Capítulo 6 (Final)

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Después de aquel acalorado encuentro, los días pasaron con normalidad, por lo que una vez más, Aristóteles Córcega; leía sentado en aquella mesa dónde nadie podía molestarlo, porque como sieumpre nadie se acercaba a él buscando compañía.

Y hoy por supuesto, no fue la excepción.

Suspiró mientras que descansaba su vista de la entretenida lectura, quitándose con lasitud sus enormes lentes para luego abrir y cerrar sus ojos con cierta molestia; cayendo en cuenta del incesante alboroto que se llevaba acabo en la cafetería del colegio.

Volvió a suspirar antes de recorrer la misma con lentitud, sin prestar atención a su alrededor.

Hasta que lo vió...

En ese preciso instante no pudo evitar seguirlo con con la mirada, porque ese día se veía realmente hermoso; incluso más que antes.
Aris estaba idiotizado mirándolo mientras el toluqueño comía.
Hasta haciendo eso se veía tan bien, por eso me gusta, lástima que al parecer yo no le gustaba-pensó el rizado.

Ese pensamiento le hizo arrugar la nariz con desagrado cuando recordó el desazón de su rechazo; exactamente hace una semana desde que no tenía ningún contacto con el mayor.

Luego del beso y de no obtener más que una mirada escéptica de su parte, Aristóteles terminó por levantarse con su dignidad por el suelo; vistiéndose con rapidez antes de marcharse cabizbajo.

En ese momento él esperaba alguna palabra por parte de Temo o tal vez que lo detuviera, sin embargo él no hizo absolutamente nada, cosa que hizo sentir al oaxaqueño más miserable de lo normal.

En su lugar, se levantó de a cama con desinterés para después perderse por la puerta, ni siquiera le pudo ofrecer una mirada, nada.

Fue un idiota, sabía que él lo iba a utilizar, pero terminó cediendo más rápido que furioso.

-Lo que hace una cara bonita- mascullo desanimado, mirando al suelo con aires de tristeza.

-Oh vaya ¿te parezco bonito? Eso es genial, así me ahorro todo el discurso que tenía preparado antes de chuparte el pene- dijo una voz muy conocida, la cual lo hizo levantar la mirada con rapidez.

El de ojos chocolate quedó sorprendido por tener al mismo diablo en persona, digo, porque el sabía que el castaño no era ningún santo.

Pero si bien no podría prenderle una vela por virgen. Podría rezarle entre sus piernas por ser un ángel caído.

Cuauhtémoc le sonrió con los labios apretados antes de carraspear y sentarse a su lado, quedando en silencio bajo la incrédula mirada  del menor.

Aristóteles por el contrario se sentía totalmente nervioso, pero al mismo tiempo feliz; realmente no sabía que más estaba pasando..

-Disculpame- soltó de la nada Temo, por los que el oaxaqueño abrió los ojos  de par en par. Esperaba todo menos eso.

-¿D-discloparte?- preguntó temiendo  lo peor, él asintió- ¿P-por qué?- musitó atreviéndose a mirar a sus ojos.

-Por todo- respondió peinando su cabello hacía atrás con extrema delicadeza, tan relajado, tan indiferente que dolía.

Ari asintió sin decir nada más por el momento, pensando en sus palabras. Finalmente luego de un par de segundos en silencio, reunió la valentía que necesitaba para enfrentar todo ese revoltijo de emociones que guardaba en su interior.

-Temo...- lo llamó suavemente, por lo que el mencionado solo respondió con un sonido gultural- ¿Te arrepientes de haberte acostado conmigo?- preguntó con sus ojos cristalizados.

Cuando terminó de hablar; el toluqueño frunció el ceño luego de parpadear incredulo.

-¿Qué mierda?- cuestionó chasqueando la lengua- ¡No!- bufó- no me arrepiento de haber follado tu enorme polla, es que uff, no sabes cuánto lo disfrute- sinceró levantándose de su lugar para sentarse en las piernas del más alto; pasando sus manos por su cuello  y dejando que sus rostros de acercarán lo suficiente para quedar a escasos centímetros.

El rizado sintió arder toda su cara cuando pudo tenerlo así de cerca, mientras que a su vez la atención de los estudiantes empezaba a centrar en ellos.

-Ay Ari, me encantas, me pones; yo me caliento con solo verte- prosiguió Temo besando sus mejillas coloradas, su nariz y frente; para finalmente para descender a sus labios entreabiertos.- Sí me gustas,pero era demasiado idiota como para darme cuenta que mi pene solo se levanta por ti, bebé.

Oh Dios...eran las palabras más lindas que ele habían dicho al oaxaqueño en toda su vida.

-Temo, yo pensé que tú...- musitó conmocionado antes de continuar- yo pensé que tú  no corresponderías mis sentimientos- sin perder otro segundo más lo abrazó por la cintura, apegándolo a él con el corazón casi saliéndose de su lugar; me importaba poco y nada que los demás estuvieran mirándolos con la boca abierta.

-Bueno, no se diga más, ya somos novios, ¿pa' cuando la luna de miel?- preguntó el mayor relamiendose los labios  mientras subía y bajaba sus cejas pícaramente; Aristóteles por su parte soltó una carcajada de felicidad.

-Temo, solo quienes se casan pueden tener luna de miel- respondió suavemente besando su barbilla para luego recostar su cabeza sobre su hombro, el contrario negocio disgustado.

-Pues ni tú polla ni mi culito saben de formalidades, así que no hay problema.

Ambos sonrieron cómplices para luego darse un fogoso beso sin discreción, era tan lento y maravilloso que al separarse, el rizado miró a todos lados antes de sonrojarse.

-Que se jodan, yo manoseo a mi novio dónde y cómo a mi me dé la gana- gruñó Cuauhtémoc para luego adentrar su lengua a la cavidad bucal del menor, compartiendo saliva y chasquidos entre ellos.

Pero aún así todo desaparecido a su alrededor ya que solo eran...

Aristóteles y su querido novio  Cuauhtémoc juntos.



Después de varios meses, creo, terminé está historia que está un poco fuera de lo que común escribo; relamente espero que les haya gustado.

Cuídense y besitos en sus frentesitas 😘♥️

Lindo AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora