar con el felino no se hubiera detenido ni quejado, ni siquiera parecía deshidratado.

-Es fácil para ti decirlo, tu no te deshidratas- exclamó Jack indignado.

-Y sin contar tu resistencia inhumana- agregó Tamon.

-Vamos, veanle el lado positivo, llevamos más de 3 horas caminando y ningún monstruo nos ha atacado- dijo Gerardo optimista.

Justo al terminar su frase, una sombra gigantesca se elevó sobre los tres jóvenes, los cuales voltearon incrédulos, no era posible tener tal mala suerte, ¿verdad?, pues aunque no lo quisieran admitir, sabían que eso no eran buenas noticias y cuando al fin los ojos de los tres jóvenes se pudieron adaptar al repentino cambio de luz gracias a la sombra, pudieron discernir como una gran criatura, parecida a una montaña los miraba, con un interés preocupante.

-¿Tenías que hablar, no?- dijo Tamon.

-En mi defensa, ¡no pensé que tendríamos esta mala suerte!- exclamó Gerardo.

La bestia no se hizo esperar más, y con un gran grito de guerra se abalanzó sobre nuestros cansados adolescentes, los cuales esquivaban a la bestia por los pelos, empezando así una nueva persecución.

-Levántense ya no hay tiempo que perder- grito Gerardo.

-Nah, yo ya acepté mi destino- dijo Jack con una calma inesperada.

-Yo no, pero que se le va a hacer...- complementó Tamon.

Gerardo gruñó incrédulo y rápidamente levantó a sus dos compañeros, poniéndoles en su espalda, empezando rápidamente a correr lo más rápido que su cuerpo le permitiera.

-Como pesan tanto, he cargado yunques más livianos que ustedes- dijo Gerardo con algo de esfuerzo, mientras trataba de aumentar la velocidad.

Mientras que la gigantesca bestia sacudía la arena, moviéndose de una manera vertiginosa, aunque algo desesperada, pareciese que la bestia no había comido en un buen tiempo.

-¡EY! me pueden hacer un favor y empezar a ayudar- exclamó Gerardo con algo de rabia.

-Estoy en ello- dijo Tamon.

-plum pondus-

Justo cuando Gerardo iba a preguntar que se suponía que debía pasar, su cuerpo se sintió mucho más liviano, mientras su corazón se acelera cada vez más y más, Gerardo sentía como la sangre corría con facilidad a través de cada vena de su cuerpo.

Shadow Souls: El Alma InternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora