Capítulo 14

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En algún lugar de Terra 3... diez años después.


"Lamento decirle que..."

Así fue como empezó a desmoronarse toda mi vida, con esas simples palabras; Lamento decirle que... ¿En realidad las personas lo lamentan? ¿Qué lamentan? ¿El ser ellos quien te den las malas noticias? Por qué cuando a mí me lo dijeron, la verdad no vi que le doliera mucho. Yo solo quería arrancarle la cabeza y gritarle que se metiera su maldito comentario por... por donde quisiera.

"Aún no tenemos una cura para su enfermedad" Fue lo último que dijo el sanador.

Mi esposa sintió que estaba a punto de atacar a ese estúpido y tranquilamente puso su mano sobre la mía, deteniendo cualquier arranque de ira. Ese día le rogué que buscáramos otra opción, que buscáramos ayuda con alguien más. Pero ella ya sabía que era demasiado tarde para eso, ellos no podrían ayudarla está vez y yo tampoco. Por muchos días estuve enojada, no con ella, conmigo por no encontrar una solución para que ella siguiera a mi lado, cuando nos unimos, prometimos envejecer juntas y ahora... y ahora ella tenía los días contados.

"Perdóname" Me dijo un día mientras estábamos tratando de cenar y digo tratábamos porque ella desde que empezó a avanzar la enfermedad apenas y comía y yo, bueno yo no podía comer nada, simplemente mi cuerpo se negaba a ingerir cualquier alimento. Recuerdo que la miré y entonces empecé a llorar "No llores amor, no lo hagas" Me dijo mientras me abrazaba fuertemente.

Le pedí perdón, por no poder curarla y encontrar una solución para que ella no estuviera enferma, por sentir que me estaba rindiendo, por todo. Ella no dijo nada, solo me escucho y me consoló dejando que me desahogara. Fue estúpido, ahora que recuerdo esa noche, me doy cuenta de que estaba siendo muy egoísta, porque estaba pensando solo en mi dolor y no en el de ella, tendría que haber sido yo quien la consolara, quien la sujetará y le repitiera que la amaba una y otra vez. Pero no, esa noche fue ella la que me calmó y es que siempre fue la más fuerte de las dos.

Cuando por fin estuve tranquila me llevó a nuestra cama y me hizo el amor, lento muy lento. Cómo si buscara quedar grabada en mi piel y lo logró, aún hoy cuando cierro los ojos puedo sentir sus labios y sus caricias. Aún la escucho susurrando en mi oído que me amaba y que algún día íbamos a estar juntas de nuevo. Ese día mientras buscábamos tranquilizar nuestras respiraciones, le prometí que viviríamos cada día que tuviéramos como si fuera el último, como si la enfermedad que la estaba matando poco a poco, no existiera.

En nuestro último viaje a la montaña, nos quedamos viendo el atardecer desde nuestro lugar favorito "Promete que serás feliz"

"No puedo" Le respondí con un nudo en la garganta.

"Vamos amor, no puedo irme si no lo haces" Tomó mi mano y la beso.

Entrelacé nuestros dedos y con mi mano libre acaricié su mejilla "Entonces asunto solucionado, no pienso prometerte nada y así te quedas conmigo para siempre"

"Amor" Me sonrió de la manera más dulce, pero después las lágrimas comenzaron a llenar su bello rostro "Tengo miedo de irme y que te quedes sola" En este mundo solo éramos ella y yo, no había amigos, ni conocidos. Nunca necesitamos a nadie después de retirarnos, de vez en cuando veía a nuestros viejos amigos y aunque teníamos vecinos, rara vez platicamos con ellos. Éramos unas ermitañas y nos gustaba ser así, siempre que podíamos íbamos de campamento a la montaña, disfrutábamos del silencio, la paz del lugar y las hermosas vistas. En la noche asábamos malvaviscos y luego contábamos estrellas o jugábamos a ponerles nombres a las constelaciones.

"No estaré sola" Intenté sonreírle, pero fracasé.

Ella me sonrió y se recostó en mi hombro "Lo sé, pero tú sabes a qué me refiero... ¿Qué dice ella?"

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