Paso lo que tenía que pasar.
La policía vino a mi camilla y se lo llevaron esposado. Mi tía gritaba pidiendo que no se lo llevaran mientras lloraba.
Era como un sueño hecho realidad, por fin sentía que mi miedo se iba a ir con él, sin el en mi vida o cerca de mí, ya no tendría miedo otra vez.
Octubre 19 2009, juzgado de Bogotá.
Han pasado dos meses y llego el día del juicio, hoy van a determinar cuánto tiempo estará en la cárcel.
Estos dos meses he estado viviendo en un lugar para niños sin padres o que sus padres están lejos como los míos.
Entro a la sala penal, veo a todos vestidos muy elegantes, incluidos mis primos y mi tía quien se encontraba llorando como las ultima veces que la he visto. Ahora me odia más que antes, me hace culpable de que su esposo este en la cárcel. Pero fue culpa de él y de ella.
Me senté en frente del juez en primera fila, al lado derecho del juez, como debía ser. Minutos después lo veo entrar a él, con un traje gris y corbata roja que no le combina nada en mi opinión, sentí miedo de nuevo al verle, volvió a doler recordar todo eso, tantos días de terapia y tantos trabajos psicológicos, para nada, para que él lo arruine en un día solo con su presencia. Él se sienta del lado izquierdo al juez y ni siquiera se plantea mirarme a la cara, de hecho, logra hacerme sentir culpable, culpable de haber hecho algo mal, culpable de todo lo que paso.
El juez entra después de hablar con el abogado de mi tío, se sienta en frente y comienza a hablar, habla mucho y usa palabras que no logro entender así que dejo de prestar atención. empiezo a sentir una presión muy fuerte en el pecho al recordar muchas cosas, no sé cuándo me tocara hablar, pero ya no quiero hacerlo.
El hombre que está a mi lado se levanta y le entrega unos papeles.
El juez está a punto de decir algo importante porque todos están nerviosos, mi tía se ve que quiero colgarse de cabeza al techo, por otro lado, el abogado de mi tío no para de mover el bolígrafo que tiene entre sus dedos.
El juez comienza a hablar en términos que no logro entender nuevamente.
- El acusado Juan Pablo Contreras Sánchez, es declarado inocente a falta de pruebas en contra. El juez le concede su libertad condicional y una orden de alejamiento a la menor Catalina Herrera Castillo.
¿inocente? Él no es inocente. Me mira el hombre que se encontraba a mi lado y baja la cabeza y hace un gesto de decepción.
Mi tutora me toma de la mano y me lleva a el auto.
- ¿Cuándo podré ver a mis padres?
- Eso no será posible.
- ¿Por qué no? Ya les dije en donde estaban
- Ya no podrás verlos porque tus padres murieron hace un año en un accidente, por eso tu tía te retiro del convento, pues no quería seguirlo pagando.
- No es cierto, no mientas.
- No estoy mintiendo, lo tiento. _dice mientras me abraza_
No puedo con el dolor que siento en el pecho, el mundo se me viene abajo. Mi vida, mis planes, mi esperanza, todo se fue a la basura.
Respiro y miro hacia la ventana del auto, abro la puerta y salgo corriendo hacia mis primos que estaban afuera del juzgado comiendo algo para pasar la mañana y supongo que para celebrar que su padre finalmente estuviese libre.
- ¿ustedes lo sabían?
- ¿saber qué cosa, Cata? _respondieron mirándome con un gesto de ternura_
- Que mis padres estaban muertos, que murieron en un accidente el año pasado.
Se quedan los dos en silencio y se miran entres si, lo que me da la respuesta inmediata "sí que lo sabían, lo sabían todo" no puede ser que me lo ocultasen todo este tiempo.
Mis padres eran mi gran adoración, mi razón de vivir, mi motivación para seguir adelante, mi todo literalmente.
Todo lo que quería ya no estaba, no sé qué hare ahora ni a donde iré.
Ya no quiero vivir. Mi dolor es tan grande que me desconecte del mundo, no escucho, no veo, no huelo, nada.
Le pedí a Dios que me llevara y que protegiera a mis padres, ¿acaso no me escucha? ¿hice algo malo? ¿él tampoco me quiere?
En ese momento di mi vida por terminada, aunque sabía muy bien que tenía que seguir adelante con mi vida y luchar por todo aquello que algún día prometí a mis padres. Tome fuerzas y me prometí a mí misma que no podía dejar que nadie me lastimara nunca más, pasara lo que pasara, nunca más mostraría mi dolor y mucho menos mis debilidades. Me prometí a mí misma que nunca tendría novio y menos que me casaría con alguien, nunca me enamoraría. Tenía que hacerle pagar por lo que me hizo, pero para eso tenía que estudiar y crecer, porque en mi posición no podía hacer nada y nadie haría nada por mí y menos ahora que una psiquiatra me diagnostico trastorno obsesivo compulsivo que me cierra las puertas totalmente para poder hacer justicia, pues todos dejaron de creerme. No me rendiré, pero si hare que todos piensen eso.
Marzo 21, 2016. Colegio público, Reina Victoria. Madrid
Pasaron los años tan lentos y fueron tan difíciles, desde los ocho años hasta los dieciséis cada noche pienso en eso, de hecho, algunas noches tengo ataques de ansiedad por eso. Vivir con mi familia de acogida no ha sido tan difícil como pensé, son amables, pero no confió en ellos.
Suena el timbre y entro a la clase de matemáticas, odio los lunes y odio matemáticas, ¿podría estar peor organizado este horario? Cuarto de la ESO no ha sido tan difícil como lo pintan algunos, menos es de letras, pero sigo odiando matemáticas, como todos.
En la hora del descanso me acerco a la cafetería para pedir mi comida. Desde ese momento empecé a incumplir mi promesa, la promesa que me hice a mí misma hace algunos años. Ahí estaba un chico, un chico muy odioso, pero muy lindo, por cierto. Tiene ojos verdes y cabello rizado color castaño oscuro, tiene nariz perfecta y además es vegetariano. Lo tiene todo perfecto. Pero no Catalina, no.
- ¿Qué coño me ves?
- ¿perdona? _Le dije asombrada. _
- Llevas viéndome todo el rato, ¿me parezco a tu padre? No ¿verdad? Entonces deja de mirarme que me incomoda muchísimo, ¡joder!
- Egocéntrico de mierda, ¿Quién te ha dicho que te estoy mirando a ti? ¿eres Cris Evans? No ¿verdad? Entonces no habría razón para mirarte.
- Déjalo, anda.
No estoy segura si la pequeña conversación que tuve con el ego-chico lo hizo más atractivo o hace que desconfié más de él. Pero ahora él quiso empezar un juego que estoy clara que ganare, si e egocentrismo se trata, nadie me gana. Aquí nadie conoce mi pasado y muchos dicen que el cabio de la pubertad estuvo a mi favor, eso me hace más segura, así que los días que no me siento tan segura, me muestro más segura que nunca, porque la promesa de no dejar ver mis debilidades, no la rompe nadie.
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shhhh. Tranquila, no duele
Mystery / ThrillerMe llamo Catalina y yo no tuve opción de evitar cosas horribles que pasaron en el transcurso de mi vida. ¿no duele? si dolió. dolió mucho y si me dolió a mi, les va a doler a todos hablar no fue la solución, así que es mejor no decir nada. Es moment...