·2· b/b

1 0 0
                                    

"¿Pizza o Café?"

Esa era la pregunta que tanto atormentaba a Elisa.

Simplemente era algo tan complicado y tan estúpido. Tres corazones, dos confesiones, dos secretos y una respuesta que aún tarda en llegar.

---------------------------------

Linn Roustea, una muchacha joven y confiada de sí misma de diecinueve años. Cabello rosado y grandes ojos celestes. Generalmente viste el uniforme del trabajo de medio tiempo ya que sus horarios habituales no le permiten darse un respiro. Posee una mala racha de años repitiendo cursos en la academia, por lo que es su última oportunidad para aprobar y terminar al fin... O quizá solo sea un nuevo capítulo en su vida, iniciando el día en que tocó la puerta del departamento de Elisa.

-¡Su pizza está aquí!

-Oh gracias, te atrasaste quince minutos así que la comida es... ¿Linn?

-Sep, ¿Qué tal te va Elisa? Lamento la demora.

-Ah... descuida ¿Quieres pasar?

La pelinegra se dio una cachetada mental, siendo obvia la situación ocupada en la que se encontraba Linn en ese momento, invitarle a su hogar no era una opción o al menos no estando en horas de trabajo. Sin embargo, su respuesta la aturdió aún más.

-Si no te importa, me harías un gran favor. Fuiste mi última entrega por hoy y de todas formas la pizza es gratis.

-Ya veo – musitó vagamente mientras se hacía a un lado para dejar a la mayor entrar. Un cierto peso culposo le invadió de repente al recordar la tardanza y el beneficio por la comida. No era su culpa, pero tampoco podía dejar de sentirse mal por ella.

Un largo silbido distrajo a Elisa de sus penas y, con algo de vergüenza, se dirigió rápidamente hacia la otra chica. Si bien su departamento no era el más ordenado que digamos, pero no estaba tan mal. Solo habían pasado dos días desde que el perro de su mejor amiga había invadido su territorio y aun así se veía como si nada hubiera ocurrido. Excepto por...

-¿Te gusta el rosa?

La carcajada de la pelirosa llegó hasta los oídos de nuestra protagonista y siguió de largo dejando un desastre carmesí en su pálido rostro avergonzado. ¿Cómo pudo olvidar su ropa interior en la sala de estar? ¿Tan cómoda y descuidada era en su día a día? ¡¿Por qué no se deshizo de esa prenda antes?!

-Lo siento, tendría haber ordenado un poco antes de dejarte entrar- escupió intentando dejar su pánico de lado y avanzar a zancadas hasta donde su ahora invitada se encontraba.

-No tienes de qué preocuparte, cuido de otras dos niñas y esto suele pasar, no es nada que no haya visto. Ya relájate.

Sus palabras eran tan sinceras y serenas que su timidez se desvanecía poco a poco. Se sentía una niña siendo descubierta con las migajas de las galletas robadas; su secreto infantil a flor de piel y casi totalmente expuesta ante la mirada cariñosa y tierna de su preciada visitante. El corazón se le aceleró en cuanto sus manos se rozaron en medio de la transferencia. Tal vez ahora sea su prenda más íntima de lo que su propio nombre indica.

-También creo que es algo... linda- soltó en un leve susurro apenado, pero lo suficiente como para que ella lo escuchara.

-Ah, gracias, eso creo. Siéntate mientras te busco algo para beber. Si encuentras algo más, déjalo apartado en una esquina. Sé que es algo descarado de pedir, pero no creo que encuentres más "intimidades" similares por aquí.

El ambiente era algo pesado y el ventilador no ayudaba aligerándolo. Luego de una breve discusión, Linn aceptó pasar al baño y tomar una ducha. En lo que ella tardaba, Elisa se carcomía la cabeza pensando en la ropa que podría prestarle y se ajuste a su talla. Si bien su figura no es la mejor y gran parte de su armario contiene vestimenta holgada para disimularlo, logró encontrar un conjunto decente para su invitada. Al momento de dejar la muda a un lado del baño, su puerta se abrió sin previo aviso.

-Oh, justo iba a pedirte que me alcanzaras la ropa. Oye ¿Ocurre algo? Empalideciste de repente.

Sus palabras se atascaron a mitad de la garganta, lo único que podía distinguir era la perfección con la que la toalla envolvía el cuerpo de esta muchacha haciéndola ver como una diosa recién esculpida. Los cabellos teñidos descendían rebeldes y húmedos en sus hombros, algunos hasta se atrevieron a enredarse en las largas y oscuras pestañas de Linn. Podría jurar que el vapor no le nublaba fantasías absurdas, estaba presenciando una belleza en todo su esplendor frente suyo y en su propio departamento.

-¿Sabes algo curioso, Elisa? Cada que te veo pasar en la academia me pregunto "¿Qué pensará de mí?"- cada palabra la impulsaba a acercarse más y más hasta dejar a la pelinegra atrapada entre el muro y su depredador.

-Apuesto a que quieres saber por qué- solo recibió un asentimiento y tomó a la joven por la barbilla delicadamente pero demandante a la vez –Pues me interesa saber cómo me perciben las personas que me gustan, en especial esta bonita chica que tengo justo delante de mí. Eres hermosa, de hecho, no hay palabras suficientes que te describan o califiquen.

Las manos le temblaban pero lograron llegar hasta la mano que apresaba su mentón. El miedo y la inseguridad se apoderaron de su voz y visión, aunque no fueron suficientes para llegar a retener sus dudas y sostener el juego de miradas que compartían en ese momento.

-¿Por qué te burlas de mí? Si cualquier chica te viera seguro te envidiaría. YO te envidio. Mi cuerpo y personalidad son nada en comparación a ti, por eso...

¿Por qué ahora te burlas de mí?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 19, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Historias Random - by ArillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora