seven

916 66 9
                                    

Antes

Me encontraba algo ebrio, me dedicaba a observarte desde lejos, estabas bailando. Algunos te comían con la mirada, otras te envidiaban, mientras tanto yo estaba feliz por saber que eras mía.

Hace unos meses abrí un pequeño bar, me hace feliz que me acompañes desde abajo y poco a poco me veas mejorar para vos. Estoy trabajando para que nunca te falte nada a mi lado, mejoro por mi y por vos, porque desde que apareciste en mi vida sos parte de mi.

Tu mirada chocó con la mía, tu sonrisa que tanto me encantaba apareció, haciéndome comprobar que puedes volverte a enamorar. Comenzaste a caminar hacia mi.

— ¿te gusta la vista? — reí y asentí.

— Me encantas Emeraude. — Te acercaste y me diste un corto beso en los labios.

— vamos a casa. — negué, hiciste un puchero.

— Tengo que quedarme aquí hasta tarde. — No le mientas. — Si quieres te pido un taxi.

— Me quedo con vos. — acariciaste mi mejilla, tu calor me hizo culpable de lo que haría esta noche.

— No quiero que te quedes aquí, sabes cómo se pone hasta tarde. — Vete con ella. — Le diré a Homer que se vaya con vos. — Asentiste un poco triste, intente ignorar el echo de que te sentiste mal. ¿Por qué mierda le haces esto?

— Me iré yo sola. — asentí, a lo lejos vi a Paloma entrar al bar, nuestras miradas chocaron, ella sonrió.

— Okay. — dije sin quitar la vista de Paloma, te diste cuenta de ello, pero aún así no dijiste nada.

— Que disfrutes. — Te quisiste acercar a besar mi mejilla, me hice a un lado.

— Estoy sudado.

— Hace un minuto no te importó.

— Hace un minuto no estaba sudado. — Bajaste la mirada, mientras tanto mi vista se fue hacia una nueva tentación. — Llegaré tarde a casa, Homer te espera afuera.

— Adiós Tomás. — dijiste algo triste y caminaste hacia la salida.

Mientras vos te ibas vi como Paloma se dirigía hacia mi, sonreí, consciente de lo que haría con ella y del daño que te haría si te enterabas de la mierda que estoy haciendo.

Mientras vos te ibas vi como Paloma se dirigía hacia mi, sonreí, consciente de lo que haría con ella y del daño que te haría si te enterabas de la mierda que estoy haciendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté, vi a mi derecha y tu espalda desnuda estaba ahí, sonreí.

— Buenos días. — dije, y deposité un beso en tu hombro.

— Tengo hambre. — dijiste adormilada, reí un poco, te giraste a verme, dejando ver tu cabello despeinado y tu cara algo hinchada. — Es bueno despertar así. — dejaste un pequeño beso en mis labios, sonreí.

— Me hacía falta estar así con vos. — Parecía que no me hiciste caso, te levantaste dejándome apreciar tu cuerpo, relamí mis labios recordando lo de anoche, desafortunadamente tapaste tu cuerpo con tu vestido de anoche, de igual manera seguías viéndote hermosa.

— Iré a desayunar. — soltaste sin más, asentí, te vi salir de la habitación.

Vos y yo, ¿quién lo creería?

Tomé un bóxer limpio, una remera y unos shorts deportivos de mi placar, para después ponérmelos y dirigirme a la cocina.

— Me hace feliz estar de nuevo con vos. — me viste y sonreíste, estabas sirviendo cereal para ambos.

— Me hace feliz tu cereal. — reíste y rodeé los ojos. — Mentira, vos me haces feliz, no sé si de una buena manera, hay un pequeño miedo... pero sos mi felicidad Tomi. — sonreí.

— Al menos tu padre ya me aceptará. — Ambos reímos, había olvidado lo bien que sonaba tu risa combinada con la mía.

— Llevo un año sin hablar con él. — suspiraste. — Aún me da plata, de eso vivo... no pensé extrañarlo.

— No estás sola. — acaricie tu mano que estaba sobre la mesa. — Aquí estoy y no me alejaré. — besé tu mano, estaba algo fría. — Ahora puedo darte lo que mereces.

— Tomás, ya no soy la de antes, desde hace tiempo y es por vos. — asentí, tenías razón, gracias a mi te habías echo menos materialista. — Te agradezco por todo lo que hiciste por mi, y créeme que con tu simple presencia estoy más que satisfecha.

Sonreí, sin duda tu regreso es lo mejor que me ha pasado y estoy dispuesto a que vos sigas aquí por siempre.

— Mi psiquiatra no quiere que te vea. — reí, me escuchaste atenta. — Dice que me hace mal verte, sinceramente, me siento más vivo al tenerte presente.

— Sos lo único que me mantiene aquí. — fueron las palabras que hicieron que mi corazón se sintiera tranquilo después de tanto tiempo.

(...)

Te habías ido hace media hora, Mauro (uno de los pocos amigos que tengo) vendría, dijo que quería beber un poco, sabía que era una excusa para saber si mi salud mental estaba bien, aún cuando todos sabían que me encontraba de puta madre.

El sonido de la puerta abrirse interrumpió mis pensamientos, al instante supe que era él, teníamos la confianza necesaria como para que entrara a mi casa como si fuera la suya.

— Qué pasa gordo. — dije al verlo sentado en el sofá, un six de coronas reposaba en la mesa de centro.

— Todo tranqui, ¿vos?

— Demasiado bien. — sonreí, él me vió raro. — ¿Qué? — dije por su cara de sorpresa.

— ¿Te cogieron bien o por qué estás bien? — reí.

— Te diré, pero no le digas a Homer, sabes cómo se pone con este tema. — El asintió.

— Soy una tumba.

— Emeraude regresó. — mi sonrisa creció al nombrarla, la cara de Mauro era una de preocupación ahora. — ¿Pasa algo?

— N-no, todo bien. — dijo seco. — ¿Homer lo sabe? — negué.

— Te dije que no le dijeras.

— Ah, es verdad. — se levantó del sofá. — Te amo hermano. — me abrazó, la confusión apareció en mi. — No sé qué decirte, nunca entenderé lo que pasaste, mucho menos podré ver todo como vos lo vez. — suspiró cansado. — No quiero volver a verte como te vi antes y en realidad, no sé si sea correcto decirte la realidad de todo.

— ¿Qué realidad? — negó y bajó la vista, respiró cansado.

— No soy quién para decírtelo, pero estoy para quedarme con vos para que toda esta mierda no regrese, o se vaya, no lo sé. — pasó su mano por su cabello algo frustrado. — tengo que ir con Alejo, le diré a Juli que venga.

— ¿Para qué? — parecía tener miedo de que estuviera solo, no entendía su preocupación.

— Haremos una joda. — no sabe mentir. — Sólo no hables de Emeraude con ella, ya sabes t-te quiere. — dijo mintiendo otra vez, aún así asentí. — ahora vengo. — dijo para salir de mi casa.

Me quedé ahí solo, confundido una vez más y esperando a alguien más deseando que seas vos la que llegara.

____________

Perdón x desaparecer, me tomé unos días de todo, perdón si los últimos dos capítulos no han sido tan buenos y perdonen las faltas de ortografía.

𝒐𝒕𝒓𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 𝒆𝒏 𝒎𝒊𝒂𝒎𝒊 | 𝑪.𝑹.𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora