Capítulo 1: Amor de familia.

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Para comenzar la historia volvamos 12 años atrás:

Se preguntarán por que doy fechas en específico, pero no sé si a ustedes les pasa esto, pero hay fechas que son imposibles de olvidar, la mayoría de las personas recuerdan fechas especiales como, navidad, cumpleaños de seres queridos, san Valentín, día de la madre, etcétera. Pero yo, yo recuero el día que deje de vivir estando viva, el día que deje de sentir amor, empatía, felicidad, tranquilidad, el día que todo cambio.

Bogotá 14 de junio 2008.

Me encuentro estudiando en el convento de las hermanas carmelitas, voy caminando de la mano de la Madre superiora, sus manos estaban frías y con mis pequeños dedos puedo sentir las arrugas de sus viejas manos, parece que no se ha limpiado las uñas en siglos. Ella me lleva de camino a la rectoría en donde me encontraré de nuevo con mis padres a quienes no veo desde su viaje a Alemania en 2005.

Cuando llegamos a la rectoría, no eran mis padres quienes me esperaban, si no mi tía, quien se encontraba ahí parada justo en frente de la puerta, con su vestido color marrón, sus arrugas y su viejo bolso que nunca deja de usar a pesar de lo roto que está. Hablan un buen rato la hermana superiora y mi tía sobre mi comportamiento, mis notas y unas cuantas cosas más; mientras están hablando, estoy sentada en las sillas de espera que están fuera de la oficina del rector y solo alcanzo a ver las caras que hacen y escuchar algunas palabras claras, el resto de conversación intento adivinar lo que dicen al leer sus labios.

poco después llega el rector que antes no estaba en la oficina ya que era la hora de su almuerzo, cuando pasa en frente de mí, me mira, sonríe y se seca una gota de sudor que bajaba por su frente, lo odio, como lo odio y lo maldigo cada vez que lo veo. Al lado del rector estaba Sor Verónica, quien se sentó a mi lado y estuvimos hablando un rato mientras que mi tía salía de hablar con la Madre superiora, Sor Verónica es mi maestra de clases, es mi persona favorita de este convento y la única a la que quiero, a mis amigas las quiero, pero no como a Sor Verónica.

Ya están terminando de hablar en la rectoría

Mi tía me da mucho miedo y su casa aún más, también los ruidos que se escuchan en horas de la madrugada, tampoco me gusta la comida que hace y mis primos suelen morderme y dicen que soy su esclava.

- Catalina, vamos ya que se hace tarde para llegar a casa y tengo que hacerle la cena a tu tío. _Dijo mi tía en modo de regaño. _

- Espera tía, quiero despedirme de mis amigas. Le dije preocupada de dejar a mis amiga y hermanas de vida en ese asqueroso lugar.

- ¡No! Ya es tarde. _Gritó mi tía señalándome con sus uñas de bruja_

Me tomo del brazo muy fuerte y me empujó hacia la puerta y me dijo "recoge tus cosas y espérame en el auto" así que tome mi mochila y corrí hacia el auto muy rápido pensando que si no lo hacía podría quedarme ahí para siempre, mi miedo por quedarme era cien veces más grande que mi miedo por irme con mi tía.

Desde el frio auto, veo a través de la ventana a mi tía caminando hacia el con comida y dinero que el convento le había proporcionado para mantenerme por unos meses, pues ella no puede compartir conmigo toda su fortuna.

Entra y enciende el auto, me mira por el retrovisor y vuelve a tornar su vista hacia la carretera.

- No te quiero tener en mi casa, mocosa. Así que estudiaras y ayudaras en la casa mientras que puedes irte a trabajar e irte de una vez por todas.

- Yo tampoco quiero estar aquí, yo solo quiero irme con mis padres, por favor tía, dime ¿quién querría estar contigo viviendo a parte de tu molesto marido?

shhhh. Tranquila, no dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora