Seungmin llegó a casa antes de lo esperado, alegrándose de poder pasar un poco más de tiempo en su hogar. Últimamente lo único que hacía ahí era dormir o comer algo rápidamente, no pudiendo disfrutar de tiempo con Hyunjin.
—¿Seungmin?— la voz de Hyunjin resonó en el silencioso apartamento al escuchar el sonido de la puerta al abrirse. Enseguida Seungmin entró al salón, abrazando a su pareja.
– Te extrañé.
— Y yo a tí también.— el mayor abrazó a su novio de vuelta, rodeando su cuello con sus brazos.— ¿Qué tal te ha ido hoy en el trabajo?¿Muchos pacientes?
— Bastantes, pero he podido salir antes.— sus manos volaron a la cintura del mayor, metiéndose debajo de su sudadera, que era una prenda suya en el cuerpo del chico, y empezó a acariciar su piel por debajo de la tela.— ¿Sabes qué quiero hacer ahora?
Hyunjin negó, escondiendo su rostro en el hombro del menor y soltando una risitas al sentir que movía sus manos con suavidad sobre su estómago, haciéndole cosquillas.
— Te voy a abrazar y besar toda la noche, porque odio cuando llego a casa y no me da tiempo a llenarte de besos.— besó el cuello del mayor, haciendo un recorrido hacia sus labios para finalmente unirlos, besándolo con suavidad y ternura.— Dios, no sabes cuánto he echado de menos estar contigo sin estar preocupado de llegar tarde a algún sitio.
Otra risa salió de los labios del mayor, dándole un corto beso en los labios al menor antes de quedarse mirándolo, embelesado con el rostro y las facciones angelicales de su pareja. Se sentía muy afortunado de estar con él.
— Eres muy fluff.— murmuró, volviendo a abrazarle con fuerza. A veces no sabía como su novio llegaba a ser tan adorable sin siquiera intentarlo.
— ¿Fluff?¿Qué es eso?