CAP. 1

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Que bueno era el verano, que indeciso era el invierno, sin embargo prefería el frio, y ahí estaba, en mi casa, una pequeña habitación, tumbada en la cama con una manta arropando mi cuerpo frío, eran los últimos días de septiembre, donde el otoño acechaba en las calles y en el clima. Me levanté a hacerme un café caliente, al menos me dejaban en esta casa utilizar la cocina y el baño, mis compañeros de piso eran un tanto extraños, un chico moreno, alto, se llamaba Carlos, era una persona superdotada, pero a la hora de hablar se ponía nervioso y solo quería estar en su cuarto haciendo matemáticas, y una chica, llamada Ciada, que tenía diagnosticado el cancer, era muy tímida y por todo estaba llorando, solían estar siempre en el salón, son amigos de toda la vida y al menos entre ellos hablaban, pero a mi me tenían super excluida, cosa que me da igual, y prefiero.

Estaba mirando la ventana mientras me tomaba el café, Madrid era una ciudad bonita y mas cuando llovía, bueno... todas las ciudades son bonitas cuando llueve, me entristecía pensar que no podría volver a Marruecos, el país de donde soy, ya no es por que no tenga el dinero, si no por que allí ya no soy bienvenida...

-Zu...zulema -dijo Carlos tartamudeando-

-Si, dime -dije dejando de mirar la ventana y prestándole atención-

-No queda papel higiénico y... bueno yo... no me gusta la lluvia y Ciada no esta en casa, esta con sus padres hoy, po...podrías ir a... -le corté-

-Si carlos, puedo ir, tranquilo, anda ves a tu cuarto.

Se fue con una leve sonrisa, yo dejé mi café en la encimera de la cocina, me puse algo que me abrigará mas ya que hoy hacía especialmente frío y encima llovía, cogí las llaves y salí.

Que felicidad me transmite notar la lluvia en mis manos, sentir el frío que te golpea, y ver la gente abrigada, él supermercado no estaba tan lejos, de echo ya me faltaban dos calles para llegar.

Las ocho y media de la noche, y el supermercado cerraba a menos cuarto, genial, bueno, solo tengo que comprar papel higiénico, que por cierto, no lo encuentro, vi a una chica ordenando el fiambre y decidí preguntarle.

-Perdona ¿el papel higiénico?

-Si, esta a dos estanterías de aquí.

-Gracias.

Estaba en la cola, pagando ya, me dispuse a salir pero un carro me dio en él abdomen.

-Joder, lo siento no era mi intención -decía preocupada la chica del carro-

-No...no pasa nada -dije sin aire- estoy bien -levante la mirada a la vez que el cuerpo- y tu... ¿eres?

-Macarena ¿por? -su rostro mostraba confusión-

-Quería saber el nombre de la chica que me acaba de dejar sin aire, literalmente -soltó una leve risa-

-Enserio lo siento, no me di cuenta... bueno, me tengo que ir, espero que estes bien.

-Si, hasta luego.

Me fui de allí riéndome dentro de mi, ya que me había dado un ostion, pero eso era un aperitivo para mi, hacía mucho tiempo que no sentía dolor físico, y me resultó hasta agradable volver a sentir esa sensación. Estaba confusa, no se por que le dije "hasta luego" normalmente suelo decir "adiós" no me gusta ver a la misma gente repetidamente, siempre me han traicionado.

Llegue a casa y cuando puse el papel higiénico en el baño vi a Carlos muy contento.

-¿Y esa felicidad? -le dije sonriendo-

- ¡Por fin hay papel!

-Nunca vas a superar tu fobia a la gente ¿verdad?

-No...

-¿Y el día que no esté yo en esta casa quien irá a por papel higiénico?

-No lo se...

-Carlos, díselo.

-¿Que? -me miró extraño-

-Sabes de que te estoy hablando, Ciada, el amor de tu vida, el tiempo vuela Carlos, ya tenéis treinta y cinco años y os conocéis desde los cinco.

-Pero mis amigos me dicen que nunca tendremos algo.

-¿Los dos amigos envidiosos que tienes de internet? venga ya Carlos, decide por ti mismo, que nadie te coma la cabeza ni intente manipularte, tú vales mucho, y tus decisiones también.

-¿Tu crees que ella querrá algo conmigo...? -lo vi bastante apenado-

-Claro que si, vuestra química se nota, vuestras almas están conectadas por mucho que lo neguéis, nadie te va hacer sentir como ella en tu vida Carlos, no es un amor pasajero, no te dejes llevar por la mierda de amigos que tienes, vuestro amor es real, y eso dura. -se que le hacía falta esta conversación-

-Esta bien Zulema... intentaré algo con ella.

-Lo vas a lograr -le guiñe el ojo y me fui a mi cuarto-

Me encanta decir las cosas como las veo, y estas dos personas son buenas, no tienen ni un mínimo de maldad, por eso me comporto tan bien con ellos.
Adoro la noche, en algunas partes del mundo tan fría y solitaria y en otras tan acompañada y caliente, lo único que me apetecía ahora era dormir y soñar, los sueños para mi son el mundo prohibido al que todos y todas podemos acceder, si es que llegamos a dormirnos.

Amor reprimido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora