Capítulo 22. De vuelta a la academia

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Se suponía que el domingo tendrían toda la tarde libre para hacer tareas, pero... ¿¡Qué habían dejado de tarea esas tres semanas!?
No le habían pedido apuntes ni tareas a nadie y tampoco nadie se había preocupado en llevárselas, aunque tampoco es como que supieran dónde iban a estar, así que había sido completamente culpa de cada uno

-🏯-

Ya era lunes por la mañana. Como todos los días se levantó temprano, se vistió y fue a desayunar. Después su tío Naruto lo llevó a la escuela, ya que su tía Hinata al parecer se sentía mal.

Se adentró en el patio y como siempre su amigo pelinaranja todavía no estaba ahí. O eso parecía; en realidad se encontraba en la pared del fondo platicando con cierta castaña.
Al verlos corrió hacia ellos alegremente.

-Hola

-Hola

-Hola

Bueno, eso era todo lo que tenía que decirles después de tres semanas de entrenamiento

-¡Niños! ¡Es hora!

La voz de Iruka interrumpió cualquier cosa que pudiera inventar, así que fueron al salón junto con los demás. Se sentaron en sus lugares, hasta atrás. Todos platicaban entre sí y algunos les daban miradas acusatorias.

De pronto la puerta se abrió y entró una niña, aunque nadie lo notó o puso atención.
La niña de pelo negro se acercó a Tatsumi

-Hola, encontré esto en el campo de entrenamiento...

Era su sudadera, con todo lo aue había pasdo hacía tres semanas había olvidado recogerla

-... Gracias

-De nada- se despidió con una gran sonrisa y se fue a su lugar.

-Muy bien, niños, voy a pasar lista

Durante todo el día la mayoría del salón, sobretodo los amigos de Genmaru estuvieron lanzándoles miradas reprobatorias, o en el caso de esos últimos, haciéndoles la vida imposible.
Como cuando los empujaron en el circuito e hicieron que se cayeran varios de sus compañeros, ganándose más miradas de desprecio o cuando les aventaron bolas de lodo en el recreo.
Habían coldo su paciencia,pero el castaño recordó las palabras de su madre y su mirada de (según él) desaprobación con una pizca de decepción.
Apretó los puños y se contuvo de darles pelea, así mismo incitó a sus amigos a hacer lo mismo.

La semana pasó. Nadie en el grupo parecía quererlos ahí, o al menos la mayoría. Todo cambiaría la mañana del lunes, cuando el rubio cruzó el patio de la academia. Sus amigos se acercaron gustosos con ideas para molestar al trío

-Déjenlos. No valen la pena- dijo y siguió su camino

Nadie supo interpretar su mirada o el tono que usó.
A partir de ese día todos los maestros ponían especial atención en los cuatro, pero sobretodo en el rubio, pues con ese asunto varias quejas de sobre sus "bromas" y "juegos" les habían llegadobde parte alumnos de grados menores. Sin contar que le gustaba hacerla de payaso de la clase interrumpiendo a cada rato y burlándose de la autoridad a sus espaldas.

-🍣-

No mucho tiempo pasó, pero un día una mujer se asomó al salón y solicitó a todas las niñas del grupo. Se veía entre sus 30 o 40, tenía cabello castaño claro y rizado formando una extraña figura sobre su cabeza, por su voz parecía algo gruñona y regañona y llevaba ya una fila detrás de ella. Nadie entendía qué pasaba.

Las amigas con las que Mirai solía juntarse iban susurrando cosas entre ellas, dejándola atrás, como si hablaran de un secreto que sólo ellas supieran.

Tenji HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora