Capítulo 3: Terribles revelaciones.

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Como ya les conté, en la primera visita de Santiago a mi casa, hicimos el amor. Fue el despertar de mi sexualidad. Él liberó las mariposas dentro de mi cuerpo. Me hizo muy feliz. Luego me dormí en su pecho de satisfacción. Tan embelesada estaba con mi primera noche de amor, que no advertí cuando Santiago dejó de sostener mi cabeza en su pecho.

De pronto me desperté y no lo vi. Pero no se había ido de la casa, pues su ropa estaba regada en todos los rincones de la habitación. ¿Dónde estaba entonces? ¿Había ido al baño o a comer alguna fruta en la cocina? Un raro presentimiento asaltó mi corazón. Oí voces de dos personas discutiendo. Me parecía que venían de la cocina, por lo que decidí ir hasta allá. Entonces los vi; a Santiago y mi terrible madrastra, conversando, ya no tan caldeados, pero indudablemente estaban tensos.

––¿Qué está ocurriendo aquí, Santiago? ––Pregunté disgustada y con un montón de dudas.

––Disculpa, mi amor. Me levanté y no te dije nada. ––me dio un beso y continuó explicándose . –– Me dio sed y vine a tomar un poco de agua. Me encontré aquí con tu madrastra.

––Sí, querida, ando sin sueño. ––Dijo Electra, sin mirarme, más antipática que de costumbre. –Me encontré con tu novio y nos pusimos a conversar. En la cena no fui la más elocuente de la noche. Quise resarcirme.

––Pues a mí me pareció que discutían.––Fui directa al punto. Nunca he sido de andar con rodeos.

––Para nada, mi hijastra. ¿Por qué discutiríamos?

––Es lo que quisiera saber. Espero que no sea porque Santiago se quedara a dormir. Esta es mi casa y de mi padre. Mi novio no puede estorbar aquí.

––Claro que no. ¿Deja de predisponerte conmigo, Kira! No soy tu enemiga.

––Mi amor, no discutas con Electra por gusto.¿Volvemos a la cama?

––Sí, vámonos.

Me serené y volví junto a Santiago a mi cuarto. Antes de conciliar el sueño, volvimos a amarnos. No me cansaba de probar su cuerpo fornido, esculpido en mármol. Era la realización de todos mis deseos.

  Al día siguiente desayunamos juntos, algo apenados con papá, que se enteró en la mañana de que Santiago se había quedado. Luego nos despedimos. Yo me dirigí a mis clases en la facultad. Mi concentración ese día no era la mejor. Pensaba demasiado en aquella intensa noche de iniciación y también en el incidente ocurrido con Electra. Aquello me daba vueltas, no me acababa de cerrar.

Un mensaje apareció en mi móvil. Era de mi amigo Jeffrey. Decía: “Tenemos que hablar, veámonos en el parque del Quijote a las cuatro”.

El parque del Quijote es un concurrido parquecito ubicado en el barrio del Vedado en la Habana, que lleva ese nombre por tener una hermosa e impresionante estatua del gran Hidalgo don Quijote de la Mancha. Allí esperé ansiosa a mi amigo, para saber de qué quería hablarme. Por el tono de su mensaje no era nada bueno.

Agitado, con su gigantesca mochila de estudios, que se notaba que le pesaba, llegó mi amigo al parque. Me dio un beso y un gran abrazo como nunca antes. 

––Disculpa la demora. Acabo de salir de una prueba que estaba muy difícil. A ciencia cierta no sé si la aprobé, pero… eso no viene al caso ahora. No te cité aquí para decirte cosas bonitas, Kira.

––Me lo imaginé. ––Dije con lágrimas en los ojos. Sospechas muy horribles me rondaban. ––Acaba de soltar lo que tienes atragantado, Jeffrey. No me hagas sufrir más.

––El otro día me quedé con muchas dudas, por tu noviecito. ¡No me cerraba que nunca pudiera salir con Katia, tú y yo! Por eso fui a averiguar a la facultad de Derecho, a ver si alguien lo conocía. Pero…nadie lo conoce, Kira. No hay ningún Santiago de tercer año en la facultad de Derecho. Ese Muchacho te está engañando.

Mi corazón se me quería salir del pecho. El dolor pobló todo mi cuerpo. ¡Cuánta tristeza me trajeron las palabras de Jeffrey!

Si quieren saber más de esta triste historia no dejen de leer el próximo capítulo. Y no olviden que mi nombre es Kira.  

Mi Nombre es Kira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora