Niall miraba a dos de sus hombres dormir. Era de madrugada, por alguna razón el omega tenía insomnio, toda la mansión estaba en silencio mientras que un cuerpo enorme estaba rodeando uno diminuto, una sola mano del alfa podía abarcar el cuerpo de Tony, además de que indirectamente el rubio sabía que el animal dentro de Zayn estaba alerta a cualquier tacto sobre su hijo. Horan los miraba suspirar, el olor de ambos calmaba el llanto del niño por toda la madrugada. Últimamente Niall andaba raro, al menos eso notaba el alfa, siempre supo que su omega era callado, pero ahora lo era aún más, además costaba despegarlo de Magdalin, incluso se podía notar sus ojos apagados, a veces a Malik le llegaban arcadas por medio del lazo o sentía nudos formarse en su garganta cuando estaba en el trabajo, por lo que procuraba llamar a su esposo y preguntarle si sucedía algo, pero Niall se limitaba a decirle frases cortas para luego colgar la llamada con la excusa de atender a los niños.
No era coincidencia que ahora el omega padeciera de insomnio, su omega estaba mal y no sabían por qué.
Niall se quitó la cobija cuidadosamente de no despertar al alfa antes de ponerse de pie sin ser consciente que un par de ojos estaban viéndolo en silencio. El omega caminó con sus pantuflas camino a la cocina, encendió las luces y fue a la refrigeradora, eran alrededor de las dos y media de la mañana, sus ojos azules ni siquiera sabían qué estaba buscando pero no importaba. Cuando se decidió por hacerse un chocolate caliente, sacó la leche y unos malvaviscos, cerró la puerta, saltando del susto cuando un alfa estaba de pie mirándolo, de inmediato los ojos acusatorios e intimidantes del moreno conectaron los suyos, se sintió pequeño, siempre lo hacía al lado de Zayn, el alfa estaba en un bóxer azul, viendo expectante a su pareja.
—Me asustaste. —en otra ocasión le hubiera dicho un apodo amoroso, Zayn lo sabía más que nadie, pero ahora ni eso.
—¿Podemos hablar, por favor? —pidió el alfa. Niall ya se había volteado para comenzar a hacerse su chocolate.
—Estoy bien, Zayn. —no, no estaba bien, siempre le decía alfa, pocas veces usaba su nombre.
—Te lo pido, por favor, hablemos.
—¿Sobre qué? ¿La empresa? Sé que estás muy ocupado, pero no es problema.
—Sobre ti, Niall, quiero hablar sobre ti. —la seriedad estaba presente en la voz y facciones del alfa.
—Ya te dije que estoy bien. —contestó con una sonrisa forzada, Zayn se acercó más a él. Alzó su mano para acariciar su cabello pero Niall se alejó.
Y por primera vez en años, pudo ver enojo reflejado en esos ojos que lo debilitaban. Niall le gruñó en advertencia, casi llegando al odio.
—¡Te dije que estoy bien, Zayn! —dijo enojado. Malik terminó de comprobarlo.
Niall se acercaba más a Magdalin, pero evitaba estar con él.
Su corazón se apretó, pero en el fondo sabía que no debía preocuparse de nada.
Hubo un silencio en la cocina, Niall bajó la mirada avergonzado, no podía creer que acababa de gritarle por primera vez en su relación, luego del incidente con su primer embarazo. Pero ahí estaba el alfa, viéndolo con compasión, comprensión y paciencia. ¿A quién iban a engañar? Niall tenía depresión posparto.
Fue Zayn el que terminó de hacerle el chocolate antes de llevárselo al sofá donde el omega estaba sentado con su manos cubriendo su rostro, el alfa del moreno podía sentir la agonía terrible que recorría el cuerpo de su omega, dándole una desesperación para calmarlo, pero Malik debía controlar sus impulsos y pensar con claridad. Cuando le entregó la bebida en las manos, ya Niall tenía los ojos llorosos, se sentía tan mal a un grado psicológico que obligaba a su cuerpo a repeler cualquier tipo de contacto que no fuera el de Magdalin. El alfa se colocó a su lado, buscando las palabras correctas para empezar.