Cry

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Hablar de maneras despectivas o a veces absurdas sobre si mismo es su especialidad. Arrepentirse al llegar a casa es su doctorado.

No seas villamelón y piensa un poco.

¡¿Eso está mal?! ¡¿Está mal ser como es?!

Claro. Es malo porque no hay confianza en si mismo. Pero, ¿cómo arreglarlo? ¿Podrá hacerlo después?

—Soy bastante miedoso. Soy débil y a veces no sé qué hacer con mi vida... —murmura.

—¿Puedes decir algo que no sepamos? —musita el de cabellos azabache con irritación—. Lo dices cada segundo pedazo de imbécil.

—Oh, cálmense. Creo que está bien hablar de nosotros mismos, a veces es bueno —el pelirrojo especula al rubio—. ¿Podrías seguir?

¿Por qué se sentía tan extraño ser tratado de esa manera?

No lo sabía. Es una sensación de plena incomodidad pero de por medio interviene la fortaleza. Era irónico pensar que no lo lograba escuchar desde el interior.

Al llegar a casa se recuesta sobre su cama y respira resignado. Se siente patético por hablar sobre asuntos los cuales nadie debía de enterarse. Pero suele ser tan parlanchín que no se da cuenta en el momento de lo que está mal y lo que está bien hablar. Se siente culpable de hacerlo. Teme por lo que la gente diga sobre él, eso le afecta rotundamente cada día y, para calmar ese sentimiento de inferioridad siempre da explicaciones de todo.

Los días siguientes, durante las clases se sentía agobiado, como si algo lo estuviese afectado cada día sin motivo. No ha podido dormir en paz y mucho menos despertar con ganas de seguir de pie.

La razón está muy bien escondida para no ser encontrada.

—¿Mi cabello se ve muy mal?

—Para nada.

—¿Por qué mis días últimamente son tan... desafortunados?

—¿Estás bien? ¿Pasó algo, Zenitsu?

La mujer a su lado lo observa con detenimiento. Se encuentra recargada sobre la pared del patio de la academia. Porta el cabello suelto y un moño rosado bien atado sobre un mechón de sus largos cabellos.

Realmente Nezuko se ve encantadora a sus ojos.

—Te vez raro —le dice en un murmuro.

—¡¿Hay algo malo en mí?!

—¡N-no! Es que te miras angustiado desde hace días...

Su pregunta es: ¿Ella se está dando cuenta?

—Yo te puedo ayudar, sabes que estoy para ti.

Esta con cautela desliza su espalda por la pared hasta estar sentada al lado del rubio. Lo mira y toma su mano.

—Estamos juntos en todo, ¿lo sabes verdad? —menciona ella.

Sus palabras son honestas desde la perspectiva que sean tomada. Pero él no está preparado para alguien como ella.

—Te quiero —dice él finalmente.

Puedo sentir, como mi corazón se está rompiendo.

Esa maja mirada ante aquel joven lo derrite, sus dentellantes ojos de un color divino lo envuelven, su calor rompe el hielo sobre su piel, cuestionando sobre su memoria el acertijo, ¿cómo no amarla? Es tan cálida como esa parte que se esfumó hace tiempo. Tan reconfortante en momentos difíciles; como su severa ansiedad.

Sé que me enamoraré de ti, cariño.

Ella sonríe.

Y no es algo que quiera hacer.

—También te quiero.

Espero y no me mientas.

Y si lo haces, sé que no seré tu bebé llorón.

Aquel día fue la declaración para consolidar una pareja, y al mismo tiempo para causar un lío dentro del muchacho.

—Necesito tomarlo con calma. Pero no sé qué hacer... Me pasan cosas muy raras últimamente.

—Cuéntame. Yo puedo ayudarte.

Tengo este sentimiento de ansiedad. Pero se desaparece por un minuto cuando estoy respirando contigo.

Siento mi corazón romperse, y sé que te das cuenta.

—¿No vas a contarme? Yo tengo una idea de lo que puedes estar pasando... —lo observa.

Por favor, no digas que lo sabes cuando lo sabes.





















Cry Baby [ZeniNezu] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora