choi soobin; reactions (Preorden Abierta)

-why don't you love me O.S [1]

¿Por qué nunca me ves igual que a él ¿Por qué tus ojos no brillan por mí? ¿Por qué no me amas?

Era de noche, yo paseaba en bicicleta por el vecindario. Estaba ansioso, ella había aceptado salir conmigo. No podía ocultar mi sonrisa, tal vez era una señal. Ella por fin me podría corresponder, después de tanto tiempo.

Daba muchas vueltas cerca a su casa, necesitaba verla. La luz de la luna era más que bella. Me detuve afuera de su casa, marqué a su teléfono para saber si podía verla.

—Oh, Soobin— se oyó a través de la línea. Su voz hacia que mi cuerpo se estremezca, era tan suave.

—Umm...Hola...¿Cómo estás?—

—Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

—Ahora estoy bien, ya que pude oír tu voz.

Una risa traviesa se oyó, había conseguido hacerla reír era más que suficiente.

—Umm, estoy afuera de tu casa. ¿Puedes salir?

—Oh, ¿es enserio?

La chica apareció por la ventana con su bella sonrisa.

—En 5 minutos bajo Soo.

—Te esperaré aquí.

Involuntariamente empecé a dar brincos de felicidad. Las manos me sudaban y sentía mis mejillas calentarse. Me ví en la cámara de mi teléfono y arreglaba mi cabello mientras la esperaba.

El sonido de la puerta abriéndose me sorprendió.

Siempre la había visto con el cabello suelto, ahora ella lucía una linda coleta. ¿En mi vida pasada había sido un héroe para merecer a tan linda chica? La miré detalladamente y sin querer solté un suspiro.

—Hola Soobin—

Cómo amaba que dijera mi nombre, sonaba tan lindo y dulce si provenía de sus labios.

—¿Quieres pasear en bicicleta?— pregunté algo temeroso.

—Está bien— respondió con una sonrisa.

Ella me estaba abrazando, mientras paseabamos por el lugar. Intentaba contener mi emoción. Me abrazaba suavemente, las luces nocturnas y el paisaje único hacían que ella se vea más hermosa de lo natural.

Sentía muchas ganas de abrazarla, de llenarla de besos, de cariño y de palabras bonitas. Pero, aún no era tiempo. Primero debía gustar de mí.

Dimos unas cuantas vueltas por el parque hasta que por fin nos detuvimos. Le ayudé a quitarse el casco. Por un instante pude acariciar su rostro y ver como ella se sonrojaba.

—Eres muy bonita.

—Gracias por ser tan dulce conmigo.

—Yerin...

—¿Sí?

—Me gustas mucho.

Ella cubrió su rostro con sus manos, para ocultar su sonrojó.

Por favor, di que también te gusto.

—Soobin...yo—

—Oh, ¿Yerin?— dijo un chico que pasaba junto a su acompañante frente a nosotros.

—Beomgyu— sus ojos brillaban, se puso nerviosa. Jugaba con sus dedos y las mangas de su chaqueta.

—¿Cómo estás?

—Yo...yo estoy bien— su voz delataba cuán nerviosa estaba.

—Qué bueno, ha pasado un tiempo desde la última vez.

—Solo han sido un par de semanas— dijo con nerviosismo.

—Deberiamos salir con los demás algún día.

—Sí, tienes razón—su bella hilera de dientes se hizo presente.

—Bueno, me tengo que ir. Cuídate. El chico se acercó a ella y le dió un abrazo.

Y poco a poco se alejó. Ella se quedó mirándolo hasta que desapareció entre tantas personas.

—¿Quién es?

—Es un compañero de mi hermano, siempre nos visita.

—¿Es universitario?

—Sí, tiene 21. Se llama Beomgyu.

—Oh, es muy atractivo— rasqué mi cabeza mientras sentía la incomodidad.

—¿Verdad que sí? Él es un ángel.

—De seguro que sí...

—¿Quieres comer algo?

—Umm, podemos ir a la tienda de conveniencia y comprar kimbap o ramen.

—Está bien, vamos— me coloqué el casco y ella hizo lo mismo. Me abrazó nuevamente y mientras el viento chocaba con mi rostro pensaba en todo lo que había pasado.

¿Por qué se comportaba así frente a él?

Llegamos a la tienda y mientras el ramen se cocinaba ví nuevamente al chico afuera del lugar. Ella lo miraba con atención, ni siquiera se percataba de que sus palillos estaban al revés.

—Yerim, me gustas.

—Oh, sí yo también. Digo... a mi también me gustas...

—Entonces...

—Soobin, gracias por ser lindo conmigo pero solo me gustas como amigo.

—Oh, está bien con eso es suficiente creo.

Sentí mi corazón quebrarse. Eso había sido doloroso, por alguna razón un nudo se formó en mi garganta y mis ojos picaban.

¿Por qué siempre son otros y yo no?