Resurrección.

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Domingo, 22 de marzo 4:28 a.m.

Alisson Weasley.

Desperté en una oscura habitación que a mi parecer estaba vacía. Me senté en la cama y sentí como una fuerte y aturdidora jaqueca se apoderó de mí, intenté colocarme de pie, pero un mareo me invadió, haciéndome caer nuevamente en la cama. Sentía mi boca seca como un desierto, no sabía dónde estaba ni que me había sucedido, pero debía averiguarlo. Tras un segundo intento de levantarme comencé a caminar muy despacio, ya que me costaba muchísimo. Llegué hasta la puerta y junto a ella visualicé una pequeña luz verde que indicaba la ubicación del interruptor-Ahora que lo pienso, necesitaba una de esas en mi habitación-. Encendí la luz y confirmé mi soledad en aquella habitación y mi jaqueca arreció.

Del otro lado de la habitación observé mis botas, celular y cartera, las cuales tomé y me las coloqué, acomodé mis cabellos alborotados frente a un gran espejo que yacía en aquella solitaria habitación para salir de ella. Una vez fuera supe que era la casa de Ethan y caminé lo más rápido que pude hasta la planta baja de la mansión para encontrarme con todas las personas de la fiesta reunidas, admirando lo que parecía una discusión con Mía, Emma, Jack, Damián, Lucas, Ethan y… ¡Demonios! ¿Esa era Megan? Llegué al pie de las escaleras y todos me observando como si esperasen algo de mi parte.

~Y coloqué la droga en la copa, pero fue Alisson quien tomó de ella-Logré escuchar esta última frase con claridad.

-¿Droga?-Los miré a todos confundida, sin obtener una respuesta-¿Alguien puede decirme que demonios está pasando?-Arrecié mi carácter.

+Debemos irnos, Alisson-Megan se acercó a mí.

-No iré a ningún lugar sin obtener una respuesta clara-Vociferé enfadada.

+Alisson, debemos irnos, ya amanecerá y debemos estar en casa antes de que Abby despierte.

-Dije que no iré a ningún lugar, Megan-Sentía como mi rostro se calentaba por la impotencia.

+Alisson, por favor. Prometo explicarte en el camino, pero ya vámonos.

¡Dije no!-Alcé mi voz.

+Chad colocó droga en tu bebida, ¿Feliz? Ahora, por favor si eres tan amable vámonos de aquí o tu padre nos matará a ambas-Me reprendió mi amiga igualando el volumen de mi voz.

-¡Imbécil!-Insulté por lo bajo a Chad quien se encontraba detrás de mí mientras mi amiga me halaba del brazo para sacarme de allí.

★★★

Domingo, 22 de marzo 1:36 p.m.

+A ver si entendí, el imbécil de tu enamorado sintió de celos de que te estuvieses besando con el rubio guapo en su cara y colocó droga en la copa que supuso sería para él, pero de la cuál bebiste tú-Replicó mi hermano sentado en una silla alta de la isla de la cocina.

-¡Wao! Si lo dices así suena peor-Mascullé mientras introducía en mi boca un pequeño trozo de la zanahoria que estaba cortando para el almuerzo.

+¿Y cómo sonaría mejor?-Preguntó dibujando una mueca de confusión en su rostro.

-La verdad no podría-Acepté-¿Podrías pasarme las cervezas que están en el refrigerador?-Le pedí a mi noble hermano, quién me obedeció enseguida.

*Suena el timbre*

-Megan y Tracy llegaron-Le informé a mi hermano-Vierte las cervezas en la bandeja en la que está el pollo y mételo al horno.

+Bien

~YO VOY-Gritó Abby descendiendo rápidamente por las escaleras.

-Abby, ¿Qué te hemos dicho sobre abrir la puerta?-Reprendí a mi hermana.

~No debo hacerlo si no hay un mayor conmigo-Recitó con un aire de vergüenza en su voz.

-Bien, ¿Ya te duchaste?

+Amm…

-Ve-Le ordené a Abby quien corrió por las escaleras.

Continué caminando hacia la puerta para recibir a nuestras invitadas, mientras todo el lugar se sumía en una profunda tranquilidad y la música que mi hermano escuchaba en la cocina ambientaba el lugar.

+Alisson…-Escuché que pronunció la mujer que tenía frente a mí-Alisson-Insistió esa persona; la causante de que mi corazón y cuerpo se estremecieran, de que mis ojos se cristalizaran y un nudo se posara en mi garganta dejándome sin palabras-Alisson Weasley, por favor. No he venido del más allá para que me ignores de esta manera.

-Subí la mirada para observar nuevamente a aquella mujer.

¡No podía ser! Era ella. Sus labios gruesos, su nariz tallada, sus cabellos castaños semi-ondulados, sus largas pestañas, sus cejas moldeadas a la perfección enmarcando sus hermosos ojos verdes como un par de relucientes esmeraldas. ¡Santo Dios! Esto no podía ser real, no podía ser ella. Seguramente los efectos de la droga que me dio Chad seguían activos y me hacían imaginar este tipo de cosas. Me negaba a creer que fuese real.

+¿Dirás algo o sólo te quedarás de pie frente a mí, observándome como si fuese un fantasma?-Consultó con una mirada penetrante.

-¿Acaso no es eso lo que eres?-Me atreví a hablar, reteniendo las lágrimas a punto
de salir.

+Nena, ¿No me ves? Soy yo; tu…-Interrumpí sus palabras.

-No, no eres tú. La tú real ya no está aquí.

+Lo dices como si hubiese muerto-Suspiró con la desilusión en su rostro.

-Para mí lo estás. Y también para el resto del mundo, así que por favor vete de mi casa, ahora.

+Cariño por favor…

-No me llames así.

+Ali…

-Tú estás muerta, yo fui a tu funeral y también cientos de personas.

Odio, Dolor, VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora