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"Entre la luz y la oscuridad"

Así como todos, yo también tengo mis demonios. De ejemplo están mi madre y mi hermana. Es algo irónico llamarles de esa forma, ya que ellas son ángeles puros. En cambio yo... Soy una mestiza.

Pero tengo mis motivos para llamarles de esa forma. Pues, cada día que avanza mi horrible mutación, ellas hacen lo posible para expulsar la oscuridad que yace dentro de mí. Rocían agua bendita en mis alas para luego reemplazarlas por las bellas y emplumadas de Lucifer antes de su destierro. Me llevan a purificar con el arcángel Sariel cada domingo luego de ser molestada por algunos querubines en el patio sagrado. Incluso por las noches, me hacen recitar los mandamientos antes de dormir. Por poco y me llevan ante la trinidad para que hagan un milagro, pero eso sería muy arriesgado para mi familia y seríamos todas privadas del cielo.

Al ser hija de un demonio, todo esto me afecta. Es casi una tortura. Siempre llega un punto en el que mi cabeza no da para continuar y me desvanezco. No soporto las misas gloriosas ni los festines repulsivos que se organizan en el infierno.

Mi padre no está interesado en convertirme totalmente a la oscuridad, al menos no como mi madre en la luz. Él cree que siempre debo mantener un balance, como lo tiene todo en esta vida, excepto con la comida, pero eso es comprensible ya que él representa el pecado capital de la gula. No lo puedo culpar.

"Sin una luz que te reflecte, no tendrás una sombra que te cubra los ojos. Demasiada luz te dejará ciega y no podrás ver el camino, quién sabe si caminas sobre miles de cadáveres y tú no los ves. Por eso a veces necesitas refugiarte en la oscuridad y poder ver mejor lo demás que te rodea."

Esas fueron sus palabras (entre alguno que otro mordisco a su comida) luego de hablarle sobre mi situación en el cielo. Si bien, le da lo mismo si termino allí a su lado o no, pero siento que muy en su interior me quiere... O eso al menos quiero creer y así como él mostró misericordia aquél día con mi madre.

Mi hermana se encargó de contarme la historia una vez pero de una manera sencilla y no explícita, en cambio mi "tío" Asmodeo, me hizo el favor de relatarme el encuentro y el acto tan grotesco de mi padre con lujo de detalles. Nunca había estado tan asqueada en mi vida.

A pesar de todo, mi madre me dio a luz y me mantuvo escondida para evitar el exilio del paraíso. Día tras día hizo lo posible por mantenerme viva como el ángel guardián que es, pero lo comencé a ver como un esfuerzo y una tortura inútil con el pasar de los siglos, por lo que decidí descender y quedarme entre los juguetes de Él, todopoderoso.

Aprendí, que los humanos son tan perfectos como imperfectos. Son seres hermosos llenos de luz desde tan pequeños y luego son corrompidos con el paso de los años por sus deseos. Algunos hasta ruegan a Él por cosas mínimas y sin sentido, cosas que dependen de la vida de ellos mismos y de las que no quieren hacerse cargo.

Observé, que los humanos son tan patéticos como astutos. Los corruptos por la pereza de mi "tío" Belfegor buscan los caminos más fáciles para lograr sus objetivos, sea mediante manipulación, engaños, o hasta incluso invocando a las criaturas más despiadadas del infierno para cumplirles sus deseos.

Pero claro, no todo es gratis, libre y sencillo como lo pintan. Los demonios también son embusteros e inteligentes, pedirán cosas a cambio de los favores que realizarán pero solo cuando la víctima sea de su interés y lo suficientemente capaz de mantenerse protegido de una posesión.

De ejemplo está aquél humano que invocó a mi padre, y éste a cambio de poseer un ángel, le otorgaría toda clase de comida lujosa infinita y capaz de terminar con la hambruna de todo el mundo, pero esos detalles restaron importancia con su apetito voraz y así se hizo.

Aún no sé cómo ese humano logró engañar a mi pobre madre, pero una vez capturada se la entregó a mi padre tal como lo pactaron. Siendo de esperarse, él cumplió con el trato, y en unos meses el cuerpo del hombre comenzó a engordar hasta ser incapaz de levantarse. No me sorprendió que al morir haya ido al infierno y ahora se encuentra siendo azotado por granizo por la eternidad en el tercer círculo como castigo.

Aún así, no fue el único humano en caer en esas trampas. Poco a poco, lentamente, comencé a perder las esperanzas en estas criaturas tan amadas por Él. En las esperanzas de un mundo donde vivirían en plena paz.

Y aunque parezcan incorregibles luego de décadas de guerras, traiciones y pecados conscientes, finalmente caigo en la misma conclusión. Existen humanos amables y pacientes, a la espera de ascender a los cielos y mi antiguo hogar, el paraíso. Siempre ha existido ese pequeño resplandor entre las tinieblas.

Tal como dijo mi padre, se necesita un balance.

Yo, por otro lado, me encuentro sin rumbo, sin objetivo y sin visión de un futuro cierto a pesar de no estar cegada. Siendo mitad ángel y mitad demonio, siendo mitad humana y mitad divina, siendo una mestiza y...

Divagando entre la luz y la oscuridad.

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