>>Uno

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Jueves, 14 de Enero de 2016

-- ¡No, tías! Joder, aún podemos dar media vuelta. -- me mordí las uñas mientras miraba por la ventana y veía cómo el aeropuerto se acercaba, o más bien nosotras a él. Total, al taxista le daría igual mientras le pagásemos.

Tendría que haber ido con el resto, aunque no conociera a nadie, al menos tendría a la profesora para decirme todas las cosas positivas que tenía el intercambio. Pero no, había querido ir por mi cuenta, y ahora llegaba tarde a la zona de reunión.

-- No seas inmadura, Tina, esto ya esta más que hablado. -- dijo Alice, y aunque no la podía ver, la imaginaba rodando los ojos. -- Tú tienes que irte de intercambio para que el chico vaya a tu casa. No vendrá si tú no vas.-- me recordó por tercera vez, casi arrastrando las palabras. Estaba harta de la conversación.

Pero es que no podía evitarlo. Si había accedido a hacer el intercambio era por una buena razón, para que el chico guapo que vi en la foto viniera a mi casa, no para tener que irme un mes entero a Alemania, y encima a dar clases en alemán. ¿En qué jaleo me había metido yo sola?

Aunque la culpa no era del todo mía, porque, ¿qué se había tomado mi madre para querer que fuera tan lejos durante tanto tiempo? Yo, que había salido del país únicamente dos veces, yo, que lloraba en las acampadas que organizaba mi escuela cuando era pequeña porque echaba de menos a mis padres.

Claro estaba que yo le había asegurado que de eso hacían ya más de cinco años...

Ellos creían que iba a ir por el idioma, para aprenderlo y mejorar mi nivel, porque desde luego las notas lo piden a gritos, y creyeron que eso ayudaría en mi futuro. No recordaba la fecha exacta en la que había comentado algo acerca de trabajar en Alemania, pero bueno...

El caso era que no tenía el suficiente conocimiento como para sobrevivir en Alemania por mí misma. O sea, sabía decir frases y conjugar bastantes verbos, pero mi pronunciación dejaba mucho que desear.

Lo llevaba dando cuatro años, pero no tenía el nivel que debería tener. Se podía decir que en mi instituto el alemán no era lo más importante. Únicamente tenía dos clases a la semana. Con eso lo decía todo.

Traté de borrarme en cuanto terminó mi primer año en alemán, pero mi madre consiguió convencerme para que me quedara otro más, en un intento de darme tiempo para desarrollar algún tipo de interés por el idioma. Nada más lejos de la realidad.

Así que ahora me encontraba aquí, a menos de dos minutos de entrar al maldito aeropuerto, donde tendría que subir a un vuelo en dos horas, y que duraría, de nuevo, unas dos horas.

-- Quizás si le digo a mi madre que... --intenté razonar en voz alta, pero Brit me dio un codazo para que dejara de hablar.

-- Cállate. Tú misma has dicho que el alemán ese esta demasiado bueno como para dejarlo ir. Por un maldito vuelo y un mes allá no te vas a morir.

-- Ya, ¿pero quién me garantiza que ese chico...?

Brittany me mandó callar con un 'Shh'. -- Cuando le gustes a él, y te pida salir, vendrás diciéndonos gracias por haber insistido. -- medio sonrió segura de lo que decía.

-- Ya... -- repetí, cruzándome de brazos mientras me deslizaba por el asiento del taxi.

No era como si le tuviera miedo a volar o algo, pero no quería dejar todo atrás un mes entero. Sonaría ridículo, pero en mi opinión irme a un país donde no conocía demasiado bien la lengua y sin ninguna cara conocida era un maldito disparate. Después de todo nadie me aseguraba que Jack, el chico alemán, no fuera a ser una cara bonita nada más.

El móvil // Ashton IrwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora