Capítulo 2

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Collet.

No tardo mucho en moverme y alejarme del desagradable hombre que me quería agarrar. Y mientras camino, miro lentamente a mi alrededor, forzando a mi vista porque todo parece ser muy borroso. Quiero encontrar al otro personaje desagradable que, como si fuese lo más normal del mundo, ha sacado un arma y ha apuntado en contra de alguien sin tener siquiera una pizca de miedo o remordimiento. ¿Qué clase de lugar es este?

No veo ni encuentro nada. Solo me alejo de toda la gente que baila y se sale de control de maneras un poco desconsideradas. Este ambiente no es para nada a lo que yo estoy acostumbrada, y por si fuera poco, Allie no se aparece por ningún lado.

Me comienzo a sentir bastante incómoda, con miedo y bastante defraudada por mi amiga. Clavo mis ojos en las puertas de entrada, siguen cerradas y parece que pasará un largo tiempo para que vuelvan a abrirlas. Siento que me miran desde varias direcciones, pero no tengo el valor de voltear a ver quiénes son las personas responsables de tal pesada sensación, y lo único viable que se me ocurre hacer es regresar a los baños, porque claramente no voy a regresar ni a la barra, ni al centro de personas.

Doy vuelta sobre mis pies y me apresuro a seguir mi camino hacia los baños, esperando no encontrar nada más desagradable, ni a personas creyéndose exhibicionistas en los baños. A tientas voy dando cada paso, los tacones ahora no son lo mejor que me pudo pasar, porque con cada paso siento que caeré, y mientras voy cuidando el suelo de no pisar nada, siento el impacto de mi hombro contra alguien. Inmediatamente levanto la vista y pido disculpas.

—No te preocupes —me responde ella, tocando levemente mi hombro y sonriéndome, a lo que solo asiento con la cabeza.

—Sofía —ella voltea a ver, evidenciando que le corresponde el llamado—, por acá.

Deja de tocarme y se va, no logro ver quien es la persona que le llamó y solo continúo por donde iba. Cuando llego me introduzco empujando con rabia las puertas.

Si hay alguien teniendo relaciones sexuales, me va a importar un carajo estando como estoy: molesta y asustada.

Por suerte no hay nada de eso, solo unas cuantas chicas frente a los espejos. Suspiro y me recuesto en la pared al lado de las puertas, saco mi celular. Ver las llamadas perdidas de Wyatt en las notificaciones me aceleran el corazón, comienzo a sentirme culpable y mejor le marco a Allie, esperanzada de que pueda contestarme.

Suenan cinco veces los timbres de espera y luego me manda a buzón. Cuando escucho a la operadora dejo caer mi cabeza en la pared, suspirando y rindiéndome.

Parece que hacer de todo para querer salir de acá no va a funcionar. Parece que solo debo resignarme y esperar a que termine todo.

Mi celular vibra entre mis manos y lo levanto de inmediato, creyendo que es Allie, pero el nombre de mi novio es lo que se proyecta y empiezo a ponerme nerviosa. ¿Y si no le contesto? Puede ser una buena opción, porque yo no debería de estar de fiesta, lo sé perfectamente, pero es que, tampoco puedo no responder luego de tantas llamadas que ya me ha hecho. Chasqueo la lengua y cierro los ojos, más preocupada que antes. Miro el celular, sigue timbrando, sigue insistiendo y...

—Hola amor —le contesto finalmente decidiéndome.

—Hola, corazón. Te he llamado desde la tarde, ¿qué estás haciendo?

Cierro los ojos, rendida.

—Es que no escuché tus llamadas, lo siento.

Hay un silencio en la línea y maldigo en mi interior, porque ya sé lo que se viene.

—¿Dónde estás? —pregunta directamente, sin ningún tipo de sutileza.

Ahora soy yo la que se queda callada. Suspiro y sigo sin saber qué decirle. Quisiera que la verdad no fuese una opción, pero ¿qué se supone que debería de usar cómo mentira? Y como si fuese eso justamente la respuesta, se me salen las palabras de inmediato:

Hacia lo Prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora