Sueños sinceros

644 50 4
                                    

LISBON:

Ha sido un día duro, hoy un chico se a presentado en la comisaría diciendo que era un psíquico y que tenia visiones. Me ha hecho acordarme de todo el tiempo que he pasado con Patrick, todos esos casos llenos de misterios que Jane conseguía descifrar solo con ser como es. El supuesto psíquico era muy arrogante y se creía el mejor de todos, fue fácil para mi pillarle el punto enseguida y desmontar todo lo que decía, nadie es capaz a asemejarse a Jane.

- Hola Señorita Lisbon - dijo un hombre apuesto cuando yo estaba llegando a mi casa - tiene una carta de un tal Patrick Jane.

No pude esconder mi sonrisa y el brillo en mis ojos al escuchar ese nombre, desde hacia casi dos años Patrick me había estado enviando cartas casi a diario, cartas que narraban las pocas actividades que hacia en ese pueblito y lo mucho que echaba de menos resolver casos a mi lado. Desde el primer día que me envió una carta las he estado guardando en el armario de mi salón para que cada vez que necesitase sentirme cerca de el poder leer una y otra vez sus cartas. Cuando no tenia nada que contar Jane hacia memoria y escribía algunos casos que habíamos resuelto juntos, cosa que a mi no me podía hacer más ilusión.

- Señorita Lisbon ¿esta bien? - me pregunto el hombre tan apuesto al verme sumergida en mis pensamientos con esa sonrisa en la cara.

- Ay perdón, lo siento - dije ruborizándome un poco.

- También tiene un pequeño paquete del mismo destinatario - me dio una pequeña caja de cartón que llevaba algo dentro. En ese momento el cartero se despidió pero yo estaba tan pendiente en que podría ser ese paquete que no me di cuenta que ya no había nadie delante de mi casa. Entre rápido al salón para poder abrir esa caja. Al abrirla mis labios hicieron una sonrisa inmensa y mis pómulos se enrojecieron de la emoción, una concha hermosa se encontraba entre esas pequeñas paredes de cartón con una palabra pintada a mano: LISBON 🖤

Una lagrima calló por mi rostro y dentro de mi explotaron las ganas de poder abrazar al que en algún momento fue se asesor. Rompió al llanto mientras sujetaba entre sus manos esa hermosa concha, tanto dolor no cabe en mi pecho, las ganas de verle abrazarle y estar a su lado son tan intensas que no sabe si podrá estar mucho tiempo más soportándolo . Lo echo de menos.

JANE:

En este paraiso no pasan muchas cosas, solo puedo pensar en que no hago nada y eso me aburre. Estaba tan acostumbrado a detener asesinos que ahora no se ni relajarme, además solo me puedo sacar el aburrimiento pensando en ella, pero eso me hace sentirme aun peor. Echar de menos a alguien que casi con total seguridad no volveré a ver por mucho que quiera hace que mi corazón se rompa con cada recuerdo que nos une. Pensar en su sonrisa torcida, en el brillo de sus ojos verdes, en su cara cuando se "enfada", en pensar en ella me hace solamente echarla de menos y no puedo permitirme sentir eso.

Salí de mi pequeño apartamento para dar un pequeño paseo por la playa y desayunar en el diminuto chiringuito al que voy cada día. Cuando estoy comenzando a tomar mi té el camarero me dice que hay una llamada para mí.

- Hola señor Patrick - me dice la voz de un joven al otro lado.

- Hombre muchacho, que te cuentas? - el que estaba al otro lado era el botones del único hotel que había por la zona, un chico realmente encantador que sabia un poco de ingles y que después de estos dos años le había estado enseñando un poco más.

- Señor Patrick me había pedido que le avisase si alguien preguntaba por usted, pues un hombre bajito negro ha estado preguntando por ti , creo que he escuchado su nombre, un tal Abott - pues claro, el único hombre que vendría a buscarme hasta aquí debía ser el mismo que quería atraparme allí.

Nunca va a haber un ADIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora