four

1.2K 90 9
                                    

—"𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙜𝙖𝙧𝙖𝙜𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙚𝙡 𝘽𝙚𝙣𝙩𝙡𝙚𝙮 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙦𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖𝙨
𝙈𝙚 𝙢𝙤𝙣𝙩𝙤 𝙥𝙖' 𝙛𝙪𝙢𝙖𝙧, 𝙞𝙢𝙖𝙜𝙞𝙣𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙤 𝙜𝙪𝙞́𝙖𝙨"

—"𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙜𝙖𝙧𝙖𝙜𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙚𝙡 𝘽𝙚𝙣𝙩𝙡𝙚𝙮 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙦𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖𝙨𝙈𝙚 𝙢𝙤𝙣𝙩𝙤 𝙥𝙖' 𝙛𝙪𝙢𝙖𝙧, 𝙞𝙢𝙖𝙜𝙞𝙣𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙤 𝙜𝙪𝙞́𝙖𝙨"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba fumando cannabis después de tanto tiempo, dentro del bentley que había comprado pensando en vos y por desgracia, no estabas.

Hace tiempo no fumaba y la situación de ahora me hace recordar a cuando era realmente feliz, ni siquiera aparecías en mi vida y mi situación económica de esos tiempos no me permitía darme lujos, mi mayor lujo era el porro que fumaba con Homer en aquel callejón del cual nos habíamos "adueñado" con nuestros gafittis. Suspiré.

¿Por qué fui una mierda con la única persona que a estado para mi a pesar de todo?

Vi a mi alrededor y encendí el bentley, dispuesto a ir a casa de Homer y pedirle una disculpa, probablemente tomar una cerveza fría y hablar un poco. Comencé a conducir, me detuve en una pequeña tienda de autoservicio que apareció en el camino, entré en esta y tomé un six de Coronas.

— Son 254. — dijo la cajera y le di el dinero. — linda noche.

— Igual. — sonreí.

Salí de la tienda y entré a mi auto, en el asiento del copiloto puse las cervezas y comencé a manejar en reversa para poder salir del estacionamiento, Al intentar salir sentí un leve impacto en la parte de atrás, me detuve; había chocado con otro auto.

— ¡¿Sos idiota?! — una voz conocida me gritó por detrás, bufé y salí del auto.

Mierda, me quedé estático y probablemente mi cara era de idiota, mi corazón comenzó a palpitar tan fuerte que sentía que podría salir de mi pecho y mis manos comenzaron a temblar tanto que las sentía sudar.

Emeraude. — Dije al verte, después de tanto tiempo puedo decir tu nombre... ¡en frente de vos!

— Tomás. — dijiste sin expresión alguna, las ganas de ir a abrazarte y decirte lo mucho que me hacías falta sobraban, pero me quedé viéndote simplemente. — Tienes un lindo auto. — dijiste viendo el bentley. — Lastima que sos tan pelotudo que lo chocaste. — soltaste viendo la parte trasera de mi auto, sólo tenía una pequeña marca roja Gracias a tu auto.

— No es mi culpa que te hayas cruzado. — me defendí, sonreíste.

— Dime. ¿Cómo arreglaremos este problema? — comenzaste a acercarte a mi, hasta quedar frente a frente, nada parecía real. Seguías teniendo esa seguridad que hace que cualquiera se intimide ante vos y yo seguía siendo un idiota que caería ante vos.

— Ah, n-no sé...

— Seguís siendo un bebé. — reíste, tu mirada intimidante había desaparecido y un poco de esa paz que necesitaba aparecía con sólo verte. — Deja muevo esa cosa y vengo a que me des una vuelta para arreglar esto. — te dirigiste hacia tu corvette y lo estacionaste a la derecha de mi auto, bajaste de él y sonreías como niña pequeña al ver el Bentley que tenías en frente.

— ¿Qué sucede? — pregunté y me viste.

— ¡Tienes un Bentley! — reíste y me uní a tu risa. — Un jodido Bentley... Lo lograste Campos. — Dijiste orgullosa, estaba tranquilo, me hacía feliz escucharte después de tanto tiempo.

— Trabajé demasiado.

— Lo sé, a veces voy a embriagarme a tu club. — reímos. — Anda, págame. — rodé los ojos divertido y me dirigí a abrir la puerta del copiloto para vos, al abrirla, nos topamos con el six de cerveza, me giré a verte y tus ojos brillaron como los de una niña al ver caramelos. — Tenías todo preparado, eh. — Tomaste el six, te sentaste y lo pusiste en tus piernas.

Como siempre, no te importó si esas cervezas eran para alguien más, siempre habías sido una niña algo egocéntrica y caprichosa, cuando te conocí no entendía por qué te habías fijado en mi si no tenía el dinero para cumplir tus caprichos.

— Anda Campos, sube. — dijiste impaciente, yo me dirigí hacia el asiento del piloto y entré, topándome con tus hermosos ojos cafés de los que estoy enamorado, que, a pesar de que no había luz, tenían su brillo propio.

— Sos una nena impaciente Emeraude. — Dije fingiendo frustración, te vi de reojo, tu típica sonrisa traviesa adornaba tu cara.

— Impaciente si soy, pero ya no soy una nena. — Guiñaste un ojo, carcajeé por lo que habías dicho y me pegaste levemente en el hombro. — Podrás ser el hombre más rico en Buenos Aires, pero créeme que te seguiré viendo como el niño pajero que conocí. — ambos reímos.

— Y vos siempre serás para mi la mujer más hermosa que alguna vez mis ojos hayan visto. — Dije y salí del estacionamiento, para comenzar a conducir por la carretera, el auto iba en silencio, pero a pesar de eso, el ambiente era tranquilo.

— Es increíble que esté en un Bentley. — Hablaste al fin. — y menos creíble que esté en un Bentley con vos.

— ¿Nunca pensaste que podría conseguir uno?

— Nunca pensé volver a verte. — me viste. — Me hace feliz verte de nuevo y ver que sos lo que siempre deseaste ser.

— Soy lo que siempre quise, pero extraño como me sentía antes. — suspiraste.

— Aquí me tienes, ya sabes, uh, terminamos... pero podemos ser amigos. — Acariciaste mi mano que reposaba en la palanca de velocidades.

— Podemos ser lo que vos quieras. — te vi de reojo y ambos sonreímos.

Encendiste la radio, vamos a mirarnos de rels b comenzó a sonar.

— ¿Aún lo escuchas? — tu mano aún estaba sobre la mía, se sentía tan bien.

— Sigo siendo el mismo, sólo que más fachero. — reíste e hiciste que me enamorara más de vos, si es posible.

— ¿es descapotable? — como respuesta a tu pregunta, apreté un botón y el techo del auto comenzó a desaparecer. — Mi yo del pasado hubiera estado re feliz, siempre había soñado un momento así con vos.... pensé que nunca se cumpliría. — tragué saliva, ni yo me imaginaba que esto pasaría.

— Eme. — te dije como antes solía hacerlo, me viste, al ver tus ojos, supe que siempre quiero quedarme con vos. — Quédate siempre. — presté atención de nuevo al camino, tu mano tomó la mía he hizo que se posicionara en tu pierna, por intuición, acaricié esta un poco, como solía hacerlo.

— Había esperado tanto este momento que ya no sé ni qué sentir. — dijiste y sentí tu mirada en mi, después viste detenidamente mi mano posicionada sobre tu pierna. — Extrañaba tanto tu calor y tus tatuajes. — acariciaste mi mejilla.

— Si vos quieres, haremos que esto vuelva a funcionar.

— ¿No hay más detrás de vos? — te vi de reojo, tu cabello negro reposaba en tus hombros y me veías expectante.

— Miles. — rodaste los ojos y reí. — Pero ninguna se compara a vos y al maldito amor que te tengo, no he dejado de pensarte y tenerte aquí me hace sentir tranquilo después de tanto tiempo, sos todo para mi y no te haz dado cuenta. — de reojo vi cómo bajaste la mirada.

— Dejémoslo a la suerte.

Dijiste y acariciabas mi mano sobre tu pierna y de vez en cuando pasabas tu mano por mi cabello. No sabía hacia donde me dirigía ni mucho menos cómo terminaría esto, pero estoy completamente seguro de algo: sos y serás el amor de mi vida y estaré dispuesto a hacer todo con tal de que estés a mi lado.

𝒐𝒕𝒓𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 𝒆𝒏 𝒎𝒊𝒂𝒎𝒊 | 𝑪.𝑹.𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora