HARRY

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Observo a Bianca Moreland a través de las ventanas en la noche.

La miro en su cafetería. Fuera en su camino. Siempre desde lejos.

Ella no me conoce y nunca lo hará. Es mejor así.

Ella es perfecta, yo soy todo malo.

Después de cada muerte voy a buscarla. La miro.

Porque ella es mi olvido.

Algunos hombres van al gimnasio, a entrenarse hasta el
agotamiento después de matar.

Algunos hombres follan hasta perder el
sentido. Algunos golpean la botella hasta que todo queda negro.

Eso es lo que yo solía hacer en Moscú, un huérfano entrenado para
un sangriento trabajo. Tomaba vodka después, como si pudiera lavar la
sangre.

Pero ahora soy un hombre y lo que necesito es verla.

Sólo los ojos de ella me lavan de una manera que el vodka nunca
pudo. Es difícil de explicar si nunca has matado, qué tan gravemente
necesitas belleza después.
Incluso el color de su pelo rojo oscuro, como el brillo opaco de un
centavo, incluso un atisbo de su cabello ayuda a lavar mi alma.

Ella no lo sabrá nunca.

Estaba en un baile de caridad esta noche en una mansión histórica
en el Lago Michigan, justo al norte del centro de Chicago. La élite de
Chicago tiene muchos de estos bailes.

Tan diferente a Moscú.

Me moví a través de las sombras hacia la ventana, cojeando por
una dura patada en la rodilla. A veces los hombres que mato consiguen
asestar un golpe o dos. Debería haberme puesto hielo, pero necesitaba
verla.

La ví, mirando desde el exterior, como tantas veces. Hombres con
esmoquin. Mujeres con colores.

Bianca una diosa en un vestido azul de
cóctel, bajo los candelabros. La gente la ignoraba, como de costumbre.

No yo.

La miré y por un rato, me olvidé de la sangre.

Solía matar porque tenía que hacerlo. Un niño en las calles de
Moscú, muy poca comida, demasiado conocimiento.

Ahora soy un jefe que dirige la mitad del crimen de Chicago junto
a mi amigo de la infancia, Viktor Dragusha. Ordeno los golpes, pero a
menudo los hago yo. Estos ejecutores americanos a nuestro servicio,
todavía no saben cómo ser despiadados. Piensan que la muerte es un
videojuego: poner una bala en la cabeza de un hombre y acabar.

Les muestro cómo hacer que un hombre pague, cómo hacer
cobardes a nuestros enemigos.

Estamos librando una guerra en este
momento, y matar es para los vivos tanto como lo es para los muertos.

Me sentí infeliz cuando Bianca despidió a su chófer, decidiendo
volver caminando a casa como lo hace a veces. Parecía peligroso.

Los ricos confían tanto en la seguridad de sus propios vecindarios.

Si quisiera follar con alguien, este es el primer lugar donde iría. Un lugar
lleno de gente rica, suave.

Dejé mi coche y la seguí a cierta distancia, manteniéndome en las
sombras.

Ella se movía rápidamente, una capa oscura cubriendo su belleza.

Mi rodilla hizo mi camino difícil.

Hinchada al tamaño de una piña,
una piña con vidrio dentro de ella.

Me sorprendió cuando ella aceleró, como si me sintiera. Me eché
hacia atrás, no queriendo asustarla.

Demasiado tarde vi al extraño emerger de las sombras. Cruzando
la calle, se dirigió hacia ella, algo brillando en su mano.

MÁSCARA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora