El significado de la vida, el maravilloso, magnífico y sumamente enigmático misterio que busca encapsular las respuestas con un fervor inconmensurable. La cuestión cuya cola el ser humano persigue con una pasión tal que se asemeja a la inmensidad del tiempo engullendo al universo, o a la de una hormiga que porta un grano de mostaza.Sin duda, un dilema cuya magnificencia no puede ser descrita y no puede dársele respuesta, y sin embargo, se puede.
¿Que significa la vida para un mendigo? Una hogaza de pan fresca y un buen vaso de vino, podríamos presumir.
¿Que significa para un gato blanco y de fanales azules? Descansar, dormir hasta que el mundo no exista mas, deberíamos sospechar.
¿Que significa la vida para ti?
Para el joven Lijian, significaba llegar a casa con su hermana y comunicarle la noticia más prodigiosa que podría bailar en la lengua del muchacho.
Por esta razón, Lijian corría sobre la tierra como alma que llevaba el diablo, fluyendo como si navegara en un río apacible y ventoso, poco importándole si aún se desplazaba con los pies pegados al planeta, o si se había levantado y volaba mágicamente impulsado por el combustible que era su entusiasmo. Mucho menos dando importancia a sus pulmones, que le pedían treta con tanto desespero.
El joven irrumpió en la humilde morada con el arrebato de un fugitivo y arrojó la puerta con desinterés digno de quien manda en sus aposentos.
—¡Ginevra! ¡Ginevra! Por todo lo sagrado ¡¿Donde te encuentras?!
Exclamó, sin perder un segundo.
—¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí! Santo cielo ¿Por qué gritas así? ¿Estás tú bien? ¿Pasó algo con padre? —Reaccionó asustada la muchacha, saliendo al encuentro de su hermano con su cara menuda y su mala costumbre de suponer siempre lo peor. Hacía lo que podía por secar sus manitas temblorosas en un trozo de tela sucio y podrido.
Lijian, apasionado, le mostró una mueca luminosa, un gesto vibrante y sin embargo austero, que exhibió una hilera de las perlas más preciosas que uno no podría ni encontrar en la profundidad de un mar imaginario. Se disponía a hablar con vehemencia, pero ni una palabra pudo pronunciar antes de que la fatiga le jugara una mala pasada. El joven se apoyó en sus rodillas y se dispuso a recuperar el resuello.
Ginevra, haciendo acopio de la magnífica naturaleza servicial que le era innata, se apresuró a alcanzar una silla para su extenuado gemelo.
Lijian desfalleció sobre él asiento.
—Yo... escuché en... mhrm—Se aclaró la garganta en medio de su agite —Fui a la taberna a buscar a ese... bastardo infeliz que tenemos por padre... —Se obstinó en decir, insolente empedernido, descarado incluso en aquel momento, cuando el aliento le fallaba y las palabras escaseaban —Al "ojo de pez" ahí es a donde fui ¡Y que me parta un rayo si escuché mal! Hay un pirata, un audaz y rastrero pirata, buscando por una tripulación, por marineros a los que azotar, escupir y emborrachar de riqueza y ron. Recluta tripulantes entre los desgraciados y los malvados. Pero escucha esto, que es la mejor parte, aquel capitan cuyo nombre me es desconocido, acostumbra desembarcar en el puerto de palos, para gozar de la comida y de sus mujeres... Ginevra, esto es una oportunidad única.
Ginevra, cuyos ojos expresaban una melancolía que había estado ahí desde el inicio de los tiempos, no fue capaz de evitar una mueca acongojada, una efigie que partía el corazón.
—¿Es que planeas dejarme, hermano?
—¡No, no, no! Jamás se me ocurriría tal cosa —Aclaró con prontitud, asqueado como si la idea fuera pescado podrido en un día caluroso —Estaba pensando más bien, en que ambos deberíamos enlistarnos. Abordamos el barco y navegamos con él y con la corriente, entonces nos bajamos en las tierras del Este, y así de fácil ¡Nos libramos de padre! ¡No nos verá ni la sombra!
Ginevra se quedó mirando a su gemelo y observó con estupefacción la forma en que este lograba entretejer la vitalidad y el afecto de su timbre con el desprecio de sus palabras.
—Lijian, comprendo lo que quieres y anhelo tanto o más que tú la dulce meta, pero si crees que algo así resultará bien, entonces eres ingenuo.
—¿Y eso por qué sería? —Inquirió el orgulloso.
—¡Lijian! No aceptarían una niña entre sus filas.
—Tu eres una niña tanto como yo soy un inocente.
—No tengo interés en averiguar cuanto es eso, y ambos sabemos, que aún cuando compartimos 16 años, tengo la complexión de una pequeña.
—¡Tanto mejor! —Entonces, el muchacho se levantó de un salto, con el ánimo exitado —Considera, y solo considera por un segundo, en tu grandiosa inteligencia, la posibilidad de que vayas caracterizada de varón.
Entonces hizo acto de presencia aquella sonrisa que se imponía petulante, altanera y presuntuosa como si en su infinita belleza fuera capaz de portar los rayos del sol. La inefable emoción le dibuja diminutas arrugas al borde de la boca y de los ojos, como un artista tan afanado en su trabajo que hubiera puesto un ímpetu riguroso en plasmarlo con elegante perfección sobre sus rasgos viriles y hermosos. Lijian vestía el entusiasmo como un rey habría vestido la corona.

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Vientos alisios
AdventureLa vida puede llegar a ser tan incierta como prodigiosamente exquisito es el océano, puede arrastrarte como un amante despechado y engullirte como si no fueras más que una gota de ron en la inmensidad de un cosmos desconocido y anhelante. El pretend...