Sofismo

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Como era de esperar, la conmoción de ayer causó algún revuelo incluso en esta patética excusa de pueblo. Este pueblo se siente raro. Casas rudimentarias, tiendas rudimentarias, más forasteros que los locales, la mayoría soldados y cultivadores, con espadas colgando fácilmente de su cintura. Como se espera de una tierra que limita con el reino de los demonios. Qi Ge estaría aquí también si su grupo decidiera buscar un alojamiento decente.

Shen Jiu trata de hacerse lo más discreto posible mientras vadea a través de un grupo de cultivadores que merodean por el mercado.

‘Debí haberme disfrazado. O no’. Shen Jiu preferiría comerse su propia polla como desayuno en vez de que Yue Qi lo vea con ese disfraz. Además, ese disfraz definitivamente resaltará en esta zona pobre de meados. Maldito Luo Binghe y su caro hábito de derrochar. Él debería ser el que lleve la maldita cosa si le gusta tanto.

Shen Jiu renuncia a su regateo habitual y roba todos los bienes necesarios. Está mirando una pila de ciruelas de tamaño patéticamente minúsculo cuando un grupo de cultivadores aterriza en el patio cercano, saltando de su espada a la tierra firme acompañados por la asombrosa alegría de la gente. Cabrones pijos. Pijos y engreídos. Todos ellos deberían morir.

Entre esos jóvenes cultivadores, una figura con túnicas oscuras se desmonta rápidamente y camina al frente. Shen Jiu siente que su corazón se tambalea al ver la cara familiar, tan deslumbrante y lejana mientras él se esconde como una rata del resplandor de la luz del sol.

Shen Jiu se quita la capucha y planea mezclarse entre la ruidosa multitud y largarse de este maldito lugar. No puede estar aquí. No puede ver esta farsa por más tiempo y sólo cavar una herida más profunda en su pecho. Debería volver a su fea morada, acurrucándose dentro de su asqueroso confort. No hay lugar en los palacios manchados de oro y jade para alguien como él.

Sólo se las arregla para alejarse unos pasos cuando alguien le agarra del hombro. Incluso antes de girar la cabeza, sabe de quién es la mano que está en su hombro. Ese suave agarre, él conoce estas manos mejor que nadie.

Pero eso no es cierto. ¿Cuántos años han pasado? Estas manos ya no te pertenecen, ya no te dan consuelo. Él ha cambiado, tú has cambiado. Las manos que alivian tu espalda y se quedaron para traerte consuelo son las que están manchadas de sangre.

Yue Qi observa al joven encapuchado girar la cabeza con incredulidad. Xiao Jiu. Xiao Jiu está aquí. Xiao Jiu está vivo y está mirando hacia atrás. La expresión de su cara es la misma que siempre le ha recordado, el dolor, la rabia burbujeando bajo la superficie, la mirada de traición y las acusaciones. ¿Sería un error sentirse aliviado por tal visión? Está demasiado lejos, demasiado desesperado para preocuparse. Xiao Jiu está vivo y completo, y parece que quiere mutilarlo y meterlo en un agujero en algún lugar. Yue Qi no sabe si quiere llorar de alivio o pedir perdón que sabe que no se le dará.

Dándose cuenta de que están parados como dos idiotas con daño cerebral en medio del pueblo, Shen Jiu finalmente se traga su indignación y empujando a través del nudo de su garganta y decide decir su parte primero, viendo que la otra parte sólo lo mira silenciosamente sin ninguna intención de abrir su maldita boca.

"... ¿puedo pedirle al estimado cultivador que suelte la mano de este humilde?" Baja la voz, asegurándose de que cada sílaba se extienda de la manera más aguda posible. La mano sobre su hombro se siente como si se quemara. La cara frente a él, familiar y no al mismo tiempo, parece como si hubiera pasado por toda una vida de sufrimiento.

Shen Jiu, demasiado hundido en su amarga ira decide ignorar los círculos oscuros debajo de los ojos de Yue Qi y la delgadez de su mejilla y trata en vano de sacudir la mano de su hombro.    Mira a su alrededor y para su horror encuentra que los transeúntes los miran con atención, incluyendo el grupo con las mismas ropas de Yue Qi. Lo superan en número, en clase, ¿es así?

Oveja negra, oveja suciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora