- Te convertiste, en mi mundo, mi universo, cuando te veía, no sabía dónde comenzabas tú ni donde terminaba yo.
- Eres mi ser de luz, mi amada Eva, Tú siempre fuiste Tú.
- Nunca había creído en las almas gemelas, hasta que una tarde de sábado; aparecí en un salón lleno de jóvenes como yo, y miré a una chica dulce, amable, hermosa, su cabello, su cara, sus ojos, eran puros, eran luz en la oscuridad que habitaba mi alma.
Mi amor, Eva, quiero pedirte; que nunca cambies, que sigas siendo la mujer admirable que eres, que no te dejes vencer, que luches.
- Porque, aunque yo ya no esté a tú lado, siempre te cuidaré...
«SONRÍE, AUNQUE EL ALMA LLORE» - Recuerda, esa frase siempre...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.