Esdras 9:6
(...) Nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de {nuestras} cabezas, y nuestra culpa ha crecido hasta los cielos.¿Dónde?
Esta era la pregunta que se llevaba haciendo desde hacía un largo período de tiempo.
Desde el momento en que su protegida había desaparecido de su vita, para ser exactos.
Tan sólo un segundo le bastó para desvanecerse y no dejar rastro, lo que de por sí ya era bastante extraño, ya qué, con sus habilidades de rastreo la habría encontrado en un santiamén.Pero no fue así. Su humano se habia esfumado por completo, perdido en medio de un festival con miles de personas al rededor.
Ni siquiera podía captar su aura. Y con esto la desesperación lo comenzaba a invadir poco a poco, pero retractó el sentimiento, debía mantenerse calmado ante toda situación.Elevó sus alas sintiendo el fresco aire del invierno colarse entre sus plumas y, por un efímero instante se llamó a la paz total y a la libertad.
Cerró sus almendrados ojos disfrutando un momento del poco calor que otorgaba el atardecer entre teorías de rojos y naranjas que insolentes se colaban entre nubes que sólo sabrían desaparecer.
Quizo conservar ese sentimiento, hacerlo eterno, olvidarse de todo, tomar aquello tan terrenal como los edificios, las calles, las personas y hacerse parte de todo, pero todo eso llevaba un gran peso, era una gran desición que le dirigía a un abismo sin retorno, no podía simplemente abandonarse a sus deseos vanales, de terrestres con almas impías, de algo tan típico como obviar lo simple y llamar constantemente al caos.No podía hundirse en algo tan ruín como el pecado.
Nuevamente abrió sus ojos, aquella preciosa vista se desvanecía de los ojos de aquellos que sólo sabían ver un lado del mundo. Suspiró con desgano, sintiendo como aquella calidez terrenal dejó de envolverlo, haciendo que su espíritu se apagara un poco más, sabiéndose desaprovechado.
Dejó de sopesar posibles milagros que jamás ocurrirían, para volver a su propia realidad, desganándose aún más, debía encontrarla pronto o se metería en grandes problemas.
Emprendió vuelo en dirección a la casa de la mortal, en el mejor de los casos había vuelto, quizo autoconvencerse de ello, pero algo le dejaba picando la piel.
¿Dónde había quedado su rastro?
Esto era algo que no podía comprender o no quería comprender. Él era un experto cazador de demonios y ni siquiera ellos podían hacer desaparecer un rastro de tal manera que evadiera todos sus sentidos, y se alarmó mucho más al sospechar que podría ser un demonio especial;
²Un príncipe del infierno.
Y si sus sospechas eran ciertas, se estaría enfrentando prontamente a algo peligroso, pero no entendía cómo. El alma de Izlee estaba completamente oculta bajo un blanco velo. Nadie, ni siquiera el mismo Lucifer podría develar su verdadera identidad ¿Había sido un accidente tal vez?
Imposible.
Él tenía más que claro, que las casualidades no existían.Al llegar a dicha residencia agudizó su oído intentando escuchar lo que pasaba dentro, pensó, que si un príncipe demoníaco se encontraba allí materializado tendría que pedir ayuda, por un momento comenzó a dudar de sus capacidad.
Día tras día, desganado por aquella rutina terrenal tan obsoleta, se preguntaba si en algún momento iba a tener un encuentro que le permitiera volver a su zona de confort, volver a luchar. Creyó que cuándo llegará el momento, se encontraría altamente preparado para cualquier escenario que tuviera que afrontar, pero tal vez, no era una idea acertada, porque dentro de todo el juego, no se encontraban sólo los alfiles, ni las torres, ni mucho menos los peones, y se percató de que aquel juego se trataba de proteger a la reina, cada movimiento se trataba de mantenerla a salvo.
Y justo en este instante, su reina apeligraba.¿Qué debía hacer?
Acatar el protocolo se suponía era lo correcto sobre todo lo demás, pero seguirlo, significaba dirigirse a un camino con un abismo al final, nada podía salir bien de aquel algoritmo dictaminado.
Si daba un paso en falso, significaría jaque mate y él no estaba dispuesto a perder a su reina y mucho menos a caer en el abismo.
Rodeó la zona, decidido a encontrar rastros, pistas que dieran con el nuevo allanado, pero siendo en vano el esfuerzo, consideró tomar por sorpresa al extraño,sospezando todos los posibles movimientos y los riesgos que podrían arrastrar.
Pero estaba dispuesto a cargar con todos esos riesgos por aquella protegida.
Observó poco a poco el interior de la casa, moviéndose entre las ventanas de las mismas hasta encontrar al par que la habitaba, hallados, quizo reconocer al intruso que acompañaba a su humana.
¿Qué estaban haciendo? Se preguntó a sí mismo al notar que en realidad nada pasaba allí, tampoco podía dar certeza de la presencia de la mala energía que conlleva un demonio, Casi con seguridad, podría afirmar que en aquella casa no estaba ocupada por tal ser.
Y si no era un demonio ¿Quién podría hacer desaparecer a Izlee de aquella forma?
¿Quién podría borrar todo rastro y huella sin dejar absolutamente nada olvidado?Y la respuesta se respondía sola, al ver a ese chico caminando sonriente a un lado de Izlee, aquel que tuvo participación en el triste destierro de la misma, aquel ser egoísta que merecía estar en el lugar de aquella.
Aquel que tenía rotundamente prohibido acercarse a ella.
Y no era un demonio, todo lo contrario. Era un ángel y no cualquier ángel.
Era Axé.
____________________________________¹ En griego simplificado se traduce como Enochos y significa <<culpable>>
² El infierno se rige, según la demonologia, por siete príncipes demoníacos. Los cuales representan los pecados capitales. Estos demonios, son arcángeles caídos y por ello, son más poderosos.
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Séptima Era
FantasyUn ángel y un demonio fueron enviados a la tierra como sacrificio de paz, El contrato estaba firmado, las reglas puestas y los santos muy confiados. Pero El rey de las tinieblas tenía en mente romper con todas las reglas de este, y acabar con los se...