𝒞𝒽𝒶𝓅𝓉𝑒𝓇 𝓈𝒾𝓍

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La habitación se tornó silenciosa.

Aeden paseaba su mirada incrédula hacia los serios rostros de sus padres y la venenosa cara de Orlagh.

No hablaron por eternos minutos hasta que su madre se dirigió a la princesa Nicasia, — ¿Tú sabías de esto, cierto?

Aeden miró cómo Nicasia trataba fallidamente de ocultarse detrás de su hijo el cual miraba de una manera extraña a su abuela.

Ellos saben de qué habla...

Era evidente, por supuesto, las intenciones de Orlagh. Y Aeden admitía que era un plan perfecto.

Los altercados entre Bajo el Mar y Elfhame llegarían a su fin. Si él y Tide se unían en matrimonio, no habría ningún tipo de guerra. Todo quedaría en paz, bueno, si alguno de los dos decidía divorciarse en algún punto ya que los matrimonios entre hadas no eran de mayor importancia. Pero aquí la situación cambiaba... se trataba de la unión de dos príncipes. Dos príncipes de dos reinos diferentes.

Tampoco Orlagh le dejaba otra alternativa. Casarse o maldecirse a sí mismo. — Estoy consciente de que mi propuesta llegó desprevenidamente, príncipe–

— Aeden no aceptará el trato — su madre volvió a hablar por él.

Orlagh comenzó a caminar alrededor de todos, amenazante. — Piénsalo, reina Jude. Esto nos beneficiaría a todos. Nuestras pequeñas diferencias quedarían disueltas. La guerra quedaría en el olvido. Hasta ésa maldita espada saldría ilesa si tu querido hijo acepta casarse con mi nieto. Simple y sencillo. Todos felices — ella terminó con una sonrisa filosa de tiburón.

Su padre no parecía nada contento al decir, — Tiene que haber otra manera de solucionar esto.

La reina de Bajo el Mar chasqueó la lengua. — Me temo que estamos fuera de opciones, rey Cardan. Tu principito no podrá salir de esta como lo hizo tu reina hace muchos años atrás, aunque estuviéramos en otras circunstancias, claro.

De repente, su padre se levantó bruscamente de su silla. Su madre lo detuvo antes de que hiciera algo contra la reina Orlagh la cual sonreía burlona.

— Con todos mis respetos, Orlagh, no permitiré que mi hijo se case con alguien por nuestro interés, considerando también que Aeden es heredero al trono, mucho menos haré que acepte. — Cardan sentenció severamente.

— Entonces le declararé la guerra a Elfhame, y el primero que heriré es a tu preciado hijito.

— Madre, no puedes–

Antes de que Nicasia pudiera detenerla, la reina se fue echando humo fuera de la habitación.

— Esto no puede quedar así — Aeden finalmente habló.

Nicasia y Tide avanzaron hacia las puertas dobles. — Tratáremos de pararla. Lo siento, Cardan.

Su padre sólo la miró irse junto con su hijo. Aeden volvió a tomar la palabra, desesperado, — Mamá, papá, no podemos permitir una guerra. Todo se saldrá de control. Necesito hacer algo al respe–

— ¡No aceptarás el trato, Aeden! No puedes; ella es peligrosa, no la conoces como tu madre y yo lo hacemos.

— La conozco lo suficiente, papá. Yo–

— ¡No le vas a decir que sí! Soy tu padre y tu rey, tienes que obedecerme.

La cara furiosa de Cardan no lo detuvo. Aeden se plantó en frente de él diciendo, — Si seré rey algún día, tengo que comenzar a tomar decisiones precipitadas y más que nada, necesarias. Por el bien de mi reino.

Sin esperar a que sus padres lo detuvieran, corrió en búsqueda de la reina Orlagh antes de se marchara a su reino y se preparara para la posible guerra.

Aeden sabía que era peligroso aceptar un trato proveniente de ella, pero tenía que hacerlo por él, sus padres, su hogar... por Tide.

Tide ocultaba cosas. Aquella expresión que Aeden había visto en su descolorido rostro le dijo muchas cosas y nada a la vez. Tenía que sacarle la verdad de todo.

Incluso si eso significaba casarse con su enemigo.

Los encontró en medio de la sala desierta del Trono. Estaban por abrir las puertas hacia afuera de la colina donde yacía el palacio real cuando Aeden llamó su atención.

— Reina de Bajo el Mar, acepto tu trato. Me casaré con tu nieto, el príncipe Tide, en diez días.

Orlagh sonrió complacida, pero esta desapareció cuando Aeden siguió hablando, — Con una condición. Ya que Tide se convertirá en mi esposo y yo soy el primer y único sucesor al trono, él no volverá a su hogar en Bajo del Mar y vivirá permanentemente en Elfhame después de que ambos contraigamos matrimonio.

La nueva sonrisa de Orlagh no llegó a sus ojos de tiburón. — Muy bien. Cerramos el trato, principito.

Aeden sintió la magia sellar el trato mientras miraba a su futuro esposo. Ahora podía ver claramente la intensa emoción en su pálido rostro. La furia que Tide retenía.

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Aeden encontró a su grupo en el Cuarto Azul. Si no fuera por la tensión de su cuerpo, reiría ante los gruñidos que Vayla soltaba al sentir sus heridas ser curadas por Fox. Se dedicó a mirar a su pequeña prima la cual dibujaba en una baja mesa sentada en el piso, un hobby que había adquirido de su madre.

Él se sentó en un sillón color azul rey. — ¿Dónde está Silver?

— Ella está... — Jennifer miró a su primo y sus palabras fueron cambiadas, — Te ves extraño.

— No contestaste mi pregunta.

— ¡Finalmente te encontré, Aeden! Estuve buscándote por todo el palacio entero. — Silver apareció por el pasadizo, su rostro contraído en preocupación.

Aeden tenía claro que ella ya lo sabía todo. — ¿Lo sabes, cierto?

Silver asintió y señaló a los demás presentes. — Tienes que decirles.

— Oh, yo ya lo sé. No se preocupen por mí. — Dijo Vayla, lanzándole una juguetona mordida al brazo de Fox.

Claro que ya lo sabía. Ella literalmente vive entre las sombras.

— ¿Aeden?

Él suspiró. Tampoco quería que la verdad la descubrieran cuando el día de la boda llegara y les llegara por sorpresa todo. Se levantó y miró a sus dos primos. — Me casaré con el príncipe de Bajo del Mar.

Jennifer se quedó congelada. Fox detuvo su trabajo para poder observarlo, una risa sin humor salió de sus labios. — Así que te casarás con tu mayor enemigo. Eso sí que no me lo esperaba de ti, pequeño primo.

Aeden no supo cuánto tiempo centró su vista en Fox el cual siguió curando las heridas a su amiga, hasta que su hermana se plantó delante suya cruzada de brazos y le preguntó, — ¿Por qué aceptaste?

Aeden se encogió de hombros. — Lo hice por Elfhame; por mis padres... no tenía otra opción.

Silver lo miró con compasión. Ella entendía su situación y la rápida decisión que tuvo que tomar. Pero había un problema y lo sacó a flote, — ¿Y Grace? ¿Cómo crees que lo tomará?

Aeden dejó su peso caer en el sillón nuevamente. Apretó su rostro entre sus manos. — No lo sé.

Silver acarició su espalda reconfortante. Escuchó a Jennifer acercársele y sentarse a un lado suyo en el piso. — Sabemos lo mucho que la quieres y también lo duró que será casarte con alguien que odias. Pero te apoyamos. Siempre lo haremos.

— Tide no es tan malo como parece. Tal vez conviviendo más con él te darás cuenta que es agradable.

Aeden rió a duras penas. Desordenó el cabello castaño de su pequeña prima. — Ya lo veremos.

Ahora tenía que planear cómo le daría la noticia a su novia... y también planear su maldita boda.

🧚‍♀️🧚‍♀️🧚‍♀️

Ya se viene lo bueno. 👀

The Half PrinceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora