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Londres, 1941

Su corazón latía con fuerza y no podía dejar de ver las ruinas de lo que hace unos escasos minutos fue una iglesia, ¿Que acababa de pasar?, Crowley lo había salvado de esos nazis e igualmente había salvado a sus preciados libros de primera edición.
Su humano corazón latía con una inexplicable velocidad, juraba escuchar el latir en sus oídos mezclándose con el sudor de sus manos que sostenían el maletín.

No... eso estaba mal.

Nunca había sentido algo así, pero sabía bien lo que significaba por la buena cantidad de libros con temática romántica que había leído por años.

Cómo lo temía, estaba enamorado del que se suponía era su enemigo...

Torpemente se dirigió a dónde estaba el pelirrojo para que lo llevara a su librería y poder procesar con más libertad el sofocante sentimiento que hacía que su pecho doliera y su sistema fallara.

SoHo, Londres, 1967

No entendía, simplemente, no entendía, su pobre y aturdida mente no terminaba de procesar con éxito lo que acababa de pasar.
Ir muy rápido... ¿Cómo qué muy rápido?, Si no lo analizas mucho tal vez hace referencia a que conducía como alma que llevara el diablo –bueno si, pero ese no era el caso.–

Pero si lo pensabas bien, por el tono en como lo dijo, no hablaba de eso... Hablaba de la relación que ellos tenían.

Pero... ellos se conocían de muchísimos años, sin exagerar, ¿Y aún así iba demasiado rápido?
Dolía, no lo iba a negar, eso era una de las cosas que desagradaban demasiado al demonio, tenía una terrible debilidad a Aziraphale.
El sentimiento que tenía hacía él, no le molestaba en lo más mínimo, se podría decir que desde que lo vió se enamoró, es solo qué... por cosas como estas, no se atrevía a dar un siguiente paso.

Era frustrante, él quería tener al ángel entre sus brazos sin importar que o quién interviniera.

Pero sabía que él de cabellos blancos no pensaba lo mismo... Y juraría que el dolor que sentía por eso era más fuerte del que sentiría si se quemara con el agua bendita que Aziraphale le había dado.

...

Totalmente necesitaba una copa de vino.

8 años antes del apocalipsis

"¿Tengo que repetirlo para que entiendas, Crowley?"

"Pe-pero yo sé que, así como yo, tú quieres."

Ambos seres estaban en la trastienda de la librería del rizado, como se había hecho costumbre desde que el anticristo nació, era bueno para los dos, ya que podían entablar conversación sobre otros temas de los cuales no hablaron... o tenían mucho que no hablaban.
Ese no era el caso del tema que estaban tocando en ese momento.

"Si eso fuera o no cierto eso, no podríamos... conllevar algo así."

"¡Claro que podemos!" el pelirrojo se levantó de su asiento para acercarse con detenimiento a su contrario. "Podemos intentarlo, sólo..."

"No, Crowley." lo interrumpió bruscamente dejándolo con las palabras atoradas en su garganta. "Eres un demonio, yo un ángel... simplemente no se puede."

"Pero me amas y yo te amo a ti." sin ninguna pizca de duda, tomó las mano del más bajo para tapar las con las suyas. Las manos de Aziraphale estaban tibias, apostaba que era por la cocoa que lo más seguro es que se había bebido antes de que él llegara, sintió un gran alivio cuando hizo contacto con sus frías manos, a su contrario no le sorprendió que las manos del pelirrojo estuvieran en ese estado, siempre estaban así, a final de cuentas, era una serpiente, un animal de sangre fría.

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