Prólogo

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Los primeros rayos solares de la mañana impactan en mi rostro, y me reconsiderar el por que no hacen decidí cerrar las persianas y correr las cortinas antes de irme a dormir. Con los ojos aún cerrados intento volver a coger el sueño, gruñendo en el proceso mientras abrazo mi almohada, y me cubro de nuevo con el edredón. Cuando consigo estar en una posición cómoda, y noto que mis párpados vuelven a pesar, un ruido detiene mi descanso. La puerta de mi habitación se abre de golpe, y noto unas pisadas fuertes que retumban en el parqué de la habitación. Unas manos intentan retirar la almohada de entre mis brazos, y digo intenta, porque empezamos a tener un tira y afloja por ver quien se queda con la almohada. Como es de esperarse, de la fuerza infringida al tirar acabo en el suelo, y sin mi querida y amada almohada. Me levanto gruñendo con varios mechones de mi cabello tapándome la vista. Yarah me mira torciendo su rostro con gesto interrogativo. Antes de querer recriminarle algo, se ríe y comienza a empujarme hacia la puerta.

-Eri debes de darte prisa habías quedado con Aiko a las 10, y vas a llegar tarde como no te des prisa- exclama exaltada mientras sigue empujándome, consiguiendo sacarme de la habitación-.

Como es lógico le contesto murmurando cosas sin sentido. Es un hecho que tengo un sueño muy profundo, y un clarísimo mal despertar. Si no fue porque tiene razón y si no me doy prisa voy a llegar tarde, ya le había tirado lo primero que tuviese en mi mesilla por perturbar mi sueño y tirarme de la cama.

-Hi, hi. Pero deja de empujarme que voy a volver al suelo como sigas así- Yarah deja de empujarme y retira ambas manos de detrás de mi espalda, volviendo a una posición recta-

-Te dejo sola, pero espero que no se te vuelvan a pegar las sábanas, siempre es lo mismo- suspira fuertemente cerrando los ojos y posa su mirada en mí- Vuelvo a la cocina, estaba terminando de desayunar, tengo que ir a trabajar, nos vemos por la tarde-

Asiento y le deseo suerte antes de girar en sus tobillos y desaparecer del pasillo.

Suspiro fuertemente y vuelvo a mi habitación a coger el teléfono móvil de mi mesilla. Cuando miro la hora plasmada en la pantalla mis ojos se salen de sus órbitas. El reloj marca las 9:30.

Cojo el teléfono móvil, y decido coger lo primero que encuentro en mi armario y sea cómodo para pasar la mañana en la playa. Con todo eso, me meto en el baño y me aseo rápidamente. Me pongo la ropa e intentó ordenar mi cabello haciéndome una coleta alta. Me miro en el espejo y veo mi rostro demacrado y con ojeras. No fue una buena idea quedarme hasta tarde viendo series con Yarah, solo ha servido para quedarme dormida y tener unas ojeras que poco más y me llegan hasta los tobillos. Palmeo mis mejillas e inspiro de nuevo.

Salgo del baño, y cojo la pequeña mochila, que siempre dejo en el pasillo cerca de la puerta de entrada. Corro a la cocina y en un termo vierto un poco del café que Yarah ha dejado hecho. Con las prisas no tengo tiempo a desayunar decentemente, pero el café siempre arregla todo. Del mueble recibidor cojo las llaves, y junto al termo los introduzco en la mochila antes de colgármela en la espalda. Salgo cerrando la puerta y caminando con paso firme y rápido. Vuelvo a mirar la hora en el reloj, las 9:50. Él se quedó con Aiko en el parque cerca de mi casa a las 10:00 para ir juntas a la playa.

El clima en esta época del año es genial, adoro el ambiente caluroso y el cúmulo de gente en las calles, lo que provoca una sensación acogedora que abruma la ciudad. Hablo de Sao Paulo. Sí, Brasil. Y os preguntareis, ¿Qué hace una chica como yo en un lugar tan grande y bullicioso como este? Muy sencillo, practicar, jugar y amar cada día mas el vóley. Originalmente, nací en Japón, más concretamente en Osaka. Mi padre es japonés, pero mi madre es española. En las comidas familiares, donde conviven diferentes tradiciones culturales, siempre cuentan las mismas anécdotas de su vida sobre todo cuando se conocieron y terminaron enamorándose. Puede sonar un poco cursi, ya veces ser repetitivo, pero cada vez que papá y mama compartían su historia, un brillo especial cubría sus ojos, y me hacía replantearme si realmente existían los cuentos de hadas. Ellos se amaban y atravesaron muchas adversidades para, finalmente acabar juntos y tenerme a mí. Papá fue quien me enseño a jugar vóley. Al principio, no me interesaba aprender ningún deporte, siempre fui torpe y patosa y no destacaba en ningún aspecto físico. El vóley comenzó a convertirse en algo importante entre papá y yo, era una conexión especial entre ambos. No era un mero deporte, era una forma de vida, una forma más de divertirme. Con los años empecé a inscribirme en los clubs de vóley de la escuela y el instituto haciéndolo algo importante y cotidiano en mi vida. Debido a esto, tras graduarme en el instituto tome la decisión más importante de mi vida, dejar atrás la universidad y embarcarme en una nueva en el otro lado del globo. Fue una locura explicárselo a mis padres, algo caótico. Pero, finalmente lograron entender mi verdadera vocación y pasión, y mis ganas por irme a Sao Paulo a entrenar vóley practicando vóley playa. Quería mejorar las bases del deporte y hacerme cada día mas fuerte para lograr convertirme en una gran jugadora. Cuando llegué a Sao Paulo no conocía a nadie mas que a Yarah mi compañera de piso. Ella fue mi salvadora. Al principio nos comunicábamos solo en inglés, ya que ninguna sabía sus idiomas. Me ayudó a conocer más Sao Paulo y me fue introduciendo poco a poco en su ambiente. Poco después., Todo se había vuelto realmente cotidiano. Aiko era mi compañera de equipo de vóley playa, nos conocimos el primer año que pase aquí mientras practicaba sola con un balón en la playa. Era japonesa y llevaba mucho tiempo viviendo en Brasil tanto, que ya conocía y hablaba perfectamente el idioma,

Fijo mi mirada, ya lo lejos Aiko agita su mano saludándome. Imito su gesto y me acerco a ella.

-Por como vienes apuesto lo que quieras a que volviste a quedarte dormida- cierro mis ojos y suelto una pequeña risita- Ósea que sí, nunca cambiarás Eri-chan.

-Sh, sh, son cosas que pasan ¿Si? No es mi culpa- Aiko mueve la cabeza en ambos lados y me mira fijamente-

-Bueno, lo importante es que estás aquí, tenemos que dirigirnos a la playa ya.

Asiento y ambas cogemos el bus directo a la playa. Al llegar, lo primero que hago es cerrar los ojos y respirar profundamente. El clima es templado y agradable, hace viento, y se percibe el típico olor a mar en el ambiente.

- ERIIIIII-CHAAAAAAAAAAAAAN espérame.

Abro los ojos de golpe e intento darme la vuelta, pero unos brazos me atrapan y me levantan en el aire agitándome rápidamente y dándome vueltas. Aiko pone su cara de fastidio y de ver todos los días el mismo gesto entre ambos. Suspira fuertemente y se da poco a poco la vuelta señalando con su mano derecha la zona de vóley en la playa.

-Como se que esto va para largo, te espero donde siempre Eri, estaré practicando sola pases de dedos- Vuelve a girar su cabeza y posa su vista en la persona que se encuentra sujetándome fuertemente entre sus brazos- Nos vemos Hinata-

El chico detrás de mi sonríe cerrando sus ojitos saludándola como todos los días. La pobre Aiko aún no está acostumbrada a nuestros saludos efusivos y demasiado afectivos de todos los días, que parecen sacados de una película romanticona. Aiko comienza a dirigirse a las pistas, y poco después apenas puedo ver su silueta en el fondo.

Dirijo mi mirada al chico que tengo al lado y sonrío correspondiéndole fuertemente el abrazo, a lo que el imita gustosamente. Finalmente, acaba dejándome en el suelo.

-El lunes no apareciste por aquí, pensaba que te había pasado algo. - comenta agitando ambas manos-

-Solo me volví a quedar tremendamente dormida, y Aiko desistió.

Hinata comienza a reír a carcajadas.

-Como no Eri-chan, tú y tu almohada sois inseparables.

Hago un pequeño pucherito, a lo que el corresponde imitándome. Termino riéndome al igual que el y ambos nos miramos fijamente. Hay algo que no me ha dicho, y que claramente quiere decirme. Se le nota tenso y nervioso.

-Eri-chan, este sábado vuelvo a Japón. He decidido aplicar para intentar entrar como jugador en los Black Jackals. Solo me quedan 3 días en Sao Paulo- su mirada se endurece-

Trago saliva, dirijo mi mirada al suelo mordiéndome la lengua. Le voy a echar mucho de menos, Shoyo ha sido un apoyo incondicional para mí, tanto que se ha convertido prácticamente en un hermano mayor para mí. Solo se, que estoy segura, de que sea donde sea estaré apoyándole siempre en su carrera como jugador profesional.

-Shoyo, te has convertido en un grandísimo jugador y persona a la que admiro y quiero. Nos volveremos a ver ¿Sí? Alguna vez, el mundo es un pañuelo y nunca se sabe lo que depara el destino.

Vuelve a fijar su mirada en mí y sonríe ampliamente. Se acerca a mi y apoya su barbilla en mi cabeza apoyándome en su pecho formando un abrazo protector lleno de cariño y anhelo. Besa mi frente e inclina mi cabeza para que nuestras miradas conecten.

-Por su puesto, Eri-chan. Esto no es un adiós, es un hasta pronto.

Break my heart (Sakusa Kiyoomi)Where stories live. Discover now