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𝐼𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑜

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𝐼𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑜

𝐴𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎: 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎𝑗𝑒 𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖́𝑐𝑖𝑡𝑜.

Sentía mi cuello tensado a tal punto que todo el conjunto de sensaciones llegó a parecerme abrumador, tenía mi cabeza recostada hacia atrás y los dientes apretando fuerte, mis ojos seguían cerrados y una de mis manos seguía apoyada sobre el cabello de Neji mientras mi mano formaba un puño en la tela del sillón. Poco a poco fui liberando toda esa presión, e incluso relajé mis piernas, las cuales cayeron pesadas a por los brazos de mi ex novio y se acomodaron en sus antebrazos.

Busqué la manera de acomodarme y sentarme de manera que él tuvo que hacerse hacia atrás y se levantó frente a mí. Él seguía todavía con la ropa de hacia un rato y mi campo de visión fue atraída hacia el bulto entre sus piernas que hacia que se marcara el relieve de su erección. Él ya me había permitido disfrutar en esta ocasión y, para mí, era justo que él hiciera lo mismo; así que lo busqué con la mirada, y lo recorrí desde su prominente abultamiento, subiendo por su abdomen marcado, su pecho, su largo cuello y sus clavículas marcadas que me siempre me tenían fascinada, hasta su rostro tan atractivo y esos ojos claros. Podía jurar que estos se habían oscurecido con la pasión que los abrasaba, su rostro tenía un gesto tan sensual e irresistible que me hacían querer besarlo en todas partes.

Mis manos subieron por sus muslos hasta el broche de su pantalón y me dispuse a desabrocharlo sin romper el contacto de nuestras miradas. Sus manos estaban quietas, pero tocaron mis brazos acariciándome ligeramente. Una vez que pude desabrocharlo, tomé los extremos de cada lado e hice ademan de bajarlos para deshacernos de toda la ropa que tenía puesta, pues sentía que ya nos estorbaba. Sin embargo, él tomó mis manos y me detuvo antes de lograr lo que me proponía.

Lo mire algo desconcertada.

- Sabes que me encanta sentirte de esta manera. Pero esta vez se trata de ti, Hoshi.

Soltó una de mis manos y tocó mi hombro ejerciendo un poco de presión para que me recostara girándome de forma que, en vez de que mi espalda tocara el respaldo de sillón, esta se extendiera a lo largo del sillón. Al acostarme subí una de mis piernas, y la doblé a la altura de mis rodillas, me encontraba apoyándola en el respaldo y mi pie sobre la tela del sillón; la otra permaneció en el suelo mientras Neji terminaba de desnudarse y se acomodaba encima de mí. Gracias a esos centímetros extra del sillón en forma de "L", podíamos acomodarnos a la perfección ya que no estábamos totalmente acostados.

Ya habíamos hecho el amor en este sillón incontables veces, y no era nada nuevo el saber ideárnosla para poder darnos placer en espacios que no fueran la cama.

Las Lluvias de KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora