Capítulo 4

877 53 2
                                    

Con cierta vergüenza inundando su rostro Aris subió sus pantalones antes de seguir a Temo; quien sin darle otra mirada desapareció adentro de su enorme habitación.

El menor entró poco después, algo atolondrado por el orgasmo recién experimentado. Y apenas puso un pie en la recamara, sus ojos solo pudieron admirar el bonito y respingado culo del castaño; sin embargo, tampoco pudo evitar su muy ordenada habitación, porque de hecho le pareció extraño.

Quiere decir; no es que se dejará llevar por estereotipos, pero hay que tener en cuenta que las personas con ese tipo de personalidad extrovertida no eran precisamente ordenadas; o al menos los estudios científicos lo afirman.

Aunque bueno, la ciencia siempre cree conocer todo lo que se mueve; sin embargo, primero debían explorar hasta el último rincón del objetivo estudiado.

Así que, en este instante, Aris quería ser parte de ese movimiento, porque no lo podía ocultar ni, aunque lo negase con todas sus fuerzas.

Ya que poco y nada sabía sobre Cuauhtémoc.

¿No era por aquí que debía comenzar primero?

Le entristecía un poco el hecho no conocerlo, ya que eso quería decir que después de esto, no habría oportunidad de hacerlo.

Aristóteles no era para nada idiota, él ya lo sabía desde que sus miradas se cruzaron por primera vez. Está consciente de que el mayor solo lo está utilizando para sus deseos sexuales.

Pero, aun así. ¿Qué más daba?

Otra oportunidad como ésa no se le presentaría en la vida y mucho menos con él, el castaño más hermoso que había conocido.

Un ronroneo lo sacó de sus pensamientos, dejando ver al toluqueño justo frente a sus narices, muy cerca, demasiado cerca.

- ¿Sabías que me pones mucho cuando te concentras? - susurró justo encima de sus labios, subiendo sus manos sobre los brazos del menor para así dejarlos en su cuello; acariciando su nuca y apegándose mucho más a él.

El oaxaqueño paso saliva con nerviosismo, sus manos de nuevo estaban paralizadas y sus pupilas comenzaron a temblar al no saber qué hacer; por lo que sin más; se mantuvo quieto, dejando los brazos a sus costados.

Por su por su lado el castaño sonrío ladino.

-Tócame, que nada te reprima-Le pidió antes de besar la comisura de sus labios con lentitud terminando de delinear la suavidad de sus labios.

El rizado gimió sin dar crédito, sintiendo que una nueva erección se formaba entre sus pantalones; por lo que se sorprendió de sí mismo.

Inseguro de lo que iba a hacer; sus manos se situaron en las caderas de Temo, hundiendo sus dedos en su carne para acercarlo más a él; por lo que el mayor pudo sentir la dureza del más alto casi calando sobre su vientre; haciéndole jadear con anticipación; y es que después de todo, los vírgenes como Ari solían ser muy sensitivos.

-Mmm, estás duro nuevamente- ronroneo volviendo a acercar su boca hasta la del menor, quien le correspondió el beso entre gemidos cuando el más bajo le tomo de su nuca con posesión.

Loschasquidos se hicieron presentes dentro del silencio de la habitación, inclusola temperatura volvió a subir junto con los jadeos y respiraciones agitadas delos dos presentes.

El toluqueño volvió a tomar el mando de la situación, ya que, Aris era un pequeño polluelo que le encantaba ser mimado.

Todavía con sus labios chasqueando una y otra vez, Temo lo empujó hasta que su espalda cayó sobre la cama; por lo que su cuerpo quedó justo encima de su menor, volviendo a juntar sus labios con delicadeza para seguir disgustando de su lindo Aristóteles Córcega.

Tantas noches en vela, pensando en él, masturbándose en su nombre...Y ahora que por fin lo tenía a su merced no iba a desaprovechar la oportunidad.

-Ah- le arrancó un gemido de un armonioso tono cundo comenzó a morder su labio inferior, delineando con su lengua el contorno.

En ese instante Ari lo tomó de sorpresa cuando se atrevió a tomar su cintura, posando sus manos por encima de su suave piel, acariciando y estremeciéndolo a tal punto de jadear su nombre.

-Temo- suspiró una vez más entre besos, moviendo un poco sus caderas contra las de Cuauhtémoc; quien gimió bajo el efecto de sus labios; derritiéndose con cada gemido del menor. Pero aun así sonrió con sorna, porque eso significaba que él estaba tan igual o peor de ansioso que él.

Por ahora su ropa era un impedimento, así que sin pensar mucho más se separó de su rostro; tomando el dobladillo de su camisa para subirlo con rapidez, así como también sus pantalones, dejando al muchacho en bóxer.

Cuando el castaño le observó desde su lugar, el menor trató de cubrir su rostro abochornado; sin embargo, Temo se lo impidió acercándose y hasta su boca para dejar un tierno beso en la mis e ir descendiendo por la línea de la mandíbula hasta su cuello; besando, mordiendo y chupando con tanto ahínco que Aris no pudo evitar temblar bajo su toque.

De repente, el más bajo se volvió a separar, sin embargo, no tomó mucho tiempo antes de poner su pecho sobre su rostro, invitándolo a pegarse a él.

Acción que hizo sin pensarlo dos veces.

El toluqueño gimió gustoso, enterrando sus manos en el abundante cabello del más alto para sostenerse mientras que él lamia, chupaba y mordisqueaba sus tetillas, haciéndolo echar su cabeza hacia atrás.

Finalmente lo separo, besándolo desenfrenadamente antes de volver a descender hasta dar con sus tetillas; las cuales también se encontraban duras.

- ¡Ah! - un gemido ronco salió de los labios del de ojos chocolate en el momento en el que el mayor juega con las mismas, pasando su lengua una y otra vez mientras que con sus manos las retorcía por perversidad. Luego de un rato, lo dejo en par de besos en sus maltratados labios para bajar a su abdomen dejando rastros de saliva por su piel.

Temo jugaba un poco con la línea de los escasos vellos que se formaban desde su ombligo hasta su miembro, causando que su menor se arqueara ante el mar de caricias donde se había hundido. El nombre de Cuauhtémoc era el principal llamado de Aristóteles; así que con un charco de fluidos en sus braguitas y muchas ganas de engullir su pene hasta correrse tres o cuatro veces con el mismo adentro; se acercó hasta el rostro del rizado, quien lo miraba con los ojos cristalizados por el placer.

-Necesito tenerte dentro- susurró sobre sus labios antes de tomar el falo de Aris entre sus dedos, apretándola y haciendo un vaivén lento y delicioso que les hizo sisear a ambos de placer- ¿Ari puede hacerse cargo de Temo? - preguntó por lo bajo, aumentando el ritmo de la masturbación.

Temo jugaba un poco con la línea de los escasos vellos que se formaban desde su ombligo hasta su miembro, causando que su menor se arqueara ante el mar de caricias donde se había hundido. El nombre de Cuauhtémoc era el principal llamado de Aristóteles; así que con un charco de fluidos en sus braguitas y muchas ganas de engullir su pene hasta correrse tres o cuatro veces con el mismo adentro; se acercó hasta el rostro del rizado, quien lo miraba con los ojos cristalizados por el placer.

-Necesito tenerte dentro- susurró sobre sus labios antes de tomar el falo de Aris entre sus dedos, apretándola y haciendo un vaivén lento y delicioso que les hizo sisear a ambos de placer- ¿Ari puede hacerse cargo de Temo? - preguntó por lo bajo, aumentando el ritmo de la masturbación.

Este capítulo va a estar dividido en dos partes, después subire el otro.
Cuídense y besitos en sus frentesitas 😘💟

Lindo AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora